Fray Miguel López de la Serna
De EnciclopediaGuanche
Fray Miguel López de la Serna fue monje franciscano y obispo de Gran Canaria y Rubicón de 1486 a 1490.
Fray Miguel López de la Serna nació en Trijueque (Guadalajara) a principios del siglo XV, profesando en la Orden de San Francisco. Sucedió en la silla episcopal de las Islas Canarias a Juan de Frías en 1486, con el título de Obispo de Gran Canaria y Rubicón, cuando la sede del obispado ya se había trasladado a Las Palmas de Gran Canarias desde Lanzarote. Al igual que el obispo Juan de Frías, se enfrentó a los gobernadores de las islas que contraviniendo las leyes esclavizaban a la población autóctona.
Especial relevancia tuvieron los hechos de 1488, cuando el gobernador Pedro de Vera ocupó la isla de la Gomera tras el levantamiento indígena por los abusos de Hernán Peraza, hijo del conquistador Diego de Herrera y de Inés Peraza de las Casas, heredera del señorío de las islas (que incluía Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro). Según las crónicas, el gobernador ordenó una matanza indiscriminada de culpables e inocentes, esclavizando a muchos de los los supervivientes.
El obispo López de la Serna, horrorizado por estos hechos, recriminó la conducta de Pedro de Vera, advirtiéndole para que no llevara a cabo la venta de niños gomeros, bajo amenaza de excomunión y denuncia a los Reyes Católicos. La respuesta del gobernador no se hizo esperar, amenazándole a su vez: “Mucho os desmandáis contra mí. Callad, que os haré poner un casco ardiendo sobre la corona, si mucho habláis”
Por ello, fray Miguel abandonó Canarias en dirección a la Corte, donde consiguió que el 22 de enero de 1490 los Reyes firmaran una Orden en la que se mandaba a las justicias de Palos de la Frontera “que se tornase el dinero satisfecho por cuatro personas a Juan Alonso Cota, en pago de ciertos canarios gomeros, porque les habían sido tomados por mandato de los Reyes y por el obispo de Canaria, por ser libres y horros”. En agosto del mismo año, los Reyes nombraron una comisión regia con los obispos de Canaria y de Málaga, a la sazón Pedro Díaz de Toledo y Ovalle, para liberar a los gomeros de la esclavitud: “…recojáis en vos todos los canarios y canarias de las isla de La Gomera que hallaréis en poder de cualesquier personas…por vuestra propia autoridad vos o quien vuestro poder hubiere y los pongáis en libertad en poder de personas que los críen e doctrinen y tengan por libres y los den lo que hubiere menester…” Y poco antes de morir, consiguió una orden de libertad a favor del gomero Juan de la Gomera. Gracias a sus denuncias ante los Reyes Católicos, doscientos gomeros fueron liberados hasta septiembre de 1491, en 117 expedientes que se conservan en el Archivo de Simancas.
Murió en Córdoba en 11 de octubre de 1490, siendo enterrado en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Trijueque, su localidad natal. Su hermano, el Arcediano de la Palma, mandó labrar una lauda sepulcral en alabastro para su tumba, que se encuentra actualmente en el Museo Diocesano de Sigüenza.
La obra de fray Miguel López de la Serna a favor de los derechos del pueblo indígena canario quedó desdibujada con el paso de los años, hasta el punto de atribuirse al obispo Juan de Frías las gestiones realizadas posterior a su muerte en 1485. Incluso en su pueblo natal, la figura del obispo pasó rápidamente al olvido. En fechas tan cercanas como 1580, en Trijueque se desconocía que entre sus naturales hubiera existido dicha figura (Relaciones topográficas de Felipe II). Ese desconocimiento perduró en el tiempo, ya que, en 1916, Ricardo de Orueta y Duarte, en su magna obra “La Escultura Funeraria en España”, al hablar de la lauda sepulcral de la parroquial de Trijueque afirmaba “Parece ser que se conserva la tradición en el pueblo de que, pasando por allí este obispo, cayó enfermo y murió a los pocos días, siendo enterrado en la iglesia”.
Predecesor: Juan de Frías |
Obispo de Canarias 1486-1490 |
Sucesor: Diego de Muros |