Acciones

Conquista de Tenerife

De EnciclopediaGuanche

Véase también: Conquista de Canarias


Aunque la isla de Tenerife había sido tratada de conquistar en distintas ocasiones, no es hasta 1493 cuando Alonso Fernández de Lugo, tras la conquista de La Palma, acomete el tramo final de la conquista de Canarias, favorecido entre otras cosas por la disputa interna entre las poblaciones guanches de la isla. Ya se había iniciado algún proceso evangelizador y de conversión al catolicismo de las poblaciones indígenas, como atestigua la presencia de la Virgen de Candelaria, llamada por los naturales de la isla Chaxiraxi, pero salvo algún intento de levantar una torre y esporádicos contactos comerciales, así como arribadas de europeos en razzias para la captura de esclavos, no había presencia castellana en la isla.


En diciembre de 1493, Alonso Fernández de Lugo obtuvo de los Reyes Católicos la confirmación de sus derechos de conquista sobre la isla de Tenerife y, a cambio de renunciar a la prima prometida por la conquista de La Palma, reclamó el gobierno de la isla, aunque no obtuvo participación en el quinto real. De nuevo se trataba de usar el sistema de las capitulaciones, que se emplearía luego en la conquista de América.

La financiación de la conquista fue llevada a cabo con la venta de sus plantaciones de azúcar en el valle de Agaete, obtenido tras la conquista de Gran Canaria, y asociándose con comerciantes italianos asentados en Sevilla a cambio de recibir estos beneficios, alguno de los cuales no obtuvieron lo prometido tras la conquista.

Estatua de Bencomo en La Plaza de Candelaria.

Tenerife estaba dividida en el momento de la conquista en nueve menceyatos. Por su actitud ante los castellanos, cabe distinguir el bando de paz, que se mostró neutral o proclive a los castellanos. Eran los menceyatos del sur y del este (Anaga, Güimar, Abona y Adeje), es decir, aquellos que habían tenido más contacto con los castellanos a través de la actividad misionera (Candelaria). El bando de guerra agrupaba a los menceyatos del norte (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icoden y Daute). En el momento de la conquista había prácticamente una guerra en la isla entre los dos grupos de menceyatos, siendo los del norte los que contaban con una mayor riqueza en cuanto a recursos vegetales, imprescindibles para la agricultura y la ganadería, estando liderados por Bencomo, el mencey de Taoro. Los menceyatos del norte mantuvieron una resistencia tenaz a la invasión, mientras que los menceyatos del sur (liderados por Añaterve, mencey de Güímar) pactaron con los conquistadores en la esperanza de que estos los ayudarían en la guerra contra el norte, siendo finalmente engañados, pues lo que buscaban los castellanos era conquistar toda la isla.


En abril de 1494, y procedente de Gran Canaria, desembarcó el conquistador en las playas de Añaza (no confundir con el actual barrio), en la costa de la actual Santa Cruz con una tropa de españoles y canarios (gomeros y grancanarios, sobre todo) formada por unos dos mil hombres de a pie y 200 a caballo. Tras levantar un fortín se dispuso a adentrarse hacia el interior de la isla. Intentó un acercamiento a los bandos de guerra y a Bencomo, mencey del más importante menceyato hostil le ofreció amistad, la aceptación del cristianismo y el sometimiento a la autoridad de los Reyes Católicos. El rechazo de las dos últimas condiciones hizo inevitable el enfrentamiento.

El primer encuentro armado tuvo lugar en el barranco de Acentejo, en el municipio de La Matanza. Una tropa invasora de más de dos mil hombres se adentró por el norte de la isla en dirección al valle de Taoro (valle de La Orotava). El objetivo era doblegar a los guanches en el núcleo de su resistencia. Los guanches esperaron emboscados a los castellanos que, sorprendidos sufrieron un grave descalabro, perdiendo en la batalla el ochenta por ciento de sus fuerzas. Alonso Fernández de Lugo pudo escapar hacia Gran Canaria, donde preparó un nuevo asalto con tropas mejor adiestradas y más recursos financieros aportados por comerciantes genoveses y nobles castellanos. Los guanches, dueños de la situación, destruyeron el fortín construido por los castellanos

Representación de la Batalla de Acentejo

Con un ejército mejor armado y entrenado, el Adelantado retornó a Tenerife en 1495. Tras reconstruir el fortín de Añaza, se dirigió hacia los llanos de Aguere (La Laguna), donde en noviembre derrotó a Bencomo, que, cometió el error de presentar batalla en una zona llana. La caballería y los refuerzos aportados por Fernando Guanarteme, fueron decisivos para la victoria castellana. 1700 guanches, entre ellos Bencomo, quedaron muertos en el campo de batalla. Una epidemia posterior diezmó a los isleños.

Un mes más tarde, los castellanos volvieron a penetrar por el norte de la isla en dirección a Taoro. Varios miles de guanches los esperaban en un barranco del actual municipio de La Victoria de Acentejo. La victoria castellana facilitó el hundimiento de la resistencia aborigen y el acceso al valle de Taoro quedó abierto. Bentor, hijo de Bencomo se tiró por la ladera de Tigaiga, consumándose la conquista de Tenerife y su incorporación a la corona de Castilla en la primavera de de 1496, en la zona de actual municipio de Los Realejos.

Muchos guanches vencidos de los bandos de guerra fueron vendidos como esclavos o trasladados a Gran Canaria, donde muchos escaparon y se mantuvieron alzados durante algún tiempo. Otros escaparon hacia la zona sur de la isla donde encontraron refugio entre los guanches de aquella zona. En agosto de 1502 se produce un pequeño rebrote de rebelión: Ichasagua es proclamado mencey de Adeje, restableciendo lo que se dio en denominar el "trono universal de Tenerife". Una expedición militar española contra los rebeldes, somete la sublevación tras varios meses y tras un acuerdo final con los sublevados, cuyo líder, Ichasagua, se suicida ante los ojos de los emisarios.