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Marquesado de Lanzarote

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Marquesado de Lanzarote
Corona de marqués.svg
Corona marquesal
Primer titular Agustín de Herrera y Rojas
Concesión Felipe II
1 de mayo de 1584
Actual titular Luis Benítez de Lugo y Massieu


Escudo de Lanzarote.
Situación de la isla de Lanzarote, provincia de Las Palmas.

El Marquesado de Lanzarote es un título nobiliario español creado el 1 de mayo de 1584 por el rey Felipe II [1]a favor de Agustín de Herrera y Rojas, gobernador y capitán general de las islas de Madeira y de Porto Santo.

Su denominación hace referencia a la isla de Lanzarote, en las Islas Canarias.


La isla de Lanzarote es la más oriental del archipiélago canario.
Los Herrera poseían el señorío de Lanzarote como causahabientes del caballero normando Juan de Béthencourt, que conquistó la isla en 1402. Óleo de Louis Garneray (1848).
Expedición de Juan de Béthencourt y Gadifer de La Salle a la isla de Lanzarote en 1402. Ilustración del texto G de Le Canarien, atribuido al propio La Salle.
Verdadero retrato del Señor Jhean IV de Béthencourt, Rey de Canarias, realizado en 1630 por Balthasar Moncornet.
La Torre del Conde fue edificada en San Sebastián de La Gomera a mediados del siglo XV por Diego García de Herrera, señor de las Canarias por su matrimonio con Inés Peraza de las Casas. Es la única construcción defensiva que se conserva en las islas de la época de la Conquista y también el edificio gótico más meridional del mundo. La designación del Conde alude al título de conde de La Gomera prometido por los Reyes Católicos a dicho Diego García en las capitulaciones de 1477 y concedido efectivamente en 1515 a su nieto Guillén Peraza de Ayala por la Reina Juana la Loca.[2]
Años {{{década}}}90]] y hoy el edificio se halla en ruinas.
Castillo de Santa Bárbara y San Hermenegildo en la isla de Lanzarote. Desde su privilegiado emplazamiento al borde del cráter del volcán Guanapay, domina una extensa caldera de tierra y tiene también amplias vistas sobre la costa oriental. La torre primitiva fue levantada en 1312 por Lanceloto Malocello, el navegante italiano que dio nombre a la isla. Y en el siglo XV la construyó de nuevo Sancho de Herrera el Viejo, I señor de Lanzarote y Fuerteventura, como símbolo del poder señorial y con la doble finalidad de servir de atalaya costera y guarnecer la villa de Teguise, capital de la isla hasta 1847.
El castillo de Santa Bárbara o de Guanapay, con el tamaño y fortificaciones que hoy tiene, fue construido en 1573 por Agustín de Herrera y Rojas, I conde de Lanzarote, a partir de la torre medieval levantada por su tío-bisabuelo. Quince años más tarde —y después de que el pirata Morato Arráez arrasara la isla en 1586— fue reconstruido por el mismo señor, que ya era marqués de Lanzarote, con intervención del ingeniero Leonardo Torriani. En 1598, días después del fallecimiento del marqués, arribó a la isla con la intención de secuestrarle una flota inglesa al mando del corsario lord Cumberland.[3] Desde 2011, la antigua fortaleza alberga el Museo de la Piratería: un centro de interpretación sobre los piratas y corsarios relacionados con la historia de las Canarias. Sus fondos incluyen una colección de armas antiguas y de maquetas navales. Detalle de una garita y una poterna con puente levadizo.
El castillo de San Gabriel se yergue sobre un islote en la bocana del puerto de Arrecife, actual capital de la isla de Lanzarote. El castillo primitivo fue construido en 1582 por Agustín de Herrera y Rojas, entonces conde de Lanzarote, a requerimiento del comisionado Alonso Rubián, que había visitado la isla por el Rey Felipe II. Era «de cal y canto, con cuatro baluartes y sus casamatas, y un puente de cantería con un ojo levadizo, que guardado por artillería, alcaide, artilleros y soldados, era razón de que los navíos franceses hubiesen abandonado aquel derrotero», según declaraba el conde en un memorial que dirigió a S.M. solicitando el título de marqués.[4] Esta fortificación fue destruida y reconstruida muchas veces, lo que motivó que al islote le haya quedado el nombre de El Quemado. Servía también de atalaya costera, por lo que tenía campana para alertar a la población de los ataques por mar.
Castillo de Atienza.


El señorío de Lanzarote y Fuerteventura

El señorío de todas las islas de Canaria —meramente nominal sobre Gran Canaria y Tenerife— había pertenecido a Inés Peraza de las Casas, bisabuela del primer conde y marqués, que fue hija de Hernán Peraza el Viejo y nieta materna de Guillén de las Casas, los cuales también se titularon señores de las islas y obtuvieron confirmaciones de su derecho a conquistarlas como causahabientes de Juan de Béthencourt.

El barón normando Jean IV de Béthencourt —que entre 1402 y 1405 conquistó efectivamente las islas de Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura— obtuvo los derechos de conquista de todo el archipiélago por capitulaciones hechas en 1403 con el Rey Enrique III de Castilla, y fue confirmado como señor jurisdiccional por Juan II en 1412.[5]

La citada Inés Peraza, junto con Diego García de Herrera su marido, otorgó capitulaciones con los Reyes Católicos en Sevilla el 15 de octubre de 1477, por las que cedió a la Corona sus derechos sobre Gran Canaria, Tenerife y La Palma, reservándose las cuatro islas grandes de Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, y las menores de Alegranza, La Graciosa, Santa Clara y Lobos, con otros roques o islotes.[6] Y por sus disposiciones de 1488 y 1502 las repartió entre sus hijos con facultad real, formando dos señoríos: 1.º el de La Gomera y El Hierro, que legó con vínculo a Hernán Peraza el Mozo, su segundogénito y mejorado,[7] y 2.º el que se llamó señorío de Lanzarote y Fuerteventura, que comprendía estas dos islas grandes y las cuatro menores, y que legó libre y pro indiviso a otros tres hijos suyos. En efecto, de las rentas y jurisdicción de estas islas hacía doce partes indivisas y mandaba cinco dozavos a Sancho de Herrera el Viejo, cuatro a María de Ayala, mujer de Diego de Silva, y tres a Constanza Sarmiento, casada con Pedro Fernández de Saavedra el Viejo. Al no estar vinculado este señorío, sus descendientes pudieron acrecer y disponer de las partes que les tocaron. El concesionario del condado y marquesado —en quien se unían la descendencia de Sancho de Herrera y la de los Saavedra— había llegado a reunir por distintos títulos once dozavos.

Lista de señores, condes y marqueses de Lanzarote

Titular Periodo
Señores de las islas de Canaria
I
Juan de Béthencourt
1403-1418
II
Maciot de Béthencourt (lugarteniente)
c.1411-1418
III
Enrique de Guzmán, conde de Niebla
1418-1430
IV
Guillén de las Casas
1430-1440
V
Guillén de las Casas el Mozo
1440-1443
VI
Inés de las Casas
1443-c.1450
VII
Inés Peraza de las Casas
1454-1503
Señores de Lanzarote y Fuerteventura
I
Sancho de Herrera el Viejo
1503-1534
II
Constanza Sarmiento la Moza
1534-1549
III
Agustín de Herrera y Rojas (I conde y marqués)
1549-1598
...
Los 14 primeros marqueses fueron señores
1598-1837
Conde de Lanzarote
I
Agustín de Herrera y Rojas (después I marqués)
1567-1584
Marqueses de Lanzarote
I
Agustín de Herrera y Rojas (antes conde)
1584-1598
II
Agustín de Herrera y Rojas
1598-1631
III
Agustín de Herrera y Rojas
1631-1632
IV
Luisa Bravo de Guzmán
1632-1661
V
Fulgencio Bravo de Guzmán y Meneses
1661-1665
VI
Juan Francisco Duque de Estrada y Bravo de Guzmán
1665-1696
VII
Manuel Duque de Estrada y Meneses
1696-1709
VIII
Leonor Duque de Estrada y Urbina
1709-1718
IX
Martín González de Castejón Belvís e Ibáñez
1729-1736
X
Martín González de Castejón e Ibáñez de Segovia
1736-1752
XI
Martín González de Castejón y Villalonga
1752-1764
XII
María del Pilar González de Castejón y Villalonga
1764-1775
XIII
María de Silva y González de Castejón
1775-1825
XIV
Juan Bautista de Queralt y Silva
1825-1865
XV
Juan de Queralt y Bucarelli
1865-1873
XVI
Hipólito de Queralt y Bernaldo de Quirós
1873-1877
XVII
Enrique de Queralt y Fernández Maquieira
1877-1934
XVIII
Enrique de Queralt y Gil-Delgado
1953-1967
XIX
Luis Felipe Benítez de Lugo y Massieu
1967-hoy

Historia genealógica

Señores de Lanzarote y Fuerteventura

Para aclarar las líneas genealógicas por donde tocaban al concesionario del marquesado sus derechos al señorío de la isla de Lanzarote, es preciso remontarse hasta la ya citada doña Inés Peraza de las Casas, última señora de todas las islas de Canaria, que era antepasada suya por dos líneas diferentes, ilegítimas ambas. En efecto, esta señora fue bisabuela materna-paterna del I marqués de Lanzarote y a la vez su tatarabuela paterna-paterna-materna.

  • Inés Peraza de las Casas (c.1420-c.1503), última señora jurisdiccional de las siete islas de Canaria, fue hija de Hernán Peraza el Viejo y de Inés de las Casas, señores de las mismas, y quedó subrogada en la primogenitura por «la malandanza» de su hermano Guillén, tan llorado por las damas. En 1476 fue confirmada en el señorío por los Reyes Católicos,[5] con quienes al año siguiente otorgó las capitulaciones ya citadas por las que cedía a la Corona las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, reservándose las demás. Y por su testamento, hecho en Sevilla el 15 de febrero de 1488, dividió la jurisdicción en dos señoríos como queda dicho y fundó mayorazgo de uno de ellos, con poder de su marido y facultad real, en favor de su hijo Hernán.[7]
Casó con Diego (García) de Herrera y Ayala, trece de Santiago y veinticuatro de Sevilla, donde había nacido hacia 1417. Falleció el 22 de junio de 1485 en Betancuria, capital de la isla de Fuerteventura, y fue enterrado en el convento franciscano de San Buenaventura, edificado a sus expensas.[8] Este señor tuvo grandes diferencias con sus vasallos y con la Iglesia sobre el cobro de quintos y diezmos en su jurisdicción. Construyó las torres defensivas de Gando en Gran Canaria, Añaza en Tenerife, y la que hasta hoy se conoce en su memoria como Torre del Conde, en San Sebastián de La Gomera. No llegó a poseer el título de conde de La Gomera, prometido por los Reyes Católicos en las citadas capitulaciones.[2] Era hijo tercero de Pedro García de Herrera, señor de Ampudia[9] y mariscal de Castilla, que tomó Jimena de la Frontera en 1431 y se halló en la de Antequera en 1410, y de María de Ayala su mujer, señora de la casa y valle de Ayala y de las villas de Salvatierra, Salinillas y Berberana, todo en la provincia de Álava; nieto de Garci González de Herrera, mariscal de Castilla, general de la frontera de Lorca, y de Inés de Rojas su mujer, de los señores de Monzón, que era hermana del arzobispo de Toledo Sancho de Rojas y antes estuvo casada con Hernán Gutiérrez de Sandoval; y materno de Fernán Pérez de Ayala, señor de Salvatierra, merino mayor y corregidor de Guipúzcoa, alférez del pendón de la Banda, embajador en Francia durante la minoridad de Juan II, y de María Sarmiento su mujer, señora de Salinillas, hija de los señores de Salinas de Añana.[10] De este matrimonio quedaron cinco hijos:[11]
  1. El primogénito fue Pedro García de Herrera, señor de El Hierro, veinticuatro de Sevilla,[12] hombre destemplado y de mala índole, a quien sus padres desheredaron por sus muchos desacatos.[13] En 1474 se capituló casarle con Antonia de Ribera,[14] y con tal motivo le cedieron sus padres el señorío de la isla de El Hierro.[15] Nacida fuera de matrimonio, esta señora había sido legitimada por carta del Rey Enrique IV[16] y era hija de Rodrigo de Ribera, señor de las villas de Pruna, Teba y Algamitas, veinticuatro de Sevilla, y de Aldonza de Ribera y Portocarrero, su prima carnal; nieta de Gonzalo Mariño de Ribera, señor de Huévar, de los señores de Espera y Bornos, y de María de Sotomayor, su mujer, que era hermana del maestre de Alcántara Gutierre de Sotomayor,[17] y materna de Diego Gómez de Ribera, II adelantado de Andalucía, señor de Los Molares y de Alcalá de los Gazules, que era medio hermano de Gonzalo Mariño, y de Beatriz Portocarrero, su mujer, de los señores de Moguer.[18] Su madre estuvo casada con Alfonso Fernández de Córdoba, de quien enviudó pronto, hijo primogénito del señor de Alcaudete y Montemayor, a quien premurió. Y de este fugaz matrimonio nació un hijo póstumo: Alfonso de Montemayor, a quien llamaron el Desheredado por haberle privado su abuelo de heredar sus estados. Y además de este, Antonia tuvo también por medio hermano a Pedro de Ribera, señor de Pruna, hijo natural de su padre y legitimado igualmente por Enrique IV. Los señores de las Canarias habían procurado a su primogénito un enlace ilustre,[19] pero el matrimonio terminó trágicamente en 1477 con la muerte violenta de la esposa a manos del marido. Además de la pesquisa criminal, por haber muerto esta señora sin prole hubo un pleito por su herencia.[20] El parricida fue condenado a muerte en rebeldía y anduvo 17 años prófugo de la justicia hasta que obtuvo carta de perdón de los Reyes Católicos, dada el 10 de noviembre de 1494.[21] Primero huyó a Portugal, pero pronto regresó a las Canarias, donde sus padres le dieron refugio clandestino; hacia el año 1480 les pagó su clemencia «intentando sublevar a los vasallos para arrebatarles el dominio»;[22] a raíz de ello le tuvieron preso, y sus últimos años de forajido los pasó en Sevilla, acogido a sagrado en el monasterio de San Jerónimo de Buenavista.[23] Después del perdón real, Pedro volvió a casar con María Lasso de la Vega, sobrina carnal de su primera mujer: hija de su hermano uterino Alfonso Fernández de Córdoba y Montemayor, el Desheredado, y de Elvira Lasso de la Vega, naturales de Sevilla.[24] De la segunda tuvo por hijos a
    1. Inés de Herrera y Ayala, nacida en Sevilla hacia 1484, que casó con Cristóbal de Montemayor y Lasso de la Vega, su tío carnal, hermano de su madre, con prole,
    2. y a Juan Peraza de Ayala, que casó con Catalina de Cabrera y Umpiérrez. Procrearon a
      Hernán Peraza Dumpiérrez, que regresó al archipiélago y fue alguacil mayor de la Inquisición de Canaria, con residencia en Las Palmas, y regidor de este cabildo. Casó con María de Montemayor y Ayala, su prima hermana, hija de Cristóbal de Montemayor y de Inés de Herrera, antes citados, y tuvieron descendencia que volveremos a citar.[25]

  2. Hernán Peraza el Mozo, segundogénito, que fue señor de La Gomera y El Hierro. No llegó a gozar el mayorazgo que le fundó su madre,[7] ya que la premurió, pero ella le había cedido en vida la jurisdicción y rentas de ambas islas: la de La Gomera en 1478[26] y la de El Hierro en 1486.[27] Murió en noviembre de 1488 a manos de los indígenas gomeros. Casó en Madrid año de 1482[28] con Beatriz de Bobadilla y Ulloa, llamada la Cazadora por el oficio que tuvo su padre en la Real Casa, y que contrajo segundas nupcias con Alonso Fernández de Lugo, I adelantado mayor de las Canarias. Era hermana de frey Francisco de Bobadilla, comendador de Auñón en la Orden de Calatrava, e hija de Juan de Bobadilla, natural y regidor de Medina del Campo, corregidor de Madrid y alcaide de sus Alcázares, doncel de Enrique IV y cazador mayor de los Reyes Católicos, y de Leonor Álvarez de Vadillo, camarera de la Reina Leonor de Aragón; nieta de Cristóbal de Bobadilla y de Juana de Ulloa, y sobrina segunda de Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya, la influyente amiga de Isabel la Católica. Dicho matrimonio fue ordenado por la Reina en 1481 para alejar de la corte a la joven y bella dama porque el Rey Fernando, su marido, había puesto sus ojos en ella.[29] Guillén Peraza se hallaba por entonces en la corte para dar explicaciones sobre la muerte de Juan Rejón.[30] Tuvieron por hijos a
    1. Guillén Peraza de Ayala, I conde de La Gomera[2] y señor del Hierro, que falleció en junio de 1565.Primero casó con su prima Beatriz Fernandez de Saavedra (*1488) y después con su otra prima María de Castilla, hija de Pedro Suárez de Castilla, gobernador de Gran Canaria, corregidor de Jerez de la Frontera, veinticuatro de Sevilla y tesorero de la Casa de Contratación, y de Leonor de Ulloa y Bobadilla, hermana de su madre y también llamada la Cazadora, y nieta de Alonso Carrillo de Acuña, señor de Caracena, y de Leonor de Toledo, señora de Pinto. Con dilatada e ilustre sucesión.
    2. E Inés de Herrera, que casó con un sobrino de su padrastro: Pedro Fernández de Lugo, II adelantado mayor de las Canarias.

  3. Sancho de Herrera el Viejo, que sigue.
  4. María de Ayala, que heredó de su madre cuatro dozavos del citado señorío. Casó hacia 1480 con el noble portugués Diego de Silva y Meneses (c.1430-1504), I conde de Portalegre, que era bastantes años mayor que ella, hermano de Santa Beatriz de Silva e hijo segundo de Rui Gomes da Silva, alcaide de Campo Maior, y de Isabel de Meneses, hija ilegítima del I conde de Vila Real. Este señor había llegado al frente de una expedición enviada por Alfonso V de Portugal para disputar a los españoles las islas Canarias. Y aunque resulta inexplicable, el Rey Enrique IV de Castilla le había otorgado el señorío y el derecho de conquista de estas islas por título de 1466, ignorando los inconcusos derechos de los Peraza que él mismo había confirmado poco antes a Diego de Herrera. Este casamiento fue concertado para transigir diferencias después de que el novio —que había llegado a dominar Lanzarote fugazmente— fuera depuesto por una revuelta en la que se concitaron los colonos castellanos y los aborígenes majos. El matrimonio residió en la corte de Lisboa y allí el marido fue muy favorecido por el Rey Manuel I, quien le creó conde en 1496 y le nombró su mayordomo mayor y canciller de la Puridad.[31] Entre otros hijos tuvieron a
    1. Juan de Silva, II conde de Portalegre, que fue como su padre mayordomo mayor del Rey Manuel I. Con posteridad en la que siguieron dicho título portugués y los cuatro dozavos que tocaron a su madre del señorío de Lanzarote y Fuerteventura. En 1573 sucedió en la casa su biznieta Felipa da Silva, IV condesa de Portalegre, nuera del I duque de Aveiro, y de esta señora hubo su parte del señorío español su cuñado Jorge de Lencastre, duque de Aveiro, quien por los años de 1575 la vendió al recién creado conde de Lanzarote, su pariente.
    2. Y al cardenal Miguel de Silva, obispo de Viseu, destacado hombre de letras, embajador en Roma durante muchos años de los reyes Manuel I y Juan III de Portugal, y después nuncio del Papa Paulo III cerca del Emperador Carlos V.

  5. Y Constanza Sarmiento (n.c.1460), llamada señora de Fuerteventura, que hubo por legado de su madre tres dozavos de las rentas y jurisdicción de dicha isla y la de Lanzarote. Casó en 1478 con Pedro Fernández de Saavedra el Viejo, su sobrino 3.º, veinticuatro de Sevilla, nacido hacia 1463 y finado en Fuerteventura en 1510. El novio era muy mozo al casar,[32] y pese a ello había defendido poco antes la fortaleza de Utrera, en rebeldía contra los Reyes Católicos. El matrimonio se estableció en Betancuria, Fuerteventura, y también tenían casa y mucho arraigo en Sevilla. Pedro Fernández fue un tenaz continuador del empeño conquistador de su suegro; hizo reiteradas entradas en Tenerife junto con Francisco Maldonado, gobernador de Gran Canaria, pero no consiguieron someter a los indígenas.[33] Era hijo segundo del mariscal de Castilla Fernán Arias de Saavedra, señor de Zahara,[34] comendador de Calzadilla en la Orden de Santiago y alcaide de las fortalezas de Tarifa y Utrera, que en 1477 se rebeló contra el Rey Fernando,[35] y de Juana de Mendoza su mujer, señora de la villa de Alcalá de Juana de Orta, donde murió con su marido en 1478 de un temblor de tierra;[36] nieto de Gonzalo Arias de Saavedra, del Consejo del Rey, trece de Santiago y comendador mayor de Montalbán, Aragón, que fue también señor de Zahara, mariscal de Castilla y alcaide de Tarifa y Utrera, y de Inés de Ribera y Moscoso, y materno de Pedro Fernández de Marmolejo, señor de Torrijos, veinticuatro de Sevilla, y de Juana Rodríguez de Esquivel, y biznieto de Fernandarias de Saavedra, señor del Castellar, alcaide de Cañete la Real, y de Leonor Peraza, su mujer (que era hermana de Hernán Peraza el Viejo, señor de las Canarias: hijos ambos de Gonzalo Martel y de Leonor Ruiz Peraza). Procrearon nueve hijos:[37]
    1. Fernán Arias de Saavedra (c.1480-1545), llamado también señor de Fuerteventura, vecino de Betancuria. Aunque era el primogénito, heredó solo un dozavo del proindiviso familiar y compartió el dominio de la isla citada con su hermano Sancho. Hizo frecuentes incursiones a las costas de Berbería, y en 1517 recuperó la fortaleza... Casó en Las Palmas hacia 1515 con María de Sosa, hija de Lope de Sosa, veinticuatro de Córdoba y alguacil mayor de Jaén, gobernador de Gran Canaria y de Castilla del Oro,[38] y de Inés Cabrera; nieta de Juan Alfonso de Sosa, veinticuatro de Córdoba y alcaide de la fortaleza de Bujalance, y de Isabel Fernández de Mesa, y materna de Pedro Cabrera, caballero de Santiago y veinticuatro de Córdoba, y de Beatriz de Aguayo. Este matrimonio fue muy desavenido y terminó en divorcio sin haber dejado prole.[39] Tuvo por mancebas al menos a dos mozas hidalgas de Lanzarote: una fue Margarita de Cabrera, hija de Diego de Cabrera y de Catalina Luzardo de Franchi, su primera mujer; nieta de Alonso de Cabrera Solier, gobernador de Lanzarote y alcalde de la fortaleza de Santa Cruz de la Mar Pequeña, y de Catalina Dumpiérrez. Y otra, Catalina Escobar de las Roelas,[40] que después de los días de su concubino crio al hijo que tuvieron, Pedro Fernández de Saavedra el Mozo, y por la prematura muerte de éste crio también a algunos de sus nietos, hijos ilegítimos de dicho Pedro,[41] y desde 1549, por fallecimiento de Constanza Sarmiento la Moza, su nuera, fue también tutora de su nieto Agustín de Herrera, futuro I marqués de Lanzarote, hijo legítimo de dichos Pedro y Constanza, ejerciendo en su nombre los derechos dominicales como señora tutriz.[42] Con estas dos señoras, Fernán Arias tuvo respectivamente por hijos adulterinos a
      1. Gonzalo de Saavedra, que heredó el dozavo de su padre y siguió llamándose señor de Fuerteventura. Compartía el dominio de esta isla con su prima Sancha de Herrera, y junto con ella se opuso a la creación del condado de Lanzarote a favor de Agustín de Herrera, aduciendo la parte que tenían en la jurisdicción.[43] La demanda de supresión no prosperó; y el conde, que era su sobrino carnal (hijo de su hermano Fernán Arias) le quiso comprar su parte del señorío, a lo que Gonzalo no accedió, pero llegaron a un acuerdo para el nombramiento del cabildo y justicias de Fuerteventura. Casó con María de la O Múxica, sobrina de Bernardino de Lazcano, regidor de Gran Canaria.
      2. Y Pedro Fernández de Saavedra el Mozo (n.c. 1510), de quien se hablará más abajo porque casó con Constanza Sarmiento la Moza, su tía 2.ª, II señora de Lanzarote y Fuerteventura.

    2. Pedro Fernández de Saavedra, que debió de morir niño o mozo. No se debe confundir a este malogrado vástago del linaje con su sobrino Pedro Fernández de Saavedra el Mozo, señor de Lanzarote, hijo de Fernán Arias, de quien se hablará más abajo.
    3. Sancho de Herrera y Saavedra, llamado señor de Fuerteventura, provincial de la Santa Hermandad de Andalucía. Su madre le mejoró dejándole en herencia dos dozavos de la jurisdicción y rentas de dicha isla y la de Lanzarote. Casó con Ana Mallar, hija de Tomás Mallar, y tuvieron por hijos a
      Francisco de Saavedra, que hubo dos dozavos del señorío y murió antes de 1585, dejando por hija y heredera a
      Sancha de Herrera, señora de Fuerteventura. Participó con Gonzalo de Saavedra, su primo hermano, en la demanda de supresión de la merced de conde de Lanzarote, otorgada en 1567 a Agustín de Herrera, su primo 2.º Pero después vendió al conde sus dos dozavos.

    4. Guillén Peraza de Ayala, que profesó en la Orden de Predicadores con el nombre de fray Vicente y vino a ser obispo visitador de las Canarias y prelado de la diócesis de Santa María de la Antigua del Darién en la Castilla del Oro, reinos de Indias. Tomó el hábito en el convento de San Pablo de Sevilla el 5 de abril de 1506.[44]
    5. María de Ayala, monja en San Clemente de Sevilla,
    6. Juana de Mendoza, que casó con Fernando Ortiz de Guzmán, señor de Castilleja de Talhara, las Torres de la Presa y Villafranca, todo en el reino de Sevilla, hijo de Alonso Ortiz de Guzmán, señor de los mismos estados, y de Mayor de Sandoval y Cerón. Con sucesión.
    7. Inés Peraza, que no dejó descendencia,
    8. Margarita de Herrera, que casó con Pedro de Pineda, escribano mayor del cabildo de Sevilla, con posteridad,
    9. y Constanza de Saavedra, que casó con Hernán Ponce de León, provincial de la Santa Hermandad de Sevilla.


La línea de los señores de Lanzarote siguió por
  • Sancho de Herrera el Viejo (1442-1534), considerado el I señor de Lanzarote y Fuerteventura porque en la herencia de su madre le tocó la parte mayor de dicho señorío: cinco dozavos. Falleció en Teguise el 23 de octubre de 1534 a los 92 de su edad, habiendo testado dos días antes.[45] Casó con Violante de Cervantes, hija de Jorge de Medina, veinticuatro de Sevilla, y de Beatriz Barba su mujer.[46] De este matrimonio no quedó sucesión, pero sí la tuvo Sancho de su unión extramatrimonial con una isleña perteneciente a la nobleza maja, llamada Catalina Dafía. Era hija de Guillén Dafía y nieta de Guadarfía, el último «rey» aborigen de Lanzarote, que al bautizarse tomó el nombre de Luis.[47] De esta unión tuvo Sancho una hija a la que dejó por heredera de sus bienes y señorío.


Dicha hija única y sucesora fue
  • Constanza Sarmiento la Moza, que pese a su ilegitimidad fue II señora de Lanzarote y Fuerteventura por haber heredado de su padre cinco dozavos de la jurisdicción. Ostentaba esta señora además la representación genealógica de los jefes aborígenes de Lanzarote, por ser biznieta materna de Luis de Guadarfía.[47] Se le dio el sobrenombre de la Moza para distinguirla de su tía carnal de igual nombre, con quien emparentó aún más al casar con un nieto suyo. En efecto, contrajo matrimonio con Pedro Fernández de Saavedra el Mozo (c.1510-1545), su sobrino 2.º, que era como ella hijo ilegítimo... Murió prematuramente en una de sus incursiones africanas el 27 de julio de 1545. Aunque Pedro no heredó de su padre ninguna parte en el señorío familiar, fue señor de Lanzarote jure uxoris. De este matrimonio fue hijo único
Agustín de Herrera y Rojas, I conde y marqués de Lanzarote, que sigue.


Además de este hijo legítimo, Pedro Fernández de Saavedra el Mozo tuvo otros cuatro naturales, que fueron hermanos consanguíneos del I marqués. Después de los días de su padre, estos niños se criaron en casa de Catalina Escobar de la Roelas, su abuela.[41] Tres de ellos los tuvo Pedro con Iseo de León,[40] moza hidalga, hija de Luis de León el viejo, gobernador de Lanzarote, y de Elvira Pérez su mujer, que vinieron a poblar esta isla con Inés Peraza. Y el último lo tuvo con una morisca. Fueron a saber:
  1. Diego Sarmiento, que pasó a residir en Gran Canaria, donde casó con María de Herrera y Ayala, su prima 3.ª, hija de Hernán Peraza de Umpiérrez, alguacil mayor de la Inquisición y regidor de Las Palmas, y de María de Ayala, su mujer y prima carnal, ya citados como nietos de Pedro García de Herrera (el primogénito de Diego García e Inés Peraza). Procrearon entre otros hijos a
    1. Pedro Sarmiento de Ayala y Rojas,[46] que también fue alguacil mayor de la Inquisición de Canarias.[40]
    2. Agustín de Herrera Sarmiento y Rojas,
    3. Constanza Sarmiento,
    4. y Juana Sarmiento, mujer del capitán Pedro Westerling y Jaques.

  2. Francisco Sarmiento,
  3. Juana Sarmiento
  4. y Juan de Saavedra, habido con la morisca.


Quizá uno de los varones casó con una señora de la familia de los Guzmanes, señores de la villa de Villantodrigo y de la casa fuerte de Olmos de Pisuerga en tierras de Palencia. Fueron padres de
Gabriel de Herrera Rojas y Guzmán, señor de Villantodrigo y de la casa fuerte de Olmos. Casó en aquella tierra con Mencía de la Serna, señora de Macintos, hija de Rodrigo Álvarez de la Serna, señor de la misma villa, y de Isabel de Guevara y Zúñiga; nieta de Álvar Ruiz de la Serna, señor de Macintos, y de Mencía de la Vega, y materna de Beltrán de Guevara, contino de la Real Casa, y de Isabel de Móxica. Tuvieron por hija y sucesora a
Constanza de Herrera Guzmán y Rojas, señora de Macintos y Villantodrigo y de la casa de Olmos, que casó con Francisco de Bazán, señor de la villa de Peñalba en el reino de Aragón, del Consejo de Hacienda de S.M., corregidor de Burgos, caballerizo de la Reina. Con prole que volveremos a citar.




Historia de los marqueses de Lanzarote

El concesionario del condado y el marquesado fue
  • Agustín de Herrera y Rojas (1537-1598), I conde y después I marqués de Lanzarote, III señor de Lanzarote y Fuerteventura, militar.[48] Falleció en Teguise el 18 de febrero de 1598 a los 61 años de edad, habiendo otorgado poder con que se hizo su testamento el 16 de marzo siguiente.[49] Había fundado mayorazgo en una hija año de 1576 con facultad real dada por Felipe II en 1568.[50] De su inventario resultó que estaba adeudado en más de 50.000 pesos, carga que causó muchos sinsabores a su viuda cuando se hizo cargo del señorío como tutora de su hijo.[51] Dos semanas después de su muerte, una flota inglesa armada en corso por lord Cumberland, ignorante del deceso, arribó a Lanzarote con la intención de secuestrar al marqués y cobrar un pingüe rescate.[3]
Tenía ocho años de edad al morir su padre. Constanza Sarmiento, su madre y tutora, era señora de Lanzarote por derecho propio, pero tuvo la «extraña decisión» de hacerle proclamar y jurar en Teguise el 10 de agosto de 1545.[52] Y por el fallecimiento de su madre, ocurrido cuatro años después, quedó bajo tutela de Catalina Escobar de las Roelas, su abuela paterna, que en su nombre fue también señora tutriz de Lanzarote.[42]
Entre 1556 y 1569 armó catorce expediciones a la costa de Berbería, de donde trajo a las islas gran número de esclavos.
A raíz de que S.M. le creara conde de Lanzarote, se opusieron a la concesión de esta dignidad Gonzalo de Saavedra y Sancha de Herrera, sus parientes ya referidos (tío 2.º y prima 2.ª), llamados señores de Fuerteventura, que aducían la parte que les tocaba en la jurisdicción de Lanzarote.[43] Después el conde compró al duque de Aveiro cuatro dozavos que tenía en ambas islas por cesión de los condes de Portalegre, y otros dos que tenía la citada Sancha de Herrera, hallándose dueño de once partes de doce. Y con Gonzalo de Saavedra, dueño de la restante, llegó a un acuerdo para el nombramiento del cabildo y justicias de Fuerteventura.
Casó dos veces: primera en 1553 con Inés Benítez de las Cuevas y Ponte, hija de Pedro de Ponte y Vergara, alcaide perpetuo de la casa fuerte de Adeje en Tenerife (que había construido él mismo por el año de 1556), regidor perpetuo de este cabildo, y de Catalina de las Cuevas, su mujer, que fundaron mayorazgo el 15 de abril de 1567; nieta de Cristóbal de Ponte, noble de la ciudad de Génova, y de Ana de Vergara, y materna del bachiller Alonso Belmonte, regidor y teniente de gobernador de Tenerife, y de Inés Benítez de las Cuevas, hija del conquistador Juan Benítez.[53] Y segunda vez casó con María Ana (o Mariana) Enríquez y Manrique de la Vega. De estos matrimonios tuvo el marqués dos hijos legítimos: una hembra nacida de su primera mujer, y un varón de la segunda:
  1. Constanza de Herrera y Rojas, hija de Inés Benítez, era la inmediata sucesora de su padre en 1576, cuando este fundó mayorazgo en su favor con la facultad otorgada por Felipe II.[50]
  2. Y Agustín de Herrera y Rojas, nacido unos cuarenta años después de Mariana Enríquez, fue el sucesor en la casa, y sigue.


Y tuvo además dos hijas bastardas, nacidas de su relación adulterina con Bernardina de Cabrera León y Béthencourt, mujer noble que estaba casada con el genovés Teodoro Espelta[54] y era hija de Luis de León el Valiente, gobernador de Lanzarote, y de Ana Cabrera y Solier. Se llamaron
  1. Juana de Herrera
  2. y Constanza de Herrera y Béthencourt, nacida en 1568 y a quien varias fuentes dan indebidamente el título de «condesa de Lanzarote». En 1586 fue capturada junto con la primera mujer de su padre por los piratas moros de Morato Arráez, que pidieron por ellas un rescate de quince mil ducados. El año anterior había casado con el militar, escritor y genealogista Gonzalo Argote de Molina, veinte años mayor que ella, quien capituló con los captores el rescate de las dos señoras. Argote fue natural y veinticuatro de Sevilla, provincial y juez ejecutor de la Santa Hermandad de esta ciudad y alférez mayor de las Milicias de Andalucía. Sirvió en la Toma del Peñón de Vélez y en la Guerra de las Alpujarras, y en 1595 defendió la isla de Gran Canaria del ataque de los corsarios Drake y Hawkins. Su monumental obra Nobleza del Andaluzía (Sevilla, 1588) es bien conocida de todos los amantes de la genealogía.[55]


Sucedió su hijo
  • Agustín de Herrera y Rojas (1594-1631), II marqués de Lanzarote, que por haber quedado huérfano de tierna edad vivió muchos años bajo tutela y cura de su madre.
Casó en 1622 con Luisa Bravo de Guzmán, de quien se hará mérito más abajo, pues fue IV marquesa. Tuvieron por hijo único y sucesor a otro
Agustín de Herrera y Rojas, que sigue.


Sucedió su hijo
  • Agustín de Herrera y Rojas (1626-1632), III marqués de Lanzarote. Falleció de edad de siete años y, en virtud de las disposiciones de su padre, le sucedió en la casa su madre.

Casa de los Bravos de Atienza

En este punto, la exposición genealógica de la sucesión de esta casa requiere remontarse hasta un 5.º abuelo de Luisa Bravo de Guzmán, que fue marquesa consorte de Lanzarote por su matrimonio con el II marqués y más tarde IV titular en sucesión de su hijo, pasando la casa después de sus días a sus parientes de la línea que vamos a exponer.[56]
Estos Bravos, establecidos en Atienza en el siglo XV, eran oriundos de San Vicente de la Barquera en las Asturias de Santillana. A la misma familia pertenecieron el famoso comunero Juan Bravo, natural de Atienza, y el obispo Juan de Ortega Bravo de Lagunas, que lo fue de Ciudad Rodrigo, de Calahorra y de Coria, donde murió en 1517.


El fundador del mayorazgo fue
  • Garci Bravo de Lagunas, alcaide de Atienza y de Sigüenza, hijo de Juan Bravo de Ortega, regidor de la ciudad de Baeza, donde era muy heredado, y de María de Lagunas su mujer y deuda.
Durante la Guerra de Sucesión Castellana, Garci Bravo tuvo un papel destacado en ganar la ciudad de Sigüenza para la Reina Doña Isabel.[57] Murió en 1787 junto con su yerno, de quien después de hablará, sirviendo a los Reyes Católicos en él la Toma de Málaga. En dicho año, y durante el sitio de dicha ciudad, otorgó testamento militar hecho en el Real y que fue protocolizado judicialmente el 31 de mayo de 1570 por Juan Sánchez Canales, escribano del número de Toledo. Por esta disposición fundaba vínculo del tercio y quinto de sus bienes y de la alcaidía perpetua de Atienza en Garci Bravo de Medrano, su nieto, hijo segundo de su hija Magdalena y de Diego López de Medrano. Origen del mayorazgo de los Bravos de Atienza.[58]
Casó con Catalina Núñez de Cienfuegos, de linaje asturiano, quien con motivo de la muerte de su marido y yerno en dicha acción recibió de los Reyes Católicos una cumplida carta de pésame y gratitud.[59]


Tuvieron por hija única a
  • Magdalena Bravo de Lagunas, que agregó vínculo en 1504 con facultad real. Obtuvo facultad de los Reyes Católicos para fundar mayorazgo, por Real Cédula dada en Sevilla a 5 de enero de 1500, y lo hizo por escritura que pasó en Medina del Campo el 4 de julio de 1504 ante Fernando de Villalobos, escribano público, en cabeza de Garci Bravo, su hijo segundogénito, que ya poseía el vínculo de mejora fundado por su padre. Y por su testamento hecho en Atienza el 16 de mayo de 1521 ante el escribano Antonio de Salcedo, aprobó y ratificó este mayorazgo y el que había fundado Garci Bravo su padre.[58]
Casó con Diego López de Medrano, señor de la villa y fortaleza de San Gregorio en tierras de Soria, que murió como su suegro sirviendo a los Reyes Católicos en el sitio de Málaga. Tuvieron tres hijos:
  1. Diego López de Medrano, primogénito, que tal vez sucedió a su padre como señor de San Gregorio, ...
  2. Garci Bravo de Medrano, segundogénito y primer llamado a poseer el mayorazgo de su madre y abuelo, que sigue,
  3. y Catalina de Medrano, dama de la Reina Isabel la Católica y mujer de Fernando de Sandoval, comendador de Huélamo en la Orden de Santiago, hermano de Bernardo de Sandoval y Rojas, II marqués de Denia, conde de Lerma, gran senescal de Sicilia, mayordomo mayor de los Reyes Fernando el Católico y Juana la Loca.


El primer poseedor del mayorazgo fue
  • Garci Bravo de Medrano, alcaide perpetuo del castillo de Atienza y señor de la casa de los Bravos de esta villa, que le vincularon su madre y abuelo.
Casó con Catalina de Mendoza, hija de Íñigo de Molina, III señor de las villas de Embid, Santiuste y El Pobo en el señorío de Molina, única habida de Catalina de Mendoza, su primera mujer; nieta de Alfonso de Molina, señor de los mismos estados y vasallo del Rey, que testó en 1484, y de María de Aguilera y de la Cerda, y materna de Pedro Carrillo de Mendoza, II conde de Priego, y de María de Quiñones, su mujer, que era hermana de Diego Fernández de Quiñones, I conde de Luna, merino mayor de León y Asturias.[60] Fueron padres de
  1. Garci Bravo de Medrano, que sigue, y de
  2. Diego López de Medrano, segundogénito, que fue señor de San Gregorio y casó con Francisca de Vinuesa. Fueron muy heredados en tierras de Soria,[61] y les sucedió su hijo
García de Medrano, natural y señor de San Gregorio, que casó con Catalina de Castejón, natural de Ágreda, hija de Juan González de Castejón, segundón de la casa principal de Ágreda y poseedor de un mayorazgo secundario, y de Isabel Díez Aux de Armendáriz, de los señores de Cadreita, nacida en Tudela. De quienes proceden los condes de Torrubia.[62]


  • Garci Bravo de Medrano, alcaide de Atienza, poseedor del mayorazgo de su padre y abuela.
Casó con Ana Sarmiento de Ayala y Rojas, su prima tercera, hija de Martín de Ayala, regidor de Toledo, caballero de Santiago, y de Beatriz Sarmiento, su mujer, natural de Burgos y señora del mayorazgo de Itero y Tardajos, fundado por el comendador Juan Martínez de Burgos; nieta de Martín Vázquez de Rojas, regidor de Toledo, y de Leonor de Ayala, del linaje Dávalos, y materna de García Sarmiento, yerno del citado comendador. Por los derechos de esta señora sucederían sus descendientes en el mayorazgo de los Rojas y Ayala de Toledo.[63] Tuvieron dos hijas:
  1. Luisa Bravo de Lagunas Ayala (Mendoza) y Rojas, que sigue,
  2. y Beatriz Sarmiento de Ayala, que fue la segunda mujer de Juan Duque de Estrada, señor de la casa de su apellido en Talavera de la Reina,[64] caballero de Santiago. Padres de
Juan Francisco Duque de Estrada y Bravo de Guzmán, señor de la misma casa y también caballero de Santiago, que casó dos veces: con Lucía de Tovar y Guevara y con Luisa de Salazar. De la segunda tuvo por hija a
Beatriz García Duque de Estrada y Salazar, natural y señora de la casa de Talavera de la Reina, que casó con Antonio Francisco Duque de Estrada y Arteaga, su sobrino 5.º, natural de Llanes, hijo segundo de Fernando Duque de Estrada y Manrique de Guevara, señor de la Vega del Sella y de la casa de Llanes, caballero de Santiago, y de Petronila de Idiáquez Butrón y Múxica, hija a su vez del secretario de Estado Francisco de Idiáquez Arteaga, comendador de Calatrava, y de Juana de Butrón Múxica Manrique y Padilla.[65] Fueron padres de
Juan Francisco Duque de Estrada y Bravo de Guzmán, de quien se hablará más abajo, pues fue VI marqués de Lanzarote.


  • Luisa Bravo de Lagunas Ayala (Mendoza) y Rojas casó con Pedro de Guzmán de Herrera y Olmedilla, señor del lugar de Olmedillas, arrabal de la ciudad de Sigüenza, caballero de Santiago, gentilhombre de boca del Emperador y del Rey Felipe II, vecino de la entonces villa de Alcalá de Henares donde poseía el mayorazgo de los Herreras y Guzmanes, con su capilla en el convento de San Diego; hijo de Pedro Díaz de Olmedilla y de la Lama, señor de Olmedillas, y de Ana de Guzmán de Herrera; nieto del doctor Francisco de Olmedilla, señor de Olmedillas, del Consejo de los Reyes Católicos y su refrendario, y de Beatriz de la Lama, y materno de García de Guzmán de Herrera y Hurtado de Mendoza, que fundó mayorazgo con facultad real de 1535, y de María de Barrionuevo, y biznieto de otro doctor Olmedilla, del Consejo de Juan II y su canciller y alcalde de Casa y Corte, natural de Olmedillas, y de María Dávila.[66] Tuvieron por hijos a
  1. Jerónimo de Guzmán, que sigue,
  2. y Francisco Bravo de Guzmán, segundogénito, señor de Olmedillas, caballero de Santiago, gobernador de Ocaña, que casó con Catalina Manrique de Vargas. Esta señora era hermana de Antonio Manrique de Vargas, I marqués de Charela, y de Ana de Cabrera y Manrique de Tapia, mujer de Íñigo López de Mendoza, V marqués de Mondéjar y VII conde de Tendilla, grande de España; hija Diego de Vargas y Manrique de Valencia, caballero de Alcántara, natural de Madrid, y de Mariana de Tapia, que casaron en Alcalá de Henares; nieta de Fadrique de Vargas y Cabrera, señor de la casa de Vargas de Madrid, caballero de Santiago, y de Antonia Manrique de Valencia, IV señora de Fuenteguinaldo, Villatoquite, Revenga, Villarmentero y San Vicente del Barco y de la casa de Valencia de Campos,[67] y biznieta de Diego de Vargas y Carvajal, señor de esta casa, y de Ana de Cabrera, que era nieta del III conde de Módica, vizconde de Cabrera y de Bas.[68][69] Procrearon a
    1. Beatriz Sarmiento o de Guzmán, que casó en Cuenca con Alonso Enríquez, sin descendencia;
    2. Jerónimo Bravo de Guzmán, señor de Olmedillas, que tampoco la tuvo legítima aunque la dejó natural,
    3. y Diego Bravo de Guzmán, caballero de Santiago, que finó en 1660 y casó en Talavera de la Reina con María de Padilla y Meneses de Toledo, hija de Fulgencio de Meneses (que era hermano de Luis de Padilla, señor de Villarejo de Fuentes) y de Isabel Lanchero.[68] Tuvieron por hijo a
Fulgencio Bravo de Guzmán y Meneses, señor de Olmedillas, caballero de Santiago, que seguirá como V marqués de Lanzarote.


  • Jerónimo de Guzmán, el primogénito, sucedió en el mayorrazgo de los Bravo. Casó con Antonia Bravo del Castillo, su prima, y tuvieron por hija única y sucesora a


  • Luisa Bravo de Guzmán, que fue la IV marquesa de Lanzarote en sucesión de su hijo el III marqués. Murió sin descendientes en 1661, y por su testamento agregó el marquesado, y el señorío de Lanzarote y Fuerteventura, al mayorazgo que poseía de la casa de los Bravos de Atienza.[70]
Esta señora casó cuatro veces: primera con Antonio de Mendoza, caballero de Calatrava; después, como queda dicho, con Agustín de Herrera y Rojas, II marqués de Lanzarote;
En terceras nupcias con el maestre de campo Juan de Castilla y Aguayo, señor del mayorazgo del Viso y Malabrigo, que eran dos cortijos en el reino de Córdoba, veinticuatro de esta ciudad y caballero de Calatrava, gentilhombre de la Cámara del Infante Cardenal, hijo de Juan de Castilla y Aguayo, poseedor del mismo vínculo, veinticuatro de Córdoba, y de María de Figueroa; nieto de otro Juan de los mismos apellidos, casa y oficio y de Ana de Velasco, y materno de Gonzalo de Hoces, también veinticuatro de Córdoba, y de María de Hoces.[71]
Y su cuarto marido fue Pedro de Paniagua de Loaysa y Zúñiga, señor de Santa Cruz de Paniagua en el alfoz de la ciudad de Plasencia, caballero de Calatrava, a quien también sobrevivió, y que antes estuvo casado con Teresa de Ayala y Manrique, de los condes de Cedillo, de la que tuvo por hijo al I marqués de Santa Cruz de Paniagua.[72]
Del segundo tuvo por unigénito a
Agustín de Herrera y Rojas (1626-1632), ya citado, III marqués de Lanzarote, que murió de edad pupilar como ya se ha dicho, sucediéndole su madre.


Colaterales de Luisa Bravo de Guzmán

A la IV marquesa le sucedió su sobrino segundo
  • Fulgencio Bravo de Guzmán y Meneses († 1665), V marqués de Lanzarote, señor de Olmedillas, caballero de Santiago, hijo de Diego Bravo de Guzmán y de María de Padilla y Meneses, y nieto de Francisco Bravo de Guzmán, señor de Olmedillas, y de Catalina Manrique de Vargas, arriba citados todos ellos.
Casó con Baltasara de Bazán Herrera y Rojas, señora de honor de la Reina Mariana de Austria.[68] Era hermana de Gaspar de Bazán Herrera y Rojas, señor de la villa de Peñalba en Aragón, caballero de Santiago, de quien proceden los marqueses de Peñalba, condes de Sástago,[73] e hija de Francisco de Bazán, señor de Peñalba, del Consejo de Hacienda de S.M., corregidor de Burgos, caballerizo de la Reina, y de Constanza de Herrera Guzmán y Rojas, señora de las villas de Macintos y Villantodrigo y casa fuerte de Olmos de Pisuerga en tierras de Palencia, ya citada como nieta natural o sobrina nieta del I marqués de Lanzarote. Mediante este matrimonio, los Bravo de Guzmán probablemente intentaban suplir su carencia de consanguinidad con los primeros marqueses de Lanzarote, pero fue infecundo.


Sucedió su primo tercero
  • Juan Francisco Duque de Estrada y Bravo de Guzmán (1644-1696), VI marqués de Lanzarote, que era sobrino 3.º de la IV marquesa: hijo de Antonio Francisco Duque de Estrada y Arteaga, natural de Llanes, y de Beatriz García Duque de Estrada y Salazar, su mujer, que lo era de Talavera de la Reina, arriba citada como biznieta de Garci Bravo de Medrano.
Casó dos veces: primera con Leonor de Meneses y Manrique (1647-c.1685), y en segundas nupcias con Teresa de Rivadeneira († 1716), la cual volvió a casar con Fernando Duque de Estrada y Eguino, I conde de la Vega del Sella, primo carnal de su primer marido.


De la primera tuvo por hijo y sucesor a
  • Manuel Duque de Estrada y Meneses (1682-c.1710), VII marqués de Lanzarote.
Contrajo matrimonio con Rosa María de Fonseca Sámano y Urbina (c.1685-1750), VI marquesa de la Lapilla, la cual volvió a casar con Pedro Duque de Estrada y Lemus (1686-1765), IV conde de la Vega del Sella. Hija de Juan José de Sámano y Urbina, II marqués de Villabenázar, y de Fausta Melchora Barrón de Fonseca, V marquesa de la Lapilla.


Sucedió su hija
  • Leonor Duque de Estrada y Urbina (1706-1718), VIII marquesa de Lanzarote, que murió de edad de doce años.

Primer pleito y línea González de Castejón

Sucedió por sentencia de 1729
Casó tres veces: primera con Teresa Ibáñez de Segovia; segunda con Ana Laura González de Castejón, hija de Gil Fadrique de Castejón, I marqués de la Solana. Y tercera vez casó con Águeda María de Camargo y Angulo, hija de José Antonio de Camargo y Pasquier, I conde de Villarrea.


Sucedió su hijo del primer matrimonio
  • Manuel Martín Nicolás González de Castejón e Ibáñez de Segovia (1690-1752), X marqués de Lanzarote, VI de Gramosa y II de Velamazán, vizconde de las Vegas de Matute, concesionario de la grandeza de España otorgada en 1744 a la casa de Gramosa, caballero de Calatrava.
Casó dos veces: primera con Teresa Ignacia Dávila y Suárez de Mendoza, II marquesa de Albaserrada, XVI condesa de Coruña.
Y en segundas nupcias con María Manuela de Villalonga y Velasco, hija de Francisco de Villalonga y Fortuny, I conde de la Cueva. De la segunda tuvo por hijos a
  1. Martín González de Castejón y Villalonga, que sigue,
  2. María del Pilar González de Castejón y Villalonga, que seguirá.


Sucedió su hijo
  • Martín González de Castejón y Villalonga (.-1764), XI marqués de Lanzarote. Sin descendientes.


Sucedió su hermana
  • María del Pilar González de Castejón y Villalonga, XII marquesa de Lanzarote, que falleció soltera.


Casa de Santa Coloma

Sucedió su prima hermana
Casó con Juan Bautista de Queralt y de Pinós, VII conde de Santa Coloma, grande de España, V marqués de Albolote y V de Besora.


Sucedió su hijo
Casó con María del Pilar Bucarelli y Cebrián, V marquesa de Vallehermoso X condesa de las Amayuelas, IX de Fuenclara, XI de Tahalú y VIII de Gerena, X marquesa de Taracena y VI de Valdecarzana, vizcondesa de Ursúa, tres veces grande de España.


Sucedió su hijo
  • Juan Bautista de Queralt y Bucareli (fallecido en 1873), XV marqués de Lanzarote, IX de Gramosa, XVII de Cañete, VI de Vallehermoso, IX conde de Santa Coloma, XVII de Cifuentes, XI de las Amayuelas y VIII de Fuenclara, siete veces grande de España, X marqués de Alconchel, XIV de Taracena, VII de Albolote, VII de Valdecarzana, XI de Albaserrada y VII de Besora, XI conde de Escalante, XVII de Tahalú, X de Villamor, VIII de la Cueva y VIII de la Rivera.
Casó con María Dominga Bernaldo de Quirós y Colón de Larreátegui, hija de Antonio Bernaldo de Quirós y Rodríguez de los Ríos, VI marqués de Monreal, de Santiago y VI de la Cimada, y de Hipólita Colón de Larreátegui y Remírez de Baquedano, hija del XII duque de Veragua.


Sucedió su hijo
  • Hipólito de Queralt y Bernaldo de Quirós, XVI marqués de Lanzarote, XIII de Gramosa, XVIII de Cañete, VII de Vallehermoso, X conde de Santa Coloma, XII de las Amayuelas, XII de Escalante, XVIII de Tahalú, XI de Villamor, IX de la Cueva y IX de la Rivera, XI marqués de Alconchel, XV marqués de Taracena, VIII de Valdecarzana, XII marqués de Albaserrada y VIII marqués de Besora, cinco veces grande de España.
Casó con Elvira Fernández-Maquieira y Oyanguren y tuvieron los siguientes hijos:
  1. Enrique de Queralt y Fernández-Maquieira, que sigue,
  2. Hipólito de Queralt y Fernández-Maquieira, XIII marqués de Albaserrada (por cesión de su hermano Enrique).
  3. Carlos de Queralt y Fernández-Maquieira, IX marqués de Besora (por cesión de su hermano Enrique).
  4. María Dominga de Queralt y Fernández Maquieira, condesa de Torralba de Aragón (título rehabilitado a su favor en 1925). Su hijo
Lorenzo Piñeyro y Queralt fue VIII marqués de Albolote por rehabilitación en 1915.


  • Enrique de Queralt y Fernández-Maquieira (1867-1934), XVII marqués de Lanzarote, XIV de Gramosa, XIX de Cañete, VIII de Vallehermoso, XI conde de Santa Coloma, XIII de las Amayuelas, XIII de Escalante, XIX de Tahalú, XII de Villamor, XI de Gerena, X de la Cueva y X de la Rivera, XII marqués de Alconchel, XVI de Taracena y IX de Valdecarzana, vizconde de Certera y del Infantado, cinco veces grande de España.
Casó con Brígida Gil-Delgado y Olazábal.


Sucedió su hijo
Casó con María Victoria de Chávarri y Poveda, hija de Víctor de Chávarri y Anduiza, I marqués de Triano, y de María Josefa de Poveda y Echagüe.
Tuvieron los siguientes hijos:
  1. Enrique de Queralt y Chávarri, que le sucedió en la mayoría de los títulos: XIII conde de Santa Coloma, XV de las Amayuelas, XVI marqués de Gramosa, XXI de Cañete, X de Vallehermoso, XIV de Alconchel, XV conde de Escalante, XXI de Tahalú y XIV de Villamor, cinco veces grande de España.
  2. María Victoria de Queralt y Chávarri, XII condesa de la Cueva.
  3. María Paloma de Queralt y Chávarri, XII condesa de la Rivera.

Segundo pleito y línea Benítez de Lugo

En el marquesado de Lanzarote sucedió por sentencia judicial
Casó con María Victoria Carrasco y Segovia.

Bibliografía y enlaces externos

Referencias y notas

  1. El título de marqués de Lanzarote fue creado por Real Despacho de Felipe II dado el 1 de mayo de 1584. Obran copias autorizadas del mismo en la Sección Nobleza del AHN, Archivo de los Duques de Frías, caja 963, docs. 27-28.
  2. 2,0 2,1 2,2 El título de conde de La Gomera fue prometido por los Reyes Católicos a Diego García de Herrera en las capitulaciones de 1477, pero no fue creado efectivamente hasta 1515, año en que se expidió la Real Carta a favor de su nieto Guillén Peraza de Ayala, señor de La Gomera y del Hierro. Los Elencos de Hidalguía datan la creación en 1487 a favor de Diego García de Herrera y Ayala (que ya era difunto en dicho año), aludiendo probablemente (con errata en un dígito) a las capitulaciones de 1477. Pero en la web de la Diputación de la Grandeza figura como concesión de la Reina Juana I de Castilla en 1515 a favor de Guillén Peraza de Ayala. Parece que sus sucesores en el señorío no sacaron los preceptivos Reales Despachos de sucesión en el condado, hasta que fue confirmado el 18 de julio de 1670 por Carta de la Reina Gobernadora Mariana de Austria a favor de otro Guillén Peraza de Ayala y Rojas, que debió de ser el II poseedor legal. Según López de Haro fue concedido al primer Guillén «por gracia y merced del Emperador don Carlos» (op. cit., 2.ª parte, p. 192), lo que la retrasaría al menos hasta 1516. Antonio Rumeu de Armas, quizá siguiéndole, atribuye la creación a Carlos V en 1516, y añade que por no haber cumplimentado el concesionario los requisitos legales, «no llegó a expedirse la carta real de concesión, quedando la gracia en una situación anómala» (op. cit. 1985, p. 20). En 1985, el Rey Juan Carlos I lo rehabilitó en favor del jefe de su Casa, Nicolás Cotoner y Cotoner, marqués de Mondéjar y de Adeje, grande de España, quien inmediatamente lo cedió a su hija María de la Trinidad Cotoner y Martos, despachándose la Real Carta de sucesión el 10 de octubre del mismo año.
  3. 3,0 3,1 George Clifford, III conde de Cumberland, zarpó de Plymouth con veinte barcos a primeros de marzo de 1598 con la misión de conquistar Puerto Rico: de hecho llegó a adueñarse de la ciudad de San Juan durante varios días. Aprovechando el paso obligado por aguas próximas a las Canarias, el conde inglés —siempre ávido de oro— urdió el secuestro del marqués español, de cuyo poder y riqueza tenía noticia exagerada. Había planeado dar el golpe por sorpresa en la noche del Jueves Santo: contaba con guías que debían facilitar el desembarco nocturno y conducir a las tropas hasta la casa del marqués, pero no dieron con la ensenada donde tenían que arribar. La flota quedó fondeada al sur-sureste de la isla, y el viernes por la mañana desembarcaron entre 500 y 600 hombres, que llegaron a Teguise a las cinco de la tarde y se apoderaron del lugar. No hallando en casa al marqués, se dirigieron al castillo de Guanapay, pensando que se habría refugiado allí, y también lo tomaron. Solo entonces tuvieron certeza de que su codiciada presa había muerto dos semanas antes. Los pormenores de esta expedición corsaria al Caribe están consignados por dos de sus protagonistas: el propio Cumberland, en un relato inconcluso, y el rvdo. John Layfield, su piadoso capellán, en una detallada Relation of the Port Ricco voiage: «dos de los textos más interesantes de la temprana literatura de viajes que tratan de las Canarias». El intento de secuestro ha sido estudiado, a partir de estas y otras fuentes, por Francisco Javier Castillo, op. cit. Archivado el 12 de marzo de 2016 en la Wayback Machine.
  4. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas memorial
  5. 5,0 5,1 Inés Peraza de las Casas y Diego García de Herrera su marido fueron confirmados en el señorío de las islas de Canaria por Real Cédula de los Reyes Católicos dada en Toro el 25 de noviembre de 1476. Esta cédula exponía por menor los derechos de los señores en la isla de Tenerife, facultándoles para gravar la salida de productos de la isla con un tributo destinado a financiar las obras de fortificación: origen del cobro de quintos. Fue reiteradamante aducida en favor de tal derecho señorial durante los pleitos que sobre el cobro de quintos en las islas se siguieron hasta bien entrado el siglo XVIII. Después de las capitulaciones de 1477 por las que dichos señores cedían a la Corona las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, los Reyes les expidieron otra Real Cédula, dada en Vitoria el 22 de diciembre de 1483, que aclaraba la anterior y extendía los derechos señoriales en ella contenidos también a las islas de Fuerteventura, El Hierro y La Gomera. Roberto Roldán Verdejo (ed.), Acuerdos del cabildo de Fuerteventura 1660-1728 (La Laguna, IEC, 1967, en Fontes rerum canariarum XV), pp. 30, 54 (n. 10) y 236.
  6. Cfr. F. Caballero Mújica, op. cit., p. 136, con remisión a Tomás A. Marín y Cubas, Historia de las siete islas de Canaria (Las Palmas, 1986), p. 148.
  7. 7,0 7,1 7,2 Por escritura hecha en Sevilla el 15 de febrero de 1488 ante el escribano Bartolomé Sánchez de Porras, Inés Peraza fundó mayorazgo del señorío de la Gomera y El Hierro en Guillén Peraza el Mozo, su hijo segundogénito, con facultad de los Reyes Católicos dada en Toro el 25 de noviembre de 1477 y con poder que Diego de Herrera, su difunto marido, le había conferido en Lanzarote el 12 de septiembre de 1480. Después de los días del primer poseedor, en 1492 compareció Beatriz de Bobadilla su viuda en el Real de Santa Fe, sobre Granada, pidiendo la posesión para su hijo Guillén o Guillermo Peraza de Ayala. Y obtuvo despacho confirmatorio de la Escribanía Mayor, dado en Santa Fe el 8 de mayo de 1492, en el que se insertan la fundación, facultad real y poder citados. Obra en el AGS, Registro General del Sello, leg. 149.205, n.º 5. Otra copia de la escritura de fundación (obrante en el mismo archivo, Consejo Real, leg. 2, fol. 3-II, pp. 1-15) está publicada en Fontes rerum canariarum, VI, pp. 149-155.
  8. Su pomposo epitafio rezaba así: «Aquí yace el Generoso Caballero Diego García de Herrera, Señor y conquistador de estas siete Islas y Reyno de la Gran Canaria y del Mar Menor de Berbería; Trece del Orden de Santiago; del Consejo del Rey Don Enrique IV y de los Señores Reyes Cathólicos Don Fernando y Doña Isabel; Veinticuatro de la Ciudad de Sevilla; fundador de este convento; hijo de los Generosos Señores Pero García de Ferrera, Mariscal de Castilla, Señor de la villa de Ampudia, y de la casa de Ayala y su valle, Merino Mayor de Guipúzcoa, del Consejo del Rey, y de Doña María de Ayala y Sarmiento su muger. Rindió e hizo vasallos suyos nueve Reyes de Tenerife, y dos de Gran Canaria; pasó con sus armadas a Berbería; cautivó muchos moros; hizo en África el Castillo de Mar Pequeña, el qual sustentó y defendió contra el exército del Xarife. Tuvo guerras en un mismo tiempo con tres naciones: Portugueses, Gentiles y Moros; y de todos fue vencedor sin ayuda de ningún Rey. Casó con Doña Inés Peraza de las Casas, Señora de estas Islas. Murió a 22 de junio de MCCCCLXXXV.» J. de Viera, op. cit., t. II, pp. 125-126, con remisión a J. de Abreu, op. cit. ms., lib. 2, cap. 27. Dice Viera que Diego García falleció «de edad de casi setenta años», y fray Juan de Abreu que tenía veintisiete en 1444 (op. cit., p. 111), lo que permite estimar su año de nacimiento en 1417 con muy poco margen de error.
  9. El señorío de la villa de Fuent Pudia o Ampudia en tierras de Palencia, cerca de Valladolid, fue donación del obispo de Palencia Sancho de Rojas (después arzobispo de Toledo, citado en el texto) a su sobrino Pedro García de Herrera, señor de Salvatierra, quien lo vinculó con facultad real de Juan II. Su hijo y sucesor Pedro García de Herrera y Ayala (hermano de Diego) mandó labrar las armas de Herrera, Ayala y Rojas en el pórtico del castillo. La casa siguió en su descendencia, con varonía Herrera y apellido Ayala, hasta que en 1597, por extinción de la línea directa, recayó en Francisco de Sandoval y Rojas, V marqués de Denia y conde de Lerma, descendiente del primer matrimonio de Inés de Rojas (la hermana del arzobispo citada en el texto). Este señor fue el todopoderoso valido del Rey Felipe III, quien le creó duque de Lerma en 1599 y conde de Ampudia en 1602. El señorío de Salvatierra revirtió a la Corona, y en 1707 el Rey Felipe V lo volvió a conceder como condado a Juan Francisco de Castilla-Portugal y de la Cámara.
  10. Expone esta genealogía Gonzalo Argote de Molina, yerno del I marqués de Lanzarote (loc. cit.). Acerca de Garci González de Herrera dice dicho autor que «en el año de 1407 se halló en las Tutorías del Rey don Juan el Segundo, y en la Batalla de Vera, y en otras, como lo refiere la chrónica en los capit. 5 y 22». Y de su hijo Pedro García, el padre de Diego, dice que «fue un valeroso Cavallero, hallósse en la conquista de Antequera, y en las guerras que el Infante Don Fernando tuvo contra los moros, y en Aragón, quando le fue dada la Corona de aquel Reyno, y en la frontera de Xerez desde allí con trezientos de cavallo, y cincuenta de pie cercó a Ximena, cinco leguas de Gibraltar, y la ganó año de 1431. Hallósse en la batalla de Olmedo. Tuvo treze hijos.» Entre los cuales cita a... Y de Hernán Pérez de Ayala refiere que «sirvió al Rey don Iuan el Segundo de Embaxador en Francia, quando el Rey y sus Tutores le inviaron al Duque de Borbón y a su hijo el Duque de Clamorante [sic por Conde de Clermont]. Fue Alférez del Pendón de la Vanda, y casó con doña María Sarmiento, hija de don Diego Gómez Sarmiento y doña Leonor de Castilla [...]. Tuvo en ella hijos a Pero López de Ayala, que casó con doña María de Velasco hija de Diego de Velasco y de doña Constança de Guevara, que murió sin sucessión, y a doña María de Ayala sucessora en la Casa de Ayala, que casó con Pero García de Herrera, Mariscal de Castilla».
  11. Enunciados por J. de Viera, op. cit., t. II, p. 126.
  12. Siendo mozo, su padre le cedió el oficio perpetuo que poseía de veinticuatro de esta ciudad. Rumeu, op. cit. 1984, p. 65, con remisión al AGS, Consejo Real, leg. 2, fol. 3-1, p. 121.
  13. A la figura de este señor dedica Rumeu de Armas su op. cit. 1984, donde propone el diagnóstico de esquizofrenia como explicación de su atrabiliaria personalidad (pp. 63 y 75).
  14. Las capitulaciones se otorgaron en 1474; los esponsales se celebraron a fines del mismo año, y el casamiento y velaciones el 5 de febrero del siguiente, siempre en la ciudad de Sevilla (Rumeu, op. cit. 1984, pp. 70 y 71). La novia trajo una espléndida dote: la extensa heredad de Huévar del Aljarafe y los cortijos de San Nicolás del Puerto, El Almedilla y Ranio, todo en las cercanías de Sevilla (p. 69, con remisión al AGS, Registro del Sello, docs. de 17 de junio, fol. 264, y 10 de septiembre de 1477, ff. 75 y 76).
  15. La cesión fue otorgada en Lanzarote ante escribano público en 1474, y confirmada en Sevilla el 20 de enero de 1475 ante el escribano Martín Rodríguez. Por esta última escritura, a Pedro García de Herrera le mandaban también en arras sus padres quinientos mil maravedís y cincuenta marcos de plata labrada, y le consignaban una pensión de doscientos mil maravedís anuales (p. 71, con remisión al AGS, Consejo Real, leg. 2, f. 3-1, p. 121).
  16. La real carta de legitimación está citada sin expresión de su fecha en una ejecutoria del 17 de junio de 1477 que obra en el AGS, Registro del Sello, fol. 264, ápud Rumeu, op. cit. 1984, p. 67.
  17. Hijos ambos de Gil García de Aza, comendador de Santiago, y de Teresa de Sotomayor. El capitán Rodrigo de Ribera prestó grandes servicios en defensa de la frontera, por lo que en 1457 Enrique IV le concedió la villa y castillo de Pruna. Murió en 1476 «en la infeliz pelea de Obilí, en compañía del maestre su tío». Gonzalo Mariño de Ribera, su padre, también murió heroicamente, combatiendo a los moros de Granada. A. Rumeu, op. cit. 1984, pp. 67 y 68, n. 20).
  18. Por ambas líneas, Antonia de Ribera era biznieta de Perafán de Ribera el Viejo, I adelantado de Andalucía, señor de las villas de Bornos y Espera, quien de su primer matrimonio con María Rodríguez Mariño tuvo por primogénito al dicho Gonzalo, pero para suceder en el adelantamiento designó a Diego Gómez, nacido de Aldonza de Ayala, su segunda mujer, por cuya línea tenían deudo los Herrera y los Ribera.
  19. Este casamiento estaba «llamado a colmar las ambiciones de la familia Herrera-Peraza, por pertenecer la novia a una de las estirpes más poderosas y linajudas de Andalucía» (p. 66).
  20. Se siguió el pleito ante el alcalde mayor de Sevilla, y en apelación ante el Consejo Real, y en él se interesaron la madre y las dos abuelas de la interfecta y su hermano consanguíneo Pedro de Ribera, señor de Pruna. Al final, las partes se avinieron a una transacción, que se sirvió aprobar la reina Isabel el 10 de febrero de 1478, por la que a Aldonza de Ribera se le asignó la heredad de Huévar, y a Pedro de Ribera los cortijos de San Nicolás, El Almedilla y Ranio. Rumeu, op. cit. 1984, pp. 73-74, con remisión al AGS, Registro del Sello, 17 de junio de 1477, f. 264; 10 de septiembre de 1477, f. 523, y 16 de febrero de 1478, ff. 75 y 76.
  21. AGS, Registro del Sello, noviembre de 1494, f. 414, ápud Rumeu, op. cit. 1984, p. 73. Este autor transcribe la carta como apéndice (pp. 90-91).
  22. Las islas constituyeron un óptimo refugio para el prófugo, por su lejanía y por la «omnímoda autoridad» que sus padres ejercían en ellas (Rumeu, op. cit. 1984, p. 73). Sin embargo el reo, lejos de agradecerles su protección, entre los años 1478 y 1482 empezó a conspirar contra sus padres azuzando la rebelión de los vasallos, urdiendo planes para apresar o matar a su padre, etc. (pp. 75-76), de modo que tuvieron que ponerle en prisiones. Por estos motivos su madre le desheredaba ya en su primer testamento, hecho en Sevilla el 21 de agosto de 1582, aunque le mandaba 300.000 maravedís «en limosna por amor de Dios» (p. 75). Al hacer partijas, sus hermanos le consignaron una pensión vitalicia de 50.000 maravedís con la condición de que se abstuviese de cualquier pleito sobre la herencia o el señorío (Lobo y Bruquetas, op. cit., p. 28).
  23. El prófugo llegó libre a Sevilla «bien porque sus padres le facilitaron la huida, bien porque consiguió violentar las puertas de las cárceles en que purgaba los delitos cometidos.» Rumeu, op. cit. 1984, p. 77, con remisión al AGS, Registro del Sello, 10 de noviembre de 1494, fol. 414.
  24. Nieta por tanto de los ya refereridos Alfonso Fernández de Córdoba y Montemayor y Aldonza de Ribera, su mujer, primera suegra de Pedro, y nieto primogénito de otro Alfonso Fernández de Córdoba, señor de Alcaudete y Montemayor, que desheredó a su línea, y de Elvira Ponce de León, de los condes de Arcos.
  25. Cfr. J. de Viera, op. cit., t. II, p. 126; A. López de Haro, op. cit., 2.ª parte, p. 192; Ramón Darío Suárez, Genealogía del Libertador (Mérida [Venezuela], 1983), pp. 323 y 326, y Diego Jorge Herrera Vegas, «Los Herreras de Caracas son Saavedra por varonía» en Boletín del Instituto Venezolano de Genealogía n.º 4 (1991), p. 34.
  26. Por escritura otorgada en Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1478, tal vez con motivo de haberle concertado un matrimonio que no se llevó a efecto. A. Rumeu, op. cit. 1984, p. 76, con remisión al AGS, Consejo Real, leg. 2, fol. 3-11, pp. 153-171, ápud Fontes rerum canariarum, VI, pp. 177-178.
  27. Inés Peraza, ya viuda, cedió la jurisdicción y rentas de El Hierro a su hijo Guillén por escritura hecha en Moguer el 26 de junio de 1486. Es de creer que con este acto la anciana señora se proponía hacer notorio el desheredamiento de su primogénito, que había sido señor de la misma isla por cesión suya hecha en 1474. A. Rumeu, op. cit. 1984, p. 76, con remisión al AGS, Consejo Real
  28. Rumeu, op. cit. 1986, p. 24.
  29. 29,0 29,1 Beatriz de Bobadilla la Cazadora fue famosa por su belleza, por su mal genio y por sus amoríos con Cristóbal Colón y con el maestre de Calatrava Rodrigo Téllez Girón. Su figura es objeto de minucioso estudio por Antonio Rumeu de Armas, «Los amoríos de Doña Beatriz de Bobadilla», en Anuario de estudios atlánticos n.º 31 (1985), pp. 413-455. Rumeu también determina (p. 16) el nombre correcto y filiación de la madre de esta señora, aludida en la literatura genealógica como Constanza Osorio o como Leonor de Ulloa, o de Aza y Ulloa. Este erudito trabajo refiere sabrosas anécdotas de diversos personajes del
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    que harán las delicias del curioso lector.
    
  30. El capitán Juan Rejón había llegado a las Canarias con expreso mandato regio de servir en la conquista de las islas de La Palma y Tenerife. «El trágico accidente se produjo cuando al buscar cobijo el capitán Rejón en la isla de La Gomera, por causa de los temporales, le cortó el paso el señor de la tierra, Fernán Peraza, en actitud provocadora. La obstinación de uno y otro les arrastró a medir las armas combatiendo, con tan mala fortuna que en la primera escaramuza sucumbió malherido el capitán real. Los familiares de la víctima y los enemigos de Peraza calificaron la muerte del soldado de homicidio, y de resultas del atestado fue conducido el señor de La Gomera a la corte para responder de sus actos ante el tribunal del rey. El proceso incoado no se conserva; pero sabemos que mediaron, como en casos similares, acusaciones y defensas, sin que faltasen los valimientos de parientes y amigos. La responsabilidad de Fernán Peraza en el desgraciado suceso era, en todo caso, indirecta; por eso el ánimo de la reina Isabel la Católica se inclinó por la benevolencia. Pero a la hora del olvido y el perdón impuso dos condiciones: que el inculpado se casase con doña Beatriz de Bobadilla y que participase con un pequeño cuerpo de tropas vasallas en la conquista de la isla de Gran Canaria.» Rumeu de Armas, op. cit. 1985, p. 26.
  31. Diogo da Silva fue ayo, y después mayordomo mayor, del infante Don Manuel, Duque de Beja, quien al subir al trono le mantuvo empleo y privanza, cubriéndole de honores. Le creó conde de Portalegre en 1496, donándole este estado, y le nombró del Consejo Real, veedor de Hacienda (cargo análogo al de presidente del Consejo de Hacienda en España) y canciller de la Puridad (cargo que en Portugal, además de la efectiva dirección de los negocios extranjeros, conllevaba una gran preponderancia sobre todo el aparato del Estado).
  32. Este matrimonio entre parientes fue concertado en la primavera de 1478 en Sevilla, donde se hallaban los padres de la novia con motivo haber firmado capitulaciones con la Corona a finales del año anterior. En el viaje de vuelta se llevaron al mozo a Lanzarote, donde se celebró la boda ese mismo año, aunque no debía de tener el novio aún cumplida la edad canónica de 16 años. La novia tendría alguno más. Pese a la calidad de su linaje, Pedro Fernández carecía de fortuna pues era segundón. Cabe suponer que lo que indujo a Diego García de Herrera a darle la mano de su hija fueron sus prendas personales: especialmente sus acreditadas dotes militares, que tan útiles le habían de ser en las Canarias. F. Caballero Mújica, op. cit., p. 137, con remisión a F. Fernández de Béthencourt, Nobiliario... I, pp. 59-60. El seguro a favor de Diego de Herrera e Inés Peraza para el viaje de vuelta a Lanzarote fue despachado en Sevilla el 12 de mayo de 1478 y obra en AGS, Registro General del Sello, leg. 147.805, n.º 99.
  33. F. caballero Mújica, op. cit., p. 138, con remisión a A. Rumeu de Armas, La conquista de Tenerife: 1494-1496 (Santa Cruz de Tenerife, Cabildo Insular, 1975), p. 111.
  34. Los Arias de Saavedra eran señores de Zahara de los Atunes. Esta villa la habían reconquistado sus antepasados y no se ha de confundir con la de Zahara de la Sierra, que era de señorío de los Ponce de León y después dio denominación al marquesado de Zahara. Ambas pertenecen actualmente a la provincia de Cádiz. Yerra por tanto López de Haro cuando, acerca de Gonzalo Arias de Saavedra, dice que era «señor de Zahara, que hoy es cabeza de marquesado en la casa de los Ponces de León» (op. cit., 2.ª parte, p. 165).
  35. Este Fernán o Fernandarias de Saavedra «fue cavallero de muy levantados pensamientos, como lo demostró en las grandes diferencias que tuvo sobre entregar las fortalezas de Tarifa y Utrera al Rey don Fernando el Católico, y en ellas puso sus hijos que las defendiessen, y al cabo de algunos dares y tomares, el Rey Católico tomó por fuerça la fortalezas, por cuya causa, sentido este cavallero del agravio que se le hazía, se fue a Ronda a favorecerse del Rey Moro, y al fin el Rey don Fernando le perdonó, por ser tan emparentado, mandando ahorcar algunas personas que fueron llevadas en carretas a Sevilla.» (A. López de Haro, op. cit., 2.ª parte, p. 165). En efecto, poseía por derecho propio la villa de Zahara, y por la Corona tenía las fortalezas de Utrera y Tarifa desde principios de la década de 1470. Durante la Guerra de Sucesión Castellana fue partidario de Isabel y Fernando, pero cuando estos mandaron entregar a representantes suyos todos los castillos del reino de Sevilla, el mariscal se negó a obedecer y se hizo fuerte en las tres villas citadas. La defensa de Utrera corrió a cargo de 40 ó 50 escuderos al mando del teniente de alcaide, Pedro de Guzmán, y del hijo segundo del mariscal, nuestro Pedro Fernández de Saavedra, que era «de edad de doze años» según López de Haro (op. cit., 2.ª parte, p. 166, citando al cura de Los Palacios). El doctoral Caballero Mújica se la eleva a 14 ó 15 años atendiendo a que contrajo matrimonio solo unos meses después, y precisa que su menor edad fue razón para no castigarle como a los demás defensores (op. cit., p. 135). El 9 de noviembre de 1477 pusieron cerco al castillo las tropas isabelinas, unos 2.600 hombres al mando de Gutierre de Cárdenas, y finalmente lo tomaron al asalto el 29 de marzo de 1478. Los defensores sufrieron un castigo severo: la mayoría murieron degollados, pero el joven hijo del mariscal fue indultado. Fernandarias fue declarado traidor y sus bienes confiscados, pero el 30 de septiembre de 1478 la Reina se vio obligada a otorgarle el perdón por presiones de la alta nobleza andaluza. José María Navarro Sáinz, El concejo de Sevilla en el reinado de Isabel I (1474-1504) (Tesis doctoral, Universidad de Sevilla, 2004), pp. 61-66.
  36. El terremoto de 1478 causó una gran mortandad en dicha villa por derrumbamiento de numerosos edificios. Entre otros, la torre señorial que habitaba el matrimonio Saavedra Mendoza. Refiere el suceso por menor el cura de Los Palacios...
  37. De los nueve enumerados en el texto, López de Haro nombra a siete (op. cit., 2.ª parte, p. 166), omitiendo a Pedro Fernández el Mozo y a Inés Peraza, que no debieron de dejar descendencia pero son citados por Caballero Mújica en una relación de los hijos de corta edad que tenía el matrimonio por el año de 1492 (op. cit, pp. 138-139). Este autor omite a las dos últimas, que debieron de nacer después.
  38. Este Lope de Sosa es precisamente el protagonista de la celebrada Cena jocosa de Baltasar de Alcázar. Nacido en Córdoba hacia 1460, participó siendo mozo en las contiendas banderizas de esta ciudad y en la Guerra de Granada, hallándose en la batalla de Lucena (1483). Gobernó la isla de Gran Canaria de 1505 a 1517, y fue nombrado gobernador de Castilla del Oro por título del 3 de marzo de 1519 (obrante en el AGI, Panamá, 109-1-5, leg. 233, t. 1). Zarpó para América al año siguiente acompañado de 200 pobladores canarios, pero murió de enfermedad en el barco, recién arribado a Santa María de la Antigua. Rumeu, op. cit. 1986, pp. 52-57.
  39. Las desavenencias debieron de existir desde el primer momento pero se hicieron evidentes en 1520, al partir el suegro hacia América. María de Sosa, rechazada por su marido, se retiró a casa de su madre en Córdoba, sin que él le pagase alimentos ni hubiera devuelto los 4.000 ducados de su dote. Sobre ello se siguieron pleitos ante el Consejo Real, los tribunales eclesiásticos y la Chancillería de Granada, siendo condenado el marido a devolver la dote y a indemnizar a su mujer con las 2.000 doblas de sus arras. No pudiendo atender el pago de suma tan crecida, Fernán Arias nombró por amigable componedor a Bernardino de Lazcano, regidor de Las Palmas, para que llegase a una transacción, que en efecto fue otorgada en 1541 y ratificada al año siguiente. En su virtud, María recibió 300 ducados de una vez y una pensión de 100 ducados anuales pagadera durante los días de su marido. Fernán cumplió puntualmente con los pagos pero solo durante cuatro anualidades, pues murió en Betancuria en 1545. Rumeu, op. cit. 1986, pp. 58-65.
  40. 40,0 40,1 40,2 «En 1605 Pedro Sarmiento de Ayala fue designado familiar del Santo Oficio de la Inquisición, y en 1610 ascendido a alguacil mayor del propio tribunal. Para posesionarse de ambos cargos tuvo que realizar, en Lanzarote, las pertinentes pruebas de limpieza de sangre. De ellas resulta que era hijo de Diego Sarmiento, también alguacil, y de su esposa, María de Ayala; nieto por línea paterna de Pedro Fernández de Saavedra el Mozo, señor consorte de Lanzarote, y de su concubina Iseo de León; bisnieto paterno-paterno de Hernán Darias de Saavedra, señor de Fuerteventura, y de su concubina Catalina Escobar de las Roelas, y bisnieto paterno-materno de Luis de León el Viejo, gobernador de Lanzarote, y de su esposa, Elvira Pérez.» Rumeu, op. cit. 1986, p. 67, con remisión al AHN, Inquisición, leg. 1.543, exp. 5, y leg. 1.464, exp. 8.
  41. 41,0 41,1 Así lo declara un testigo en las citadas informaciones sobre Pedro Sarmiento de Ayala y Rojas, practicadas en 1605 y 1610 para admitirle como familiar y alguacil de la Inquisición, ápud Rumeu, op. cit. 1986, p. 68.
  42. 42,0 42,1 «El gobierno de la isla estuvo en manos de doña Constanza [Sarmiento la Moza] desde 1545 hasta 1549, en que se produjo su deceso. Fue en este preciso momento cuando las autoridades de Lanzarote incitaron a la abuela paterna, doña Catalina Escobar de las Roelas, a asumir el cargo de señora tutriz hasta la mayoría de edad del nieto. Esta imprevista circunstancia es la que ha arrastrado a muchos autores a considerarla abuela materna. Doña Catalina Escobar, como "tutora de Agustín de Herrera, su nieto", otorgó escritura pública en Teguise el 2 de septiembre de 1549, ante el escribano Francisco de Ribas, dotando a la iglesia parroquial con diez marcos de plata para la fabricación de una cruz procesional. La donación se hacía en cumplimiento de un legado expreso de Sancho de Herrera en su testamento.» Rumeu, op. cit. 1986, pp. 70-71, con remisión a la Adición al Memorial ajustado del estado de Lanzarote, fol. 78, n.º 486, al doc. S-82 de la Colección Salazar y Castro (RAH), y a José Pellicer de Tovar, Memorial de la calidad y servicios de los de los señores de la isla de Fuerteventura (Madrid, 1647), fol. 9v, nota 50.
  43. 43,0 43,1 Las casas de Lanzarote y Fuerteventura, que eran dos líneas muy propincuas de una misma familia, alimentaban una gran rivalidad: «Disputaban también entre sí sobre el derecho de recoger y navegar las orchillas, sobre los pastos de la dehesa de Jandía; sobre las entradas en las costas fronterizas de África; sobre la extracción de los frutos del país; sobre el uso que hacían los orchilleros del agua del Pocillo, y lo que pudiera parecer negocio más importante, sobre la jurisdicción de la Isla de Fuerteventura, y sobre el empleo de Capitán General en las materias concernientes a la guerra.» J. de Viera, op. cit., t. II, pp. 330-331.
  44. Véanse Antonio Rumeu de Armas, «Fray Vicente Peraza, obispo visitador de las islas Canarias y prelado de la diócesis de Santa María de la Antigua del Darién (Panamá)», en Anuario de estudios atlánticos n.º 48 (2002), pp. 215-222, y Francisco Caballero Mújica, «Fray Vicente Peraza O.P. en Canarias», en Almogarén (revista del Centro Teológico de Las Palmas), n.º 9 (1992), pp. 133-156 (más legible el pdf del Jable, aunque por páginas: 133, 134, 135, etc.)
    Hay que prevenir del error —que se ha propagado tanto en obras de genealogía como de historia eclesiástica— de desdoblar en dos la persona de fray Vicente añadiendo un fray Juan Peraza, también dominico, no solo a la progenie familiar sino también al episcopologio canariense.
  45. Su epitafio, redactado por Argote de Molina, rezaba así: «Aquí yace el muy ilustre caballero Sancho de Herrera, señor de Lanzarote y Fuerteventura... Murió en 20 de octubre del año 1534, siendo de edad de noventa y dos años.» Rumeu, op. cit. 1986, p. 70; J. de Viera, op. cit., t. IV, p. 363; Serra Rafols, op. cit., p. 144.
  46. 46,0 46,1 López de Haro, op. cit., 2.ª parte, p. 192.
  47. 47,0 47,1 Leopoldo de la Rosa Olivera tiene por cierta esta línea de descendencia de Guadarfía en los marqueses de Lanzarote. La sostiene precisamente en un lugar donde critica la frase de fray Juan de Abreu que ha dado origen a la leyenda genealógica de la «princesa Teguise». Afirma Abreu que Maciot de Béthencourt tuvo «una hija natural en una hija del rey de Lanzarote..., de la que proceden los Betancor y Perdomo de Gáldar y de estas islas y los de la isla de la Madera» (J. de Abreu Galindo, op. cit., pp. 104 y 237), y comenta La Rosa: «Abreu no dice el nombre del rey de Lanzarote pero, de ser cierta su afirmación, no parece pueda ser otro que Guadarfía, llamado en el bautismo Luis, y padre también de Guillén Guadarfía, que a su vez lo fué de doña Catalina Guadarfía, que tuvo con Sancho de Herrera, señor en parte de Lanzarote y Fuerteventura, a doña Constanza Sarmiento, mujer de Pedro Fernández de Saavedra "el Mozo", de los que procedieron los condes-marqueses de Lanzarote. El nombre de Teguise, que dan las informaciones genealógicas a aquella hija del rey de Lanzarote, no aparece en Abreu ni hay documento auténtico y cercano a su época que lo pruebe.» L. de la Rosa Olivera, «Los Béthencourt en las Canarias y en América» en Anuario de estudios atlánticos n.º 2 (1956), pp. 111-164. p. 15 (125).
  48. «A comienzos de septiembre de 1559 había hecho frente a los hombres del corsario Calafat que, siguiendo órdenes del rey de Fez, habían hecho una incursión en Lanzarote con una escuadra de nueve galeras. El entonces conde de Lanzarote les ganó una bandera con muerte de 50 moros, pero no pudo con los invasores que saquearon gran parte de la isla y que se embarcaron llevándose cautivos a casi un centenar de personas. Con posterioridad, a últimos de julio de 1586 Morato Arráez desembarcó en Lanzarote con siete galeras, ochocientos hombres de armas y cuatrocientos turcos. Consiguieron rendir el castillo de Guanapay, quemaron más de diez mil fanegas de trigo y de cebada y todos los archivos de la isla, sin que se salvase del incendio ningún documento antiguo ni manuscrito útil.Se quemó la casa del marqués y fueron capturadas su mujerInés Benítez de las Cuevas y su hija natural Constanza de Herrera, por las que pidieron un rescate de quince mil ducados. Finalmente, se retiraron llevándose doscientos cautivos. Asimismo, atacó en diversas ocasiones a embarcaciones inglesas ancladas en La Graciosa, Lobos y la costa de Lanzarote.» F.J. Castillo, op. cit. Archivado el 12 de marzo de 2016 en la Wayback Machine., p. 249, n. 8, con remisión a J. de Viera, op. cit., t. II, pp. 327-334; y Rumeu de Armas, Piraterías y Ataques Navales contra las Islas Canarias (Madrid, Institito Jerónimo Zurita, 1947), t. II, p. 615.
  49. Obra su testamento en la Sección Nobleza del AHN, Archivo de los Duques de Frías, caja 963, doc. 33.
  50. 50,0 50,1 Agustín de Herrera y Rojas, I marqués de Lanzarote, fundó mayorazgo en Constanza de Herrera y Rojas, su hija legítima, por escritura otorgada el 4 de diciembre de 1576. Obran tres copias en la Sección Nobleza del AHN, Archivo de los Duques de Frías, caja 963, docs. 22-24. Dicha fundación inserta traslado de la facultad real para fundar mayorazgo, dada por Felipe II en Aranjuez el 1.º de junio de 1568, de la que también obra una copia de 1635 en el mismo archivo y caja, doc. 2.
  51. J. de Viera, op. cit., t. II, p. 350; F.J. Castillo, op. cit. Archivado el 12 de marzo de 2016 en la Wayback Machine., p. 250.
  52. J. de Viera, op. cit., t. II, p. 327.
  53. J. de Viera, op. cit., t. II, p. 330.
  54. «La muerte de Teodoro Espelta en extrañas circunstancias vendrá a dejar una sombra de deshonor en la memoria de don Agustín de Herrera, a quien se le imputó la responsabilidad de la misma.» Lobo y Bruquetas, op. cit., p. 31.
  55. En sus dedicatorias de este libro al reino de Jaén y al comendador Fuenmayor, el autor cedió a la tentación de firmarse falsamente el Conde de Lanzarote (pp. 4 y 5). La vanidad arrastra al ridículo incluso a los discretos.
  56. Esta línea de los Bravo de Guzmán está expuesta por Luis de Salazar y Castro, op.cit., pp. 278-279 y 596.
  57. Durante la Guerra de Sucesión Castellana, este Garci Bravo y su deudo Pedro de Almazán, alcaide de Atienza, escalaron audazmente el castillo de Sigüenza y apresaron al obispo intruso Diego López de Madrid, partidario de la Beltraneja. Recuperada así la ciudad para los Reyes Católicos, Garci Bravo quedó en ella por alcaide, y después de los días de Pedro de Almazán lo fue también de Atienza, su villa natal. F. Layna, op. cit., p. 200.
  58. 58,0 58,1 T. Gismera, loc. cit.
  59. La carta, fecha en el Real, sobre Málaga, a 7 de junio de 1487, estaba firmada de Sus Altezas y de Fernán Álvarez, y decía así: «El Rey y la Reyna. Doña María de Cienfuegos, ya habéis sabido el fallecimiento de Don Garci Bravo, vuestro marido, de que a Nos desplugo mucho, y quedamos en muy gran cargo, así por el que de él habíamos, por lo mucho que nos sirvió en su vida, como por lo que a Vos toca; y pues él murió también, como su hábito requería, contra los infieles y en servicio nuestro, y por ello somos y quedamos en cargo, para Vos hacer mercedes, de que habemos de mandar mirar vuestras cosas, que a Vos y vuestros deudos tocare, con toda gratificación.» Ápud T. Gismera, loc. cit.
  60. Alfonso de Molina, señor de Embid, abuelo paterno de Catalina, testó en su casa de Santiuste el 33 de septiembre de 1484 ante Diego Alonso del Castillo, escribano de Molina. Sobre su villa del Pobo tuvo graves pendencias con el II conde de Priego, que también la pretendía y llegó a enviarle un cartel de desafío. Las diferencias se transigieron mediante el casamiento concertado entre los hijos de ambos, y el Pobo quedó en los Molina. Todo lo refiere Salazar y Castro (op. cit., p. 276). La casa de Embid siguió en la descendencia varonil de un hermano consanguíneo de nuestra Catalina de Mendoza. Y su sobrino biznieto Diego de Molina Arellano y Mendoza, IX señor de Embid, fue creado marqués de Embid por merced de Carlos II en 1687.
  61. En la información practicada en 1626 para el ingreso de su nieto García de Medrano en el Colegio Mayor de San Bartolomé, los testigos declaran que dichos señores sus abuelos «eran muy ricos; pues además del Mayorazgo y Fortaleza de San Gregorio, tenían más de quince mil cabezas de ganado lanar; y añaden, que el referido Don Diego era hermano de Garci-Bravo, Alcayde de Atienza». Ápud Francisco Ruiz de Vergara, Historia del Colegio Viejo de S. Barholomé, Mayor de la célebre Universidad de Salamanca, 2.ª parte, tomo I (Madrid, 1768), p. 472.
  62. García de Medrano y Catalina de Castejón, señores de San Gregorio, tuvieron por hijo y sucesor a García de Medrano, caballero de Santiago y consejero de Órdenes, colegial mayor de San Bartolomé en Salamanca, marido de María de los Ríos, nacida en Sevilla. Estos fueron padres del doctor García de Medrano, señor de San Gregorio y colegial del mismo, del Consejo y Cámara de Castilla, natural de Valladolid, que casó con María Ignacia de Mendizábal y Uribe, hija de Gregorio López de Mendizábal, caballero de Santiago, colegial mayor de Santa Cruz y también consejero de Castilla, natural de Oñate, y de Teresa de Isaurraga y Uribe, su segunda mujer. Y estos procrearon a García de Medrano y Mendizábal, señor de San Gregorio, caballero de Calatrava, creado conde de Torrubia en 1694, que murió sin descendencia, y al bachiller Andrés de Medrano y Mendizábal, que le sucedió en la casa, natural de Sevilla, calatravo como su hermano y colegial del Viejo como su padre y abuelo. De quien provinieron los demás condes de Torrubia. Expone su genealogía Francisco Ruiz de Vergara (loc. cit. en la nota anterior). Las fichas de los consejeros de Castilla citados, en Janine Fayard, Los ministros del Consejo Real de Castilla: Informes biográficos (Madrid, Hidalguía, 1982), pp. 25, 40 y 98.
  63. La ascendencia Ana Sarmiento de Ayala en Salazar y Castro, loc. cit., y López de Haro, op. cit., 1.ª parte, p. 115. El padre de esta señora, Martín de Ayala, era segundón de su casa y tuvo por hermano primogénito a Francisco de Rojas el Ronco, que en Francisca de Acuña, su mujer, procreó a Martín de Rojas, «vecino y heredado en Carrinches». Esta línea debió de extinguirse, recayendo la casa en la descendencia de Ana. Y probablemente también el mayorazgo de Itero y Tardajos.
  64. Mayorazgo fundado en 1470 por Diego Duque de Estrada, su abuelo, que testó en Talavera en 1498 y era hijo segundo del capitán Fernando de Estrada, alcaide del castillo de Llanes, vasallo del Rey Enrique IV, y de Juana de Guzmán, su mujer, de la casa de Toral. J.M. Patac, loc. cit.
  65. J.M. Patac, loc. cit.
  66. Juan de la Barreda y Acedo-Rico, Viejas familias de Alcalá de Henares (Madrid, Complutense, 2003), pp. 27-28.
  67. Esta Ana Antonia Manrique de Valencia, V señora de Fuenteguinaldo, era hija de Jorge Manrique de Valencia, mariscal de Castilla, III señor de Fuenteguinaldo, descendiente de los marqueses de Aguilar de Campoo, y de Leonor de Zúñiga, que era hija de Pedro de Reinoso, señor de Autillo. De su matrimonio con Fadrique de Vargas, citado en el texto, tuvo por primogénito a Francisco de Vargas Manrique de Valencia, mariscal de Castilla, V señor de Fuenteguinaldo, Villatoquite, San Vicente del Barco, etc., caballero de Alcántara. Y este señor —que era hermano de Diego, el padre de Catalina— tuvo por hijo y sucesor, nacido de Francisca Chacón su tercera mujer, a Fadrique de Vargas y Manrique de Valencia, primo carnal de Catalina, que fue creado marqués de San Vicente del Barco en 1629. Con posteridad en que siguió esta casa, recayendo en la de Alba.
  68. 68,0 68,1 68,2 Luis de Salazar y Castro, op. cit., p. 596.
  69. Paloma Torrijos, «San Vicente del Barco, Zamora, Olmedilla de Guadalajara, los condes de Priego en Cuenca y el marquesado de Lanzarote» en su blog Historia y Genealogía.
  70. En su memorial de 1737, el X marqués de Lanzarote y II de Velamazán refiere que Doña Luisa de Guzmán heredó de su hijo el marquesado de Lanzarote, «del cual y de los Terrazgos y Pueblos de aquella isla hizo agregación al Mayorazgo y Casa de su padre, llamando en primer lugar a Don Diego Bravo su primo [† 1660], sus hijos y descendientes por línea directa y de legítimo matrimonio y a falta de su sucesión mandó que el título de Marqués con todos sus derechos, se agregase a la casa de Garci Bravo que al presente poseía por ser cabeza de este apellido, la casa de Atienza, de suerte que quiso fuera sucesor en la Casa y Estado de Lanzarote el que lo fuese de la de Bravo en Atienza, y a los que así le poseyeran impuso el gravamen de apellido de Rojas y Herrera, en cuyo cumplimiento los usa el Marqués suplicante». Memorial al Rey Nuestro Señor Don Phelipe Quinto que Dios guarde en que Don Manuel Martín de Castejón... suplica a su Majestad se sirva conceder a su Casa la Dignidad de Grande (Sección Nobleza del AHN, Archivo de los Marqueses de Camarena la Real, caja 82, doc. 3.814), ápud T. Gismera, op. cit. La grandeza le fue otorgada al suplicante en 1744, pero no agregada al marquesado de Lanzarote sino al de Gramosa. Es verosímil suponer que el propio interesado —que inicialmente la había solicitado para su título más antiguo y principal— prefiriese después que la grandeza se agregase al siguiente en antigüedad, previendo que la casa de Lanzarote podría salir de su descendencia a resultas de algún pleito, como en efecto ocurrió en el siglo XX.
  71. Antonio Ramos, Descripción genealógica de la casa de Aguayo (Málaga, 1781), p. 333.
  72. Salazar y Castro omite el cuarto matrimonio de la marquesa (op. cit., p. 279), pese a que este marido suyo fue bastante conocido por el título de marqués de Lanzarote. Lo menciona en cambio José Miguel de Mayoralgo y Lodo, Conde de los Acevedos, La Casa de Ovando (estudio histórico-genealógico). Anejos del Boletín de la Real Academia de Extremadura [de las Letras y las Artes], II. (Cáceres, 1991), p. 426.
  73. El Gaspar de Bazán citado en el texto fue además señor de Macintos y Villantodrigo y de la casa fuerte de Olmos de Pisuerga, maestre de campo de Infantería Española, gentilhombre de boca de S.M. y familiar del Santo Oficio. Casó con Leonor Teresa de Barradas y Portocarrero, fallecida en 1718, que era hermana del I marqués de Cortes de Graena e hija de Fernando Pérez de Barradas y Villarroel, señor de Cortes y Graena, y de Francisca de Aguayo y Portocarrero, señora de la casa de Aguayo y de las villas de Alía, Castilblanco, las Navas y la Calera en Extremadura. De este matrimonio fue unigénita Constanza de Bazán Herrera y Rojas, señora de las villas de Peñalba, Macintos, Villantodrigo y la Serna y de la casa fuerte de Olmos de Pisuerga, patrona de la iglesia de San Pedro del Olmo de la ciudad de Toro y de los conventos de bernardas de San Clemente y agustinas de Santa Úrsula, ambos en Toledo, nacida en Segovia en 1651. Casó en 1671 con el maestre de campo Miguel Fernández de Córdoba y Alagón (1634-1684), comendador de Montanchuelos en la Orden de Calatrava, patrono del convento y colegio de Doña María de Aragón de Madrid, natural de esta villa, que sirvió en Flandes y en Milán, donde tuvo el gobierno de varias plazas, hijo de Cristóbal Luis Fernández de Córdoba Aragón y Alagón, también comendador de Montanchuelos, gentilhombre de boca de Felipe IV, y de Leonor de Zúñiga Tejada y Mendoza, de los señores de Marchamalo y del solar de Valdeosera; descendiente por varonía de una línea menor de los señores de Valenzuela y por línea femenina del III conde de Sástago. Este Miguel Fernández de Córdoba y Alagón Zúñiga y Quesada, señor de Peñalba y de Macintos jure uxoris, fue creado marqués de Peñalba en 1684, con el vizcondado previo de Macintos. En su descendencia siguió esta casa y también la de Sástago, con grandeza de España.
  74. «Fallece Luis Benítez de Lugo» en Laprovincia.es (24 de diciembre de 2008).
  • Elenco de grandezas y títulos nobiliarios españoles, Instituto «Salazar y Castro», C.S.I.C.