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Mando de Canarias

De EnciclopediaGuanche

Mando de Canarias (MCANA)
Capitanía General de Canarias
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Organización militar de España entre 1960 y 1984.

El Mando de Canarias (MCANA) es uno de los órganos que integran la Fuerza del Ejército de Tierra de España. Tiene su sede en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife y su objetivo es establecer, de forma rápida y eficaz, estructuras operativas terrestres para ejecutar de operaciones militares con las unidades acuarteladas en las Islas Canarias.[1] Hasta su creación en virtud de la reorganización del ejército de 2006 , fue la Capitanía General de Canarias, también Comandancia General de Canarias durante ciertos periodos, una subdivisión histórica del territorio español hecha a efectos militares, nombrándose así también a la unidad militar encargada de la defensa de las islas. Existió como tal desde su institución por Felipe II de España en 1589.

Historia

A mediados del siglo XVI la defensa de las islas de realengo estaba a cargo de sus respectivos gobernadores, y la de las islas de señorío, de los señores jurisdiccionales, cada uno de los cuales contaba con sus propias milicias locales. Las incursiones de piratas berberiscos y corsarios franceses que rondaban las islas al acecho de los navíos comerciales, aventurándose a atacar también las villas costeras, llevaron a Felipe II a disponer en 1573 que los gobernadores letrados fueran sustituidos por gobernadores militares.[2] El inicio de la guerra contra los ingleses en 1585 motivó que éstos vinieran a sumarse a los anteriores atacantes.

En 1589 Felipe II reformó la organización de la defensa de Canarias instituyendo la capitanía general, a cuyo titular se le confirió también la presidencia de la Real Audiencia. Así, el capitán general era la máxima autoridad militar, civil, gubernativa y judicial de las islas, equivalente al que en otros reinos de España se titulaba virrey.

La principal causa que me ha movido a instituir y establecer el cargo que lleváis, ha sido la defensa y seguridad de las islas, por ser de la importancia que son.

Felipe II a Luis de la Cueva.[3]


La acumulación de poder en la sola persona del capitán general dio lugar a que, durante los primeros dos siglos de existencia del cargo, la institución no estuviera bien considerada entre las autoridades locales ni entre la población: fueron frecuentes sus conflictos con los cabildos, ayuntamientos y oidores de la audiencia, contra quienes se dictaron prisiones arbitrarias, los abusos de poder («gimió el país bajo el más duro despotismo»[4]), los excesos de la tropa llegada de la península, las levas entre la población, la imposición de nuevos impuestos, las cuestiones de protocolo, la parcialidad en las relaciones comerciales, el favoritismo entre islas y las reclamaciones canarias a la corte para que aboliese el cargo, que a menudo se vieron obstaculizadas.[5]

A la verdad, nada era más terrible para las islas, aunque amenazadas de invasiones, que estos defensores ilustres, que el zelo y gratitud de aquel Caballero les agenciaba.

Viera y Clavijo.[5]


El primer capitán general fue Luis de la Cueva y Benavides, que llegó a Canarias con 600 soldados. Cuatro años después Jabán Arráez atacó Fuerteventura al frente de una flotilla de piratas berberiscos, arrasando la capital y derrotando a las tropas llegadas desde Gran Canaria; esta derrota y el malestar que entre la población generaba el tener que cargar con la manutención de los soldados llevó a Felipe II a suspender la capitanía general y devolver la defensa de las islas a su antiguo estado.

En 1625 Felipe IV envió a Francisco de Andía Irarrazábal y Zárate en calidad de veedor y reformador para que estudiase la manera de optimizar la defensa de las islas; de las gestiones de este resultó la rehabilitación de la capitanía general, que en 1629 volvió a tener al frente un titular. En ausencia o carencia del capitán general, su puesto lo ocupaban provisionalmente los corregidores, que también fueron capitanes a guerra hasta 1767; este año se instituyó la figura del segundo comandante e inspector general, sobre quien debería recaer el mando en ausencia del capitán general.

La división de España en Capitanías Generales data de 1705, cuando se ajustaron a los antiguos reinos que constituían la Monarquía Hispánica. Se trataba de trece regiones: Andalucía, Aragón, Burgos, Canarias, Capitanía General de Castilla la Vieja, Cataluña, Extremadura, Galicia, Costa de Granada, Guipúzcoa, Comandancia Militar de Baleares de Mallorca, Capitanía General de Navarra y Capitanía General de Valencia.

En 1714 se crea la Capitanía General de Castilla la Nueva a partir de la Comisaría General de la Gente de Guerra de Madrid.

En 1898 se volvió a dividir el territorio peninsular en siete nuevas Regiones Militares, a la vez que se constituyeron las Comandancias Generales de Baleares, Canarias, Comandancia General de Ceuta y Melilla.

Por el Real Decreto 912/2002[6] se mantuvo su estructura de mando, aunque cambió su denominación a la de Mando de Canarias.

Denominación

La denominación de capitán general fue modificada varias veces a lo largo de la historia: en 1723 Lorenzo de Villavicencio fue nombrado Comandante general de las islas, título que detentarían sus sucesores hasta 1840, en que se recuperó la denominación anterior; entre 1931 y 1939 volvió a llamarse Comandante General; entre 1989 y 2006 recibió el nombre de General Jefe de la Zona Militar de Canarias.[7] Desde el año 2006 la denominación es General Jefe del Mando de Canarias.[1]

Ubicación de la capitanía

En 1656 el general Alonso Dávila y Guzmán se trasladó a Tenerife, aunque el primero en recibir autorización para elegir su residencia donde considerase más conveniente fue Jerónimo de Benavente en 1661, que se estableció en la que después sería conocida como la Casa de los Capitanes de San Cristóbal de La Laguna, construida por Diego Alvarado Bracamonte (a quien habitualmente se menciona como capitán general, aunque en realidad fue sólo corregidor y capitán a guerra de Tenerife).

En 1723 Lorenzo de Villavicencio, tras ser recibido por las autoridades locales en el castillo de San Cristóbal, como era costumbre con todos los generales recién llegados, decidió quedarse en él, a pesar de las quejas del castellano, que no consiguió echarle hasta 1734. A partir de entonces la capitanía permanecería en Santa Cruz de Tenerife y en consecuencia la localidad, que por aquel entonces era sólo un pequeño núcleo cercano al puerto y perteneciente al ayuntamiento de La Laguna, comenzó su desarrollo económico y urbanístico.

En 1740 José Emparán fijó su residencia en el número 13 de la calle de la Marina; en 1791 Antonio Gutiérrez se instaló en la calle San José esquina a San Francisco; en 1808 Carlos O'Donnell lo hizo en la Casa Foronda, actual plaza de la Pila; los siguientes volvieron a la calle de la Marina.

En 1852 se autorizó la construcción de un nuevo edificio que sirviera como sede de la capitanía en la plaza del Príncipe en Santa Cruz de Tenerife, pero tras la realización del proyecto este recibió la negativa de la superioridad militar, por lo que al año siguiente se trasladó al Palacio de Carta, en la plaza de la Candelaria. La ubicación definitiva de la sede se fijó en 1881, cuando Valeriano Weyler se estableció en el Palacio de Capitanía de la plaza Weyler, cuyas obras había ordenado iniciar él mismo dos años antes sobre un proyecto del ingeniero militar Tomás Clavijo y Castillo-Olivares. [7][8][9]

Fuerzas

En la provincia de Santa Cruz de Tenerife

En la provincia de Las Palmas

Véase también

Referencias

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