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Canarii

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Canarios de Gran Canaria dibujados por Leonardo Torriani.
Motivo del panel principal de la Cueva Pintada.
Reproducción de pintaderas en Anales de la Sociedad Española de Historia Natural (1883).

Canarii o canarios antiguos es el nombre que recibían los pobladores de la isla de Gran Canaria anteriores a la Conquista. Se trata de uno de pueblos aborígenes de Canarias, entroncados genética y culturalmente con los bereberes del norte de África. De hecho, hay evidencia de la existencia de un pueblo denominado canarii en el noroeste de dicho continente, tal y como relata el escritor romano Plinio el Viejo en su obra Historia Naturalis . A los Canarii se los engloba generalmente como guanches. Destacado.jpg


Es probable que el topónimo "Canaria", utilizado para denominar a la actual Gran Canaria desde la Antigüedad, provenga de este términoReferencia requerida. De ser cierta esta teoría, el nombre del Archipiélago no provendría del latín "can-canis" (perro), sino de este vocablo amazigh (a pesar de que el propio Plinio relaciona este término con la presencia de carne canina en la dieta del pueblo al que denominaba[1]).

Los canarii tenían una organización política protoestatal, situándose en la cúspide de su organigrama social el Guanarteme. Su economía se basaba en la agricultura, la ganadería, la recolección y el marisqueo. Vivían tanto en cuevas como en poblados en superficie. Realizaban pinturas rupestres, entre las que destacan la Cueva pintada de Gáldar. Su cerámica, la más elaborada del Archipiélago durante época aborigen, se realizaba sin torno. Fabricaban ídolos (Ídolo de Tara) y pintaderas, fundamentalmente de barro.


Etnónimo y toponimia

Existen varias hipótesis sobre el origen del término canario. Algunos investigadores suponen que deriva de la tribu bereber de los canarii del sur de Marruecos, tal y como relata el escritor romano Plinio el Viejo en su obra Historia Naturalis.[2][3] Otro origen del término es el que lo hace derivar del latín Canaria, usado en la Antigüedad para designar tanto a la isla de Gran Canaria como a todo el archipiélago,[4] o especulándose con la posibilidad de que canario sea la versión latinizada del verdadero nombre aborigen de la isla o de la etnia que la habitaba.[5]

El término ha sido traducido por lingüistas desde una forma primaria kanar —con la adición del morfema hispano de género— como 'frente grande' o figurativamente como 'frente de combate'.[2]

Otra hipótesis plantea que el término proviene de los fenicios o cananeos, que se autodenominaban kena'ani, y cuyos navegantes fueron los primeros en recalar en las costas de las islas.Referencia requerida

Orígenes

Aunque existe controversia, casi todos los investigadores modernos consideran que tanto la población aborigen de Gran Canaria como la del resto del archipiélago procedía originalmente del norte de África, estando emparentada con los bereberes. No obstante, se mantiene la incógnita entre los historiadores sobre cómo llegaron a la isla, si por sus propios medios o transportados por otros pueblos como los fenicios, cartagineses o romanos.

La datación más antigua realizada sitúa la llegada de las primeras poblaciones aborígenes a la isla en el siglo v a. C.[6]

Por su parte, los propios aborígenes desconocían su procedencia, tal como refleja el cronista Andrés Bernáldez en su obra Memorias del reinado de los Reyes Católicos. Según este autor, interrogados los canarios más ancianos sobre su origen solo supieron responder que: «...nuestros antepasados nos dijeron que Dios nos puso y dejó aquí, é olvidonos...».[7]

Demografía

No existen datos fiables sobre el número de aborígenes en el momento de la conquista, pero según los primeros historiadores Gran Canaria era una de las islas más pobladas, siendo su población de entre 10 000 y 30 000 habitantes.[8][9]

Modo de vida

Los higos formaban parte importante de la alimentación aborigen.

Economía y subsistencia

La economía de los antiguos canarios se basaba principalmente en la agricultura, apoyada por una importante actividad ganadera.

La agricultura de Gran Canaria, la más desarrollada del archipiélago, era tanto de secano como de regadío, cultivándose cereales −principalmente cebada o azamotan y también trigo que transformaban en gofio una vez tostado y molido el grano−, leguminosas −arvejas, habas y lentejas− e higueras. El cultivo de estos últimos frutales parece haber sido bastante importante en la cultura insular, estando aceptada su introducción por los propios aborígenes en contra de la antigua opinión de haber sido traídos por los mallorquines en el siglo xiv.

El excedente se almacenaba en graneros comunales.

En cuanto a la ganadería, poseían sobre todo cabras que denominaban aridaman, así como ovejas o tahatan de una raza africana sin lana, cerdos o taquasen y dos razas de perro de mediano tamaño llamados cuna,[nota 1] siendo una de ellas, la más abundante en el registro arqueológico, de aspecto similar al dingo australiano. Las pruebas arqueológicas apuntan asimismo a la cinofagia o consumo del perro como alimento entre los aborígenes grancanarios.[11]

De los animales domésticos, además de carne, se obtenía leche y productos derivados como el queso o la manteca.

La alimentación se complementaba con la recolección de frutos y semillas silvestres como los mocanes, bicácaros, madroños, piñones y dátiles, el aprovechamiento de la miel de colmenas salvajes y la caza de lagartos gigantes, aves y cerdos asilvestrados.[nota 2]

Los productos del marisqueo y la pesca también eran importantes en la dieta aborigen, existiendo cierta diferenciación social en la práctica de ambos casos, estando la pesca monopolizada por la clase noble mientras el marisqueo era desarrollado por el resto de la población. Entre los productos del marisqueo abundan en los yacimientos arqueológicos especies de los géneros Patella, Cardium, Conus, Trochus y Osilinus, mientras que de la pesca las especies más consumidas eran las sardinas, las viejas y diferentes tipos de espáridos.

Hábitat

Cueva de los Canarios, ejemplo de poblado de cuevas artificiales.

El hábitat de los aborígenes grancanarios era eminentemente troglodita, aunque también eran hábiles en la construcción de casas de piedra. Una característica del hábitat grancanario frente al del resto del archipiélago era la presencia de poblados que pueden ser catalogados como auténticas proto-ciudades.

Viviendas

Las cuevas utilizadas eran las naturales, que abundan en la geografía insular, así como otras excavadas por ellos mismos en la roca, existiendo posiblemente oficiales especializados encargados de esta tarea.[nota 3]

La cueva artificial era excavada en materiales volcánicos blandos, como las tobas, eligiéndose lugares en las laderas de los barrancos o las zonas altas de las montañas con buena insolación y protegido de los vientos. El interior de la cueva presenta una tipología variada, estando constituida generalmente por un espacio central con varias habitaciones anexas excavadas en los laterales y en el fondo de la cueva frente a la entrada. En algunos casos varias cuevas se comunican entre sí, disponiéndose en el espacio también en diferentes niveles conectados por sendas o escaleras acondicionadas artificialmente. Las cuevas contaban asimismo con oquedades a modo de ventanas y puertas de madera.

Reconstrucción del interior de una casa aborigen

Las casas eran construcciones de planta angular —oblonga, rectangular, cuadrada o cruciforme— en el interior y circulares u ovaladas en el exterior. Las paredes estaban constituidas por piedras secas superpuestas formando un doble muro de más de un metro de espesor con un espacio entre ambos rellenado por piedras más pequeñas. La techumbre estaba formada por travesaños de madera —generalmente de pino canario— sobre los que se apilaban lajas de piedra y ramas, cubiertos luego por tierra apisonada. Estas viviendas llegaron a formar densos asentamientos tanto en la costa como en el interior. Los poblados de casas se hallaban generalmente en las zonas llanas próximas a los cauces de los grandes barrancos. En algunos lugares convivían los poblados de cuevas con las casas, destacando los de Gáldar, o los de Cendro y Tara en la demarcación de Telde.

Otras construcciones

Cenobio de Valerón, granero comunal aborigen ubicado en una ladera escarpada.

En algunos poblados como los de Tufia o La Guancha aparecen estructuras anexas a las casas en forma de amplias plazas amuralladas que pueden corresponderse con el lugar donde los canarios «solian hacer sus fiestas, juegos y justicia de malhechores» según los primeros historiadores. Algunos investigadores modernos comparan esta estructura con el tagoror guanche.

Una tipología particular de poblado eran los que se construían en torno a los graneros colectivos. Estos se situaban en lo alto de las montañas o roques, constituyendo verdaderos poblados fortificados a donde la población se recogería en tiempos de peligro, como hicieron durante los últimos momentos de la conquista castellana. Estos poblados fortificados estaban compuestos por cuevas de habitación, grandes espacios donde estabular el ganado y oquedades a modo de almacenes. Destacan en este sentido las «fortalezas» localizadas en el interior de las calderas de Tejeda y Tirajana.

Las fuentes históricas parecen sugerir que las cuevas artificiales eran utilizadas por la clase noble aborigen, mientras que las casas de piedra eran propias del común de la población.

Enterramientos

Aspecto del conocido como «túmulo del Rey», en la necrópolis de Arteara.

Los antiguos canarios daban sepultura a sus muertos tanto en cuevas, oquedades y tubos volcánicos como bajo túmulos funerarios, siendo esta última una práctica común en Gran Canaria.

El enterramiento en cueva se halla por toda la isla, pudiendo ser individual o colectivo formando necrópolis, y situándose aislada en el terreno o como parte de los poblados. El interior de la cueva era parcialmente acondicionado de diversas maneras; la entrada estaba generalmente tapiada con un muro de piedra y en algunas necrópolis aparecen muros interiores que delimitan los espacios sepulcrales.

Los cuerpos, que según la práctica aborigen no podían estar en contacto directo con el suelo, se colocaban sobre camillas de madera de sabina o drago, lajas de piedra o bien sobre una yacija de elementos vegetales y lapilli. Los cadáveres eran envueltos en capas de piel o en esterillas de junco, palma o mimbre, y junto a ellos se colocaba ajuar doméstico como vasijas y punzones, así como bastones y armas.

Por su parte, el enterramiento en túmulo se concentraba en las zonas próximas a la costa, en terrenos pedregosos y relativamente llanos, existiendo diferentes tipologías:

Ejemplo de túmulo colectivo. Réplica en miniatura del túmulo de La Guancha.
  • Túmulo simple. Está formado por una acumulación de piedras de forma troncocónica con base circular, oval o cuadrada, que cubre una fosa individual excavada directamente en la tierra o protegida por losas de piedra a modo de cista. Este tipo de túmulos se hallan agrupados formando necrópolis, estando generalmente rodeados de una pared de piedras a modo de delimitación del espacio sepulcral. Como ejemplo de este tipo de enterramiento tumular destaca la necrópolis de Arteara.
  • Túmulos colectivos. Están constituidos por una estructura de base circular u oval, con un torreón central del que parten varios radios que delimitan, en las gradas o escalones concéntricos al núcleo principal, diversas fosas o cistas. Destacan la necrópolis de La Guancha, en Gáldar.

Un tercer tipo de enterramiento practicado por los aborígenes era la inhumación en fosas directamente excavadas en la tierra.[14]

Industria

Cerámica

 Artículo principal: Cerámica aborigen de Gran Canaria

Su cerámica, la más elaborada del archipiélago, se realizaba sin torno.

Diversos utensilios de la cultura aborigen.

Indumentaria

Los aborígenes de Gran Canaria utilizaban vestidos hechos tanto con piel de cabra como con tejidos vegetales, estos últimos característicos de la cultura grancanaria.

El grueso de la población vestía con unos taparrabos o faldas cortas hechas de hojas de palma tejidas con fibras de junco, ceñidas por encima del talle con cintos. Otra pieza de la indumentaria era el tamarco, una especie de capa de piel con pelo que era utilizada como abrigo, confeccionándose también con piel trajes talares. Utilizaban además tocados de plumas y una especie de montera hecha con el pellejo entero de un cabrito con las patas colgando a los lados y amarrados al pescuezo. Como calzado utilizaban sandalias hechas con cuero de cabra o cerdo.

Todos los vestidos eran teñidos con tintes naturales.

Según Niccoloso da Recco las mujeres casadas se cubrían el busto con pieles de cabra blancas, mientras que las solteras iban con el pecho descubierto.

Armas

Entre las armas que utilizaban los canarios se encuentran dardos arrojadizos llamados susmago, garrotes o mazas con engrosamiento en su extremo y en ocasiones con lajas de piedra incrustadas, lanzas de unos dos metros con las puntas endurecidas al fuego denominadas amodaga, y una especie de espadas de madera denominadas magado o majido. También poseían escudos de madera de drago pintados de rojo, negro o blanco, o con motivos ajedrezados.

Las maderas utilizadas en su confección eran generalmente de pino, sabina, acebuche, barbusano y orijama.

Referencias

  1. Descripción de los Canarii por Plinio el Viejo
  2. 2,0 2,1 Reyes García, Ignacio (2011). Diccionario Ínsuloamaziq. Santa Cruz de Tenerife: Fondo de Cultura Ínsuloamaziq. ISBN 978-84-615-0960-7. 
  3. Error en la secuencia de órdenes: no existe el módulo «Citas».
  4. Leal Cruz, Pedro Nolasco (2009). «Sobre los términos Canaria, canario, Canarias, canarios, Gran Canaria». El Museo Canario (Las Palmas de Gran Canaria: El Museo Canario) (64):  pp. 157-182. ISSN 0211-450X. http://www.elmuseocanario.com/images/documentospdf/revistaelmuseo/Revistas/2009.pdf. 
  5. Error en la secuencia de órdenes: no existe el módulo «Citas». (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  6. Alberto Barroso, Verónica; Criado Hernández, Constantino; Machado Yanes, María del Carmen; Morales Mateo, Jacob; Rodríguez Rodríguez, Amelia del Carmen (2007). «El impacto de las actividades humanas sobre el medioambiente en las islas Canarias durante la prehistoria». El Indiferente (La Orotava: Ayuntamiento de la Villa de La Orotava) (19):  pp. 72-79. ISSN 1885-5172. http://www.webs.ulpgc.es/canatlantico/pdf/19/23/humanas_medioambientales.pdf. 
  7. Bernáldez, Andrés (1869). Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca. ed. Historia de los Reyes Católicos. Sevilla: Sociedad de Bibliófilos Andaluces. http://fama2.us.es/fde/ocr/2007/historiaDeLosReyesCatolicosT1.pdf. Consultado el 8 de octubre de 2016. 
  8. Arbelo Curbelo, Antonio (1984). «Sobre demografía histórica de Canarias». El Museo Canario (Las Palmas de Gran Canaria: El Museo Canario) (44):  pp. 19-26. ISSN 0211-450X. http://www.elmuseocanario.com/images/documentospdf/revistaelmuseo/Revistas/1984_I.pdf. 
  9. Macías Hernández, Antonio Manuel (1992). «Expansión europea y demografía aborigen. El ejemplo de Canarias, 1400-1505». Revista de Demografía Histórica (España: Asociación de Demografía Histórica) 10 (2):  pp. 9-46. ISSN 1696-702X. Archivado del original el 13 de octubre de 2016. https://web.archive.org/web/20161013000259/https://www.adeh.org/?q=es%2Fsystem%2Ffiles%2FRevista%2F1992%2C%202%2FAM%20Mac%C3%ADas%2C%20X%2C%202%2C%201992%2C%20pp%209-45.pdf. 
  10. Wölfel, Dominik Josef (1965) (en alemán). Monumenta Linguae Canariae. Die Kanarischen Sprachdenkmäler. Eine Studie Zur Vor- und Frühgeschichte Weißafrikas [Monumenta Linguae Canariae. Los monumentos del habla canaria. Un estudio sobre la prehistoria y la historia del África Blanca]. Graz: Akademische Druc. 
  11. Torres Palenzuela, José Antonio (1990). «La economía prehispánica de Canarias y sus estrategias adaptativas a las distintas islas». Aguayro (Las Palmas de Gran Canaria: La Caja de Canarias) (186):  pp. 006-013. ISSN 0212-5021. http://mdc.ulpgc.es/cdm/singleitem/collection/aguayro/id/2591/rec/46. 
  12. Velasco, Javier (2007). «¿Qué hay para comer? (I)». Bienmesabe.org (Arucas: Asociación Cultural Bienmesabe) (147). ISSN 1885-6039. http://www.bienmesabe.org/noticia/2007/Marzo/que-hay-para-comer-i. 
  13. Rodríguez Quintana et al, José Yeray (2008). El patrimonio troglodítico de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria: Asociación Insular de Desarrollo Rural de Gran Canaria. ISBN 978-84-612-5566-5. http://mdc.ulpgc.es/cdm/singleitem/collection/MDC/id/136880/rec/24. 
  14. Alberto Barroso, Verónica; Delgado Darías, Teresa; Velasco Vázquez, Javier; Santana Cabrera, Jonathan (2013-2014). «En la ambigüedad de tu piel. Sobre momias y tumbas». Tabona: Revista de prehistoria y de arqueología (San Cristóbal de La Laguna: Universidad de La Laguna) (20):  pp. 33-60. ISSN 0213-2818. Archivado del original el 18 de octubre de 2016. https://web.archive.org/web/20161018214026/http://publica.webs.ull.es/upload/REV%20TABONA/20%20-%202013-14/Revista%20Tabona%2020%20(2013-14).pdf. Consultado el 14 de octubre de 2016. 

Enlaces externos


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