Diferencia entre revisiones de «Juan Negrín»
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''«¡Trabajadores españoles! ¡Pueblo antifascista! Ha llegado el momento en que es necesario proclamar a los cuatro vientos la verdad escueta de la situación en que nos encontramos. Como revolucionarios, como proletarios, como españoles y como antifascistas no podemos continuar por más tiempo aceptando pasivamente la improvisación, la carencia de orientaciones, la falta de organización y la absurda inactividad de que da muestras el Gobierno del doctor Negrín. (…) Han pasado muchas semanas desde que se liquidó, con una deserción general, la guerra de Cataluña. Todas las promesas que se hicieron al pueblo en los más solemnes momentos fueron olvidadas; todos los deberes, desconocidos; todos los compromisos, delictuosamente pisoteados. En tanto que el pueblo en armas sacrificaba en el área sangrienta de las batallas unos cuantos millares de su mejores hijos, los hombres que se habían constituido en cabezas visibles de la resistencia abandonaron sus puestos y buscaban en la fuga vergonzosa y vergonzante el camino para salvar su vida (…) No puede tolerase que en tanto se exige al pueblo una resistencia organizada, se hagan los preparativos de una cómoda y lucrativa fuga. No puede permitirse que, en tanto que el pueblo lucha, combate y muere, unos cuantos privilegiados preparen su vida en el extranjero (…) Constitucionalmente, el Gobierno de Negrín carece de toda base legal en la cual apoyar su mandato».'' | ''«¡Trabajadores españoles! ¡Pueblo antifascista! Ha llegado el momento en que es necesario proclamar a los cuatro vientos la verdad escueta de la situación en que nos encontramos. Como revolucionarios, como proletarios, como españoles y como antifascistas no podemos continuar por más tiempo aceptando pasivamente la improvisación, la carencia de orientaciones, la falta de organización y la absurda inactividad de que da muestras el Gobierno del doctor Negrín. (…) Han pasado muchas semanas desde que se liquidó, con una deserción general, la guerra de Cataluña. Todas las promesas que se hicieron al pueblo en los más solemnes momentos fueron olvidadas; todos los deberes, desconocidos; todos los compromisos, delictuosamente pisoteados. En tanto que el pueblo en armas sacrificaba en el área sangrienta de las batallas unos cuantos millares de su mejores hijos, los hombres que se habían constituido en cabezas visibles de la resistencia abandonaron sus puestos y buscaban en la fuga vergonzosa y vergonzante el camino para salvar su vida (…) No puede tolerase que en tanto se exige al pueblo una resistencia organizada, se hagan los preparativos de una cómoda y lucrativa fuga. No puede permitirse que, en tanto que el pueblo lucha, combate y muere, unos cuantos privilegiados preparen su vida en el extranjero (…) Constitucionalmente, el Gobierno de Negrín carece de toda base legal en la cual apoyar su mandato».'' |
Revisión del 16:35 12 jun 2007
Juan Negrín (Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero de 1889 - París el 12 de noviembre de 1956). Fisiólogo y político español. Catedrático de Fisiología, como eminente investigador en ese ámbito llegó a ser considerado un precursor de la bioquímica. Maestro, entre otros, de los profesores Severo Ochoa (galardonado con el premio Nobel de Fisiología y Medicina) y Grande Covián. Presidente (1937-1945) del Gobierno de la Segunda República Española.
Nombrado ministro de Hacienda en septiembre de 1936 en el gobierno de Largo Caballero.
Miembro del PSOE, tras la dimisión de Largo Caballero el 17 de mayo de 1937 el Presidente de la República Manuel Azaña le nombró Presidente del Gobierno, con la esperanza de fortalecer el poder central frente a sindicatos y anarquistas, aliándose con la burguesía y clases medias, poniendo así fin al movimiento revolucionario y creando una economía de guerra. Todo ello con la intención de enlazar el conflicto español con la Segunda Guerra Mundial, que creía inminente, aunque los Acuerdos de Munich hicieron desvanecer definitivamente toda esperanza de ayuda exterior.
Como ministro de hacienda y sin la autorización del presidente Azaña, superviso el envío del total de las reservas de oro del Banco de España (635 toneladas de oro fino) a Moscú, para depositarlas en lugar seguro y fuera del alcance de los nacionales. Al decir de Francisco Largo Caballero «¿De esta decisión convenía dar cuenta a muchas personas? No. Una indiscreción sería la piedra de escándalo internacional (…) Se decidió que no lo supiera ni el Presidente de la República, el cual se hallaba entonces en un estado espiritual verdaderamente lamentable, por consiguiente sólo lo sabía el Presidente del Consejo de Ministros (es decir, el propio Largo), el Ministro de Hacienda (Negrín) y el de Marina y Aire (Indalecio Prieto). Pero los dos primeros serían los únicos que se habían de entender con el Gobierno de Rusia». (FPI, AFLC XXIII, p. 477).
La decisión de enviar el oro nada tenía que ver con el pago de armamento a la Unión Soviética. Además, vulneraba la legalidad, porque las mencionadas reservas no eran propiedad del Gobierno de la República -del Tesoro Público- sino del Banco de España, que no sería nacionalizado hasta la promulgación del Decreto-Ley 18/1962, del 7 de junio de 1962. El Banco de España, no era, pues, banco nacional, sino una sociedad anónima por acciones cuyo capital de 177 millones de pesetas se hallaba distribuido en 354.000 acciones nominativas de 500 pesetas cada una. La Ley que regía las relaciones entre el Banco y el Gobierno (Ley de Ordenación Bancaria de 29 de diciembre de 1921, refundida en 24 de enero de 1927 y modificada por Ley de 26 de noviembre de 1931) no autorizaba a este último a disponer de las reservas de oro si no era para "ejercer una acción interventora en el cambio internacional y en la regularidad del mercado monetario", en cuyo caso el Banco de España participaría en dicha acción con una cantidad igual a la arbitrada por el Tesoro Público (Base 7ª del Artículo 1º de la citada Ley de Ordenación Bancaria), siendo precisamente esta excepción la utilizada por el Gobierno Giral -y, posteriormente, por el de Largo Caballero- para solicitar del Banco las reservas metálicas que, en principio, fueron enviadas al Banco de Francia para transformarlas en divisas con que pagar las compras de armamento, algo obviamente muy alejado de las operaciones para estabilizar el cambio de la peseta previstas por la Ley.
Negrín convirtió el cuerpo de Carabineros en una unidad de elite mandada por hombres de su confianza, perfectamente equipada, con intendencia especial, equipamiento sanitario de primer orden y exclusivamente a su órdenes. Una especie de ejército privado que pronto fue conocido popularmente como los “Cien mil hijos de Negrín”. Este cuerpo se encargó de descerrajar las cajas de seguridad y depósitos de alhajas de los bancos y montes de piedad, amén de saquear incontables domicilios particulares, iglesias, monasterios e incluso museos. Todo elló formó un inmenso tesoro que al término de la guerra se transportó a Méjico en una yate de 690 toneladas fletado expresamente, el Vita, anteriormente conocido como Giralda, el yate real de Alfonso XIII. A su llegada a Veracruz, Indalecio Prieto se apoderó del botín, iniciando una larga y amarga disputa con Negrín
En palabras del anarquista Diego Abad de Santillán Ya de ministro, tenía la llave de la caja y lo primero que se le ocurrió en materia de finanzas fue crearse una guardia de corps, de cien mil carabineros El delito de los que consintieron ese desfalco al tesoro público merece un juicio severísimo. Y los que han tolerado (…) esa guardia de corps de un advenedizo sin moral y sin escrúpulos, también deben ser responsabilizados por su negligencia o su cobardía, de ese atentado al tesoro y a las conquistas revolucionarias gente (…) Esa política de manos rotas (…) ha hecho posibles operaciones como la del traslado de gran parte del oro del Banco de España a Rusia sin saber en qué condiciones y la apertura de depósitos cuantiosos de centenares de millones en el extranjero para la presunta ayuda a los futuros emigrados de la España republicana. De todo esto no se ha dado cuenta ni siquiera al Gobierno.(…) ha hecho, con la tapadera de la guerra, lo que ningún gobernante, ni siquiera la monarquía absoluta, había podido hacer en España (…) La clandestinidad (de Negrín) (…) en asuntos como los financieros, no tiene antecedentes en ningún país. El propio Mussolini (…) tiene que acudir al Parlamento para que (…) vote los créditos de sus hazañas. La dictadura negrinesca (…) es más absoluta que la de Hitler”. (Por qué perdimos la Guerra, p. 328-330).
Si cuando Negrín se hizo cargo del poder, en mayo del 37, todavía era concebible una victoria del Frente Popular, a un año vista, la gestión militar de su gobierno había sido un lamentable rosario de fracasos. Todas las ofensivas emprendidas habían sido un desastre para los republicanos. Se habían perdido las batallas de Brunete, Belchite, todo el Norte, Teruel Alcañiz, Lérida, Tortosa y Viñaroz (Batalla del Ebro), quedando cortada en dos la España republicana.
Ante el derrumbe de Cataluña, propuso en la reunión de las Cortes en Figueras la rendición con la sola condición del respeto a las vidas de los perdedores, pero al no poder alcanzar este objetivo se trasladó en febrero de 1939 a la zona Centro con la intención de lograr la evacuación con el mismo éxito con que se había realizado en Cataluña, pero la rebelión del Consejo Nacional de Defensa frustró este último plan. Estaba integrado por reconocidos héroes republicanos: el general José Miaja, el coronel Segismundo Casado, Julián Besteiro y Cipriano Mera. El Consejo Nacional de Defensa justifica sus actos con el siguiente manifiesto:
«¡Trabajadores españoles! ¡Pueblo antifascista! Ha llegado el momento en que es necesario proclamar a los cuatro vientos la verdad escueta de la situación en que nos encontramos. Como revolucionarios, como proletarios, como españoles y como antifascistas no podemos continuar por más tiempo aceptando pasivamente la improvisación, la carencia de orientaciones, la falta de organización y la absurda inactividad de que da muestras el Gobierno del doctor Negrín. (…) Han pasado muchas semanas desde que se liquidó, con una deserción general, la guerra de Cataluña. Todas las promesas que se hicieron al pueblo en los más solemnes momentos fueron olvidadas; todos los deberes, desconocidos; todos los compromisos, delictuosamente pisoteados. En tanto que el pueblo en armas sacrificaba en el área sangrienta de las batallas unos cuantos millares de su mejores hijos, los hombres que se habían constituido en cabezas visibles de la resistencia abandonaron sus puestos y buscaban en la fuga vergonzosa y vergonzante el camino para salvar su vida (…) No puede tolerase que en tanto se exige al pueblo una resistencia organizada, se hagan los preparativos de una cómoda y lucrativa fuga. No puede permitirse que, en tanto que el pueblo lucha, combate y muere, unos cuantos privilegiados preparen su vida en el extranjero (…) Constitucionalmente, el Gobierno de Negrín carece de toda base legal en la cual apoyar su mandato».
Presidente del Gobierno de la República en exilio hasta 1945, organizó el SERE para ayudar a los exiliados.
Véase también
Bibliografía especializada
- Abad de Santillán, Diego. Por qué perdimos la guerra. Ed. Del Toro Madird, 1975
- Miralles, Ricardo. Prólogo de Paul Preston. Juan Negrín. Ed. Temas de Hoy. Madrid, 2003.
- Olaya Morales, Francisco. El expolio de la República. De Negrín al Partido Socialista, con escala en Moscú: el robo del oro español y los bienes particulares. Ed. Belacqua. Barcelona, 2004.
Enlaces externos
Predecesor: Francisco Largo Caballero |
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Sucesor: Francisco Franco Bahamonde |