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Fue el primogénito de siete hijos en el matrimonio formando por Salustiano Álamo y Clorinda Hernández. Ambos progenitores provenían de familias de pequeños propietarios rurales y comerciantes de su pueblo natal. Confesaría de mayor su incapacidad para emprender estudios musicales cuando niño, aunque su abuelo materno, Virgilio Hernández, fue director de la Banda de música de Guía durante más de cuatro décadas. En su pueblo cursa estudios elementales, hasta que en 1920 marcha a la Habana donde, bajo la tutela de su tío Nicasio Álamo, trabaja en distintas actividades hasta su regreso a Las Palmas en 1924. Fue esta una experiencia vital que marcaría a Álamo de por vida y que se reflejaría en su gusto por los géneros musicales caribeños. Poco después se independiza de su familia y se emplea como contable en algunas firmas comerciales de la capital a la vez que a la vez que se introduce en los círculos culturales de la ciudad e inicia sus primeras colaboraciones periodísticas. | Fue el primogénito de siete hijos en el matrimonio formando por Salustiano Álamo y Clorinda Hernández. Ambos progenitores provenían de familias de pequeños propietarios rurales y comerciantes de su pueblo natal. Confesaría de mayor su incapacidad para emprender estudios musicales cuando niño, aunque su abuelo materno, Virgilio Hernández, fue director de la Banda de música de Guía durante más de cuatro décadas. En su pueblo cursa estudios elementales, hasta que en 1920 marcha a la Habana donde, bajo la tutela de su tío Nicasio Álamo, trabaja en distintas actividades hasta su regreso a Las Palmas en 1924. Fue esta una experiencia vital que marcaría a Álamo de por vida y que se reflejaría en su gusto por los géneros musicales caribeños. Poco después se independiza de su familia y se emplea como contable en algunas firmas comerciales de la capital a la vez que a la vez que se introduce en los círculos culturales de la ciudad e inicia sus primeras colaboraciones periodísticas. |
Revisión del 10:27 24 jul 2007
Néstor Alamo Hernández (*Gran Canaria, 27 de febrero de 1906 - †Las Palmas de Gran Canaria, 24 de marzo de 1994), fue un Compositor, archivero, folklorista, periodista e historiador canario.
Fue el primogénito de siete hijos en el matrimonio formando por Salustiano Álamo y Clorinda Hernández. Ambos progenitores provenían de familias de pequeños propietarios rurales y comerciantes de su pueblo natal. Confesaría de mayor su incapacidad para emprender estudios musicales cuando niño, aunque su abuelo materno, Virgilio Hernández, fue director de la Banda de música de Guía durante más de cuatro décadas. En su pueblo cursa estudios elementales, hasta que en 1920 marcha a la Habana donde, bajo la tutela de su tío Nicasio Álamo, trabaja en distintas actividades hasta su regreso a Las Palmas en 1924. Fue esta una experiencia vital que marcaría a Álamo de por vida y que se reflejaría en su gusto por los géneros musicales caribeños. Poco después se independiza de su familia y se emplea como contable en algunas firmas comerciales de la capital a la vez que a la vez que se introduce en los círculos culturales de la ciudad e inicia sus primeras colaboraciones periodísticas.
Al mismo tiempo entabla amistad con el que él llamó su maestro, el lectoral y canónigo de la Catedral de Canarias don José Feo y Ramos, natural de Gáldar. El influjo de este sacerdote será fundamental en las lecturas y formación intelectual, claramente autodidactas, de Álamo ya que lo introduce en los primeros conocimientos de Archivística, Biblioteconomía y Paleografía que utilizaría ampliamente a lo largo de toda su vida. En El País [Las Palmas de Gran Canaria, 1928-1933] tuvo a su cargo la sección Panoramas. Posteriormente, fundó en Guía, junto a Juan García Mateos, el semanario La Voz del Norte [1931], que dirigió. En esos años comienza a frecuentar la Escuela Luján Pérez, centro de formación y encuentro de ciudadanos y artistas. Su vertiente periodística, a veces usando el seudónimo Juan Farías, va a continuar a lo largo de toda su vida, especialmente en los periódicos Hoy, Falange y Diario de Las Palmas. En este último publicó en forma de folletón, a partir de la década de los 50, su obra Crónica de un siglo, que tuvo como núcleo principal historiar las actividades sociales de El Gabinete Literario, pero que acabó siendo una historia de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX.
En 1927 entra a formar parte de El Museo Canario como archivero de la centenaria institución científica. Allí ordena buena parte de sus fondos documentales, especialmente el de la Inquisición de Canarias, compuesto de miles de manuscritos de un interés capital para la historiografía isleña y que gracias a su exhaustiva labor de catalogación se abre a la consulta pública.
Terminada la Guerra Civil española ejerció como asesor cultural de Matías Vega Guerra, que presidio el Cabildo de Gran Canaria desde 1945 hasta 1960. Las gestiones de Néstor Álamo propician la creación del Archivo Histórico y la Biblioteca Provincial de Las Palmas de Gran Canaria. También fue el creador, diseñador de algunos de sus espacios y primer director de la Casa de Colón, instalada en el corazón del Real primitivo donde los conquistadores castellanos fundaran la ciudad. La Casa de Colón se inaugura parcialmente en 1952, para continuar ampliándose como centro museístico y de contenidos americanistas a lo largo de toda la década siguiente. Además, impulsa las gestiones para la creación del museo de don Benito Pérez Galdós en la casa natal del escritor. Su labor de recuperación de espacios museísticos dependientes del Cabildo se amplia al realizar la restauración y creación del museo de don Fernando de León y Castillo en Telde. En esa ciudad dirigiría, años más tarde, la construcción de la iglesia de Tara. En Santa María de Guía de Gran Canaria, su pueblo, restaura el Camarín de la Virgen.
En el ámbito urbanístico ideó la creación en Teror de la plaza de Teresa Bolívar, madre del Libertador americano, cuya familia era originaria de ese municipio grancanario. Su vinculación a Teror, donde se ubica la Basílica de la Virgen del Pino, le empuja a dirigir y reorganizar desde el Cabildo Insular la tradicional llegada de romeros a la Villa, la víspera de la Fiesta Mayor, desde todos los pueblos de la Isla. Propicia la creación de una comisión mixta interinstitucional, que lidera durante años, y reconvierte la espontánea romería en una Ofrenda en honor a la Patrona de Canarias y de Gran Canaria. Impulsa y dirige, además, la restauración y creación del museo etnográfico en la casa de los patronos de la Virgen del Pino.
En 1961 cesa como director de la Casa de Colón y desde ese año hasta su muerte regenta un anticuario y taller de restauración-ebanistería en la calle de La peregrina de Las Palmas.
Como principal artífice de la canción popular canaria moderna es autor de conocidas piezas de este carácter entre las que destacan algunas de las más populares páginas de la música popular de las Islas agrupadas en un total de casi cuarenta títulos. Las primeras de sus canciones las escribe a mediados de los años 30 por encargo de su amigo el pintor Néstor Martín-Fernández de la Torre, necesitado éste de motivos musicales autóctonos que acompañaran a sus “Fiestas Pascuales” – representaciones alegóricas “típicas” -en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas. Allí son estrenadas sus primeros temas en voces aficionadas de la burguesía insular de la época entre las que destacan Josefina de la Torre y Pacota Mesa, actriz e inquieta agitadora cultural de aquellos años en la Isla. Pero el germen de su interés compositivo nace de una visita a Las Palmas de Encarnación Julvez, “La Argentinita”, musa folclórica de García Lorca, necesitada de repertorios musicales regionales para sus giras americanas.
Sus primeras grabaciones son registradas y editadas en Madrid entre los años cuarenta y cincuenta por la voz de la cantante herreña María Mérida, que además interpreta las canciones del repertorio nestoriano en las emisiones de Radio Nacional de España dirigidas a la emigración. También algunos intérpretes de la época en la otra orilla, como las cantantes latinoamericanas Blanquita Amaro, Rosita Dorrego o el cubano Antonio Machín – éste con una curiosa versión abolerada de su “Sombra del Nublo”- realizan grabaciones discográficas e incorporan a sus repertorios algunos de sus temas.
A principios de los años 50 descubre a una nueva voz, la isletera Mary Sánchez, para la que crea muchas de las que hoy son sus más celebradas canciones. Álamo se convierte en el protector y mentor artístico de la cantante, a la que presenta en sociedad en un recital organizado en 1953 en el teatro Pérez Galdós con un éxito sin precedentes hasta entonces. Con Mary Sánchez y su grupo Los Bandama –liderado por el timplista Maso Moreno- auspicia la grabación y edición discográfica de la mayor parte de su repertorio cancionístico a través de la firma discográfica Hispavox. Mary Sánchez emprende una carrera artística internacional y hace que el repertorio nestoriano adquiera una popularidad, fuera de las fronteras insulares, de mucha mayor dimensión que el que hasta ese entonces tuvo.
Desde esos años hasta hoy, numerosos grupos canarios de música popular e intérpretes isleños de otras disciplinas –es el caso de Alfredo Kraus y su recordada versión del “Sombra del Nublo”- han incorporado sus composiciones musicales a sus repertorios, realizándose incontables grabaciones de las mismas. En 1996 Mestisay realiza un musical basado en la vida y las canciones de Néstor Álamo que, bajo el título de “Querido Néstor” bate record de taquilla en la escena canaria.
El creador guiense ideó, además, la rapsodia sinfónica Tiempo de Gran Canaria que orquestó Gabriel Rodó para ser grabada en Madrid en 1956 por una formación orquestal sinfónica bajo la dirección de Ataulfo Argenta. Esta obra es convertida en ballet por el coreógrafo y bailarín rumano Gelu Barbu, que la estrena en 1974 junto a su compañía en el primer coliseo de las Palmas.
Fue Cronista oficial de la isla de Gran Canaria, comendador de número de la Orden del Mérito Civil, miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, Hijo adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria, Can de plata e hijo predilecto de Gran Canaria y en 1989 le fue otorgado el Premio Canarias de Investigación. Obras suyas son, entre otras, El demonio y la virgen [1935], Lola Guerra (teatro), Para la historia de Guía de Gran Canaria. Del juzgado y otros asuntos [Gáldar, 1931], El sarao y su recuerdo [1944], Thenesoya Vidina y otras tradiciones [Las Palmas de Gran Canaria, 1945; La Laguna, 1959], El Gabinete Literario, crónica de un siglo,El marqués de Branciforte [Las Palmas de Gran Canaria, 1945], El Almirante de la Mar Océana en Gran Canaria [Sevilla, 1956], Mi pregón de San Pedro Mártir [Las Palmas de Gran Canaria, 1955]. Además, recopiló y publicó -encargándose en el prólogo de la obra de un pormenorizado estudio- la obra poética de La Perejila [Las Palmas de Gran Canaria, 1820- 1897] en el volumen Agustina González y Romero: Poesía, [1947; 2ª ed. 1963; 3ª ed. 2004].
Falleció en la capital grancanaria el 24 de marzo de 1994.