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Granadero (soldado)

De EnciclopediaGuanche

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Un granadero es un soldado especializado cuyo empleo era arrojar y manejar granadas de mano. La introducción de las granadas al arsenal militar hizo estimar necesaria la creación de los granaderos, originalmente seleccionando soldados particularmente fornidos, macizos y de brazada amplia, dado su rol usualmente al frente del regimiento. Avances como la invención del lanzagranadas y posteriormente de las granadas propulsadas cambiaron el rol del granadero en batalla, en la actualidad teniendo más roles ceremoniales o de élite.

Orígenes

Parece seguro que su origen viene del ejército francés, donde al principio tuvieron escasa reputación pero en tiempo de Luis XIV adquirieron los granaderos mayor estima. En 1667, al decir de los franceses, para desalojar al sitiado del camino cubierto en los ataques de las plazas fuertes, se eligieron por compañía cuatro hombres robustos y valientes, armados con hacha, sable y mosquete, llevando un saco de doce granadas que se llamó granadera. En 1670, se formó una compañía independiente; después se agregó una a cada regimiento y, luego, una a cada batallón, de modo que empezando entonces a usarse el mosquete con bayoneta, se armó primero de esta suerte a las compañías de granaderos que al resto de la infantería.

Adquirieron pronto gran favor los granaderos que aceptaron todas las naciones de Europa, aunque sea digno de notarse que en 1690 confesaban ya los mismos franceses que el papel de los granaderos empezaba a declinar por causa de la utilización del fuego por descargas en detrimento de las propias granadas. De forma más alejada de Europa Occidental, se usaron soldados que serían englobados dentro de ellos, principalmente en Rusia y en el Imperio Otomano, que darían origen a la infantería moderna de morteros y bazookas, pues usaban un impreciso cañón muy pequeño al cual se le cargaba la granada y la disparaban a un máximo de 150 metros. A pesar de todo, fueron más impopulares que los granaderos, y generalmente se les usaba como unidades de auxilio a la artillería, en vez de infantería, pues de hecho rara vez se les entregaban fusiles.

Desarrollo

En 1685, se mandaron organizar en España compañías de granaderos y así se recogió en la Real orden de 26 de abril de aquel año, establecida por Carlos II. Felipe V al dictar la segunda Ordenanza de Flandes de 10 de abril de 1702, constituyendo el ejército español a imitación del francés, dispuso que en cada batallón de trece compañías hubiese una de granaderos, mantenida por las compañías restantes. El capitán y los oficiales de granaderos debían haber servido con reputación y tener la edad y robustez necesarias para soportar la fatiga de marchar a pie. Y en cada compañía del batallón, el capitán de granaderos elegía los soldados que mejor le parecían para formar la suya.

Modificada la organización de la infantería, se dispuso en 28 de septiembre de 1704 que hubiese una compañía de granaderos en cada regimiento de doce compañías y en 20 de abril de 1715, al constituirse la infantería en regimientos de dos batallones, se agregó una compañía de granaderos a cada batallón. Creada la infantería ligera en el año 1754, se organizó esta en batallones de cazadores en que no había granaderos, subsistiendo una compañía de este instituto en cada batallón de línea de igual forma que antes. En las milicias provinciales, se instituyeron soldados granaderos por orden de 1 de agosto de 1735, disponiéndose que en cada compañía hubiese quince de aquellos elegidos. Después, por una Real adición de 28 de febrero de 1736 a la Ordenanza de 31 de enero de 1734 que reorganizó las milicias provinciales, se constituyeron definitiva y permanentemente las compañías de granaderos en los regimientos de aquellas tropas de reserva, pudiendo en circunstancias determinadas subdividirse cada compañía en dos, una de las cuales formaba a la derecha y otra, a la izquierda del regimiento. Más tarde, se dispuso que en cada batallón de milicias provinciales hubiese una compañía de granaderos y otra de cazadores.

A todo esto, los granaderos habían adquirido gran reputación y eran objeto de distinciones en todos los ejércitos de Europa, mirándose sus compañías como agrupaciones de preferencia, donde se reunía gente selecta mandada por oficiales de gran crédito. Y no contentándose con las fracciones de granaderos organizadas en Francia y otros países, Federico Guillermo III de Prusia creó un batallón de granaderos compuesto de cinco compañías sin que esto excluyera la existencia de compañías de granaderos en otros cuerpos de la infantería, las cuales solían reunirse los días de combate para formar batallones escogidos. El padre del célebre Federico II el Grande formó hacia mediados del siglo XVIII batallones de gigantes que el gran monarca utilizó luego hábilmente.

Las distinciones y preferencias que se venían otorgando en España a los granaderos fueron confirmadas por las Ordenanzas de 1768 según puede verse en el tratado I que trata de la organización de los cuerpos de infantería. Los granaderos eran en aquella época, como lo fueron posteriormente, hombres de escogida talla. Pero conviene notar que en dichas ordenanzas se estimaba que debían ser tenidas en cuenta para su selección cualidades de índole moral además de las meramente físicas. Principios semejantes a los determinados en la Ordenanza de 1768 siguieron imperando en mucha parte del siglo XIX y a pesar de que no se comprendía bien la existencia de compañías de granaderos que no cumplían ningún fin práctico esencial, lo cierto es que la tradicional rutina continuó imponiéndose por mucho tiempo. Y como no parecía suficiente juntar los granaderos en compañías, diversas disposiciones prevenían que se reuniesen aquellos en batallones como el Real decreto de 26 de agosto de 1802 que mandó juntar las compañías de granaderos para constituir un batallón en cada brigada, el cual se disolvía cuando terminaba el ejercicio o acción para el que las brigadas fueron formadas, y el reglamento de 1 de julio de 1810 por cuyos preceptos se constituyeron permanentemente para las atenciones de la guerra de la Independencia ocho batallones de granaderos.