Garoé
De EnciclopediaGuanche
El Garoé fue el árbol sagrado de los Bimbaches, antiguos habitantes de El Hierro, en las Islas Canarias así como uno de sus símbolos.
Incluso el escudo de El Hierro recoge un árbol con su copa rodeada de nubes del que caen gotas de agua. Debido a su situación elevada, donde descargan los vientos alisios, el agua de las nubes se condensa en las ramas de los árboles y se precipita al suelo en forma de lluvia horizontal. Este fenómeno se produce en todas las cumbres de Canarias. La leyenda dice que el Garoé era un gran laurel que aseguraba la vida de los Bimbaches proporcionándoles agua en cantidades suficientes para sobrevivir. A él acudían los bimbaches para llenar sus zurrones de agua que luego serían transportados a los poblados de todos los puntos de la isla.
Una de las muchas leyendas cuenta que el agua proveniente del árbol era conducida a un agujero desde el cual los bimbaches podían proveerse de la misma. Fue de esta forma como lograron rechazar la invasión castellana durante un cierto período de tiempo.
Aparece citado por primera vez en la crónica normanda Le Canarien a principios del siglo XV, señalándose que "en lo más alto de la isla hay árboles que continuamente están destilando agua clara y hermosa, que cae en unas fosas inmediatas a ellos y es la mejor que se puede hallar para beber".
El monje catellano Abreu y Galindo relató haberlo visto con sus propios ojos en 1604 describiéndolo y señalando que se encontraba en una zona llamada Tigulahe.
el tronco tiene de circuito y grosor 12 palmos, y de ancho cuatro palmos; y de alto tiene cuarenta desde el pie hasta lo más alto, y la copa en redondo ciento veinte pies en torno; las ramas muy extendidas y coposas, una vara alto de la tierra. Su fruto es como bellotas, con su capullo y fruto como piñón, gustoso al comer y aromático aunque blando. Jamás pierde este árbol la hoja, la cual es como la hoja del laurel, aunque más grande ancha y encorvada, con verdor perpetuo, porque la hoja que se seca se cae luego y se queda siempre verde. Está abrazada a este árbol una zarza que coge y ciñe muchos de sus ramos.
El árbol original se cayó por culpa de una tormenta en 1610.
En 1957 se colocó otro laurel en el emplazamiento original del Garoé a partir de un plantón traído de La Palma, que ha ido creciendo con el paso del tiempo y actualmente se encuentra rodeado por musgo. Las nubes siguen chocando con las cumbres herreñas y en los días de niebla espesa se puede observar el fenómeno de la lluvia horizontal. Como ocurre con todas las leyendas, el Garoé ha quedado en la conciencia herreña como un árbol sagrado capaz de proveer de agua a la isla y como símbolo de salvación ante el peligro.