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Calado

De EnciclopediaGuanche

El calado es una pieza artesanal ornamental de tela cuyo resultado se consigue a base de deshilar una pieza de tela logrando diversos y complicados dibujos. Tras cortar la pieza se marca y quitan los hilos, dejando algunas partes de la tela preparadas para la elaboración del calado en sí. Para la realización del calado se usan agujas e hilos de gran resistencia.

El calado se usa fundamentalmente en manteles y centros de mesa, pero también en la elaboración de trajes típicos, en los puños de las blusas, etc.

Algunas zonas en Canarias de tradición de calados son La Orotava, San Juan de la Rambla, Los Realejos, La Guancha, Granadilla de Abona y El Escobonal en Tenerife; Agüimes, Ingenio, Gáldar y Moya, en Gran Canaria y Puerto del Rosario, en Fuerteventura.

Historia

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Los calados canarios provienen de la adaptación de las técnicas usadas en la frontera entre Portugal, Andalucía y Extremadura. Curiosamente durante la Edad Media, era un trabajo que realizaban tanto mujeres como hombres siendo estos últimos los que probablemente al embarcarse a conquistar el Nuevo Mundo, difundieran esta práctica hasta América. En Canarias los calados eran realizados exclusivamente por mujeres como producción doméstica. Fue a finales del siglo XIX cuando las casas comerciales inglesas comenzaron la explotación a gran escala de esta artesanía según el modelo maderiense. Desde Londres se traían las materias primas, las caladoras hacían el trabajo dentro de sus casas, y luego las compañías inglesas volvían a exportar esas mismas telas al mercado europeo, ya con los bellos calados elaborados.

Al acabar la Primera Guerra Mundial, la demanda de calados decreció muy notablemente hasta que a mitad del siglo XX se crea la ‘Sección Femenina’, quienes vuelven a darle un importante impulso a esta labor artesanal.

Entre las actividades de artesanía canaria el calado es una de las más complicadas y delicadas, además, ha sido la que mayor alcance ha tenido pues se exportaba a Inglaterra, Estados Unidos, Alemania o Francia, y pudo competir contra las producciones de Escocia, Madeira o Japón debido en gran parte a que las trabajadoras de este sector eran mujeres sin recursos que suponían una mano de obra muy barata.

Normalmente el empresario daba la tela a la caladora y, o bien se fijaba un precio en ese momento, o bien al recoger el producto final. También podía ser a través de la repartidora, la que distribuía las telas y diseños entre las caladoras según la edad y destreza de cada una, y que finalmente pasaba a recoger los calados completamente finalizados para salir a venderlos. Las caladoras de una generación enseñaban a las de la siguiente, aprendizaje que necesitaba empezarse a muy temprana edad dada la dificultad de esta labor. Realizaban el trabajo en alguna habitación de la propia casa donde vivían, para lo que necesitaban un bastidor, es decir, una estructura de madera donde se fija la tela, y si este es grande con unas burras para que se mantenga en posición horizontal, junto con las herramientas propias de cualquier tipo de trabajo de costura (tijeras, carretes de hilos, agujas de calar, etc.).

Los materiales más importantes para realizar esta labor son las telas de lino, conocidas también como telas de hilo, y los hilos de algodón, con los que se puede hacer todo tipo de ropa para el hogar, desde manteles y colchas, hasta bolsas para el pan, también se realizan prendas del traje tradicional canario.

El proceso de calado consiste en deshilar el tejido para llegar a diferentes dibujos que, frecuentemente, se asemejan a flores o figuras geométricas. Estas partes caladas están en los bordes y el centro de las piezas y, según los puntos que usen, la forma o la zona donde se ha trabajado se les conoce por diversos nombres como coser y cantar, redondel, redondillo, flor de tela, de almendro, galleta… Los pasos para calar se pueden resumir en los siguientes: cortar la tela, para ellos hay que marcar dejando 2 cm de borde; presillar, para que no se deforme al deshilar; deshilar o sacar las hebras; colocar en el telar, tensando la tela con las varillas y tachas clavada en los listones, y luego, tirar con hilo desde la tela a las varillas. Y ya se puede realizar el calado de la tela, es decir, ir atando las hebras sueltas que han aparecido en el deshilado e ir hilando los huecos formando dibujos. Para dar el trabajo por finalizado hay que rematar el borde de la pieza con un festón (bordado a base de nudos para que no se deshaga), lavarla en el telar, dejarla secar al sol y, ya por último, recortar el festón.