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Conquista de Gran Canaria

De EnciclopediaGuanche

La conquista de Gran Canaria fue un proceso histórico que tuvo lugar entre 1478 y 1483 durante el cual la isla de Gran Canaria, en el archipiélago atlántico de Canarias, fue incorporada a la Corona de Castilla mediante una ocupación militar del territorio habitado por los aborígenes canarios. Fue la primera de la denominada etapa realenga de la conquista de las islas Canarias, pues fue promovida y financiada directamente por los Reyes Católicos. Asimismo, formó parte en sus inicios de los conflictos habidos entre Castilla y Portugal durante la guerra de sucesión castellana.

La conquista duró casi cinco años debido tanto a la resistencia de los aborígenes, quienes se aprovecharon de la difícil orografía insular, como a las disensiones que se produjeron entre los conquistadores y la falta de refuerzos.[1] Se distinguen dos fases principales: una primera entre 1478 y 1480 caracterizada por el estancamiento del proceso debido a los problemas internos entre la hueste conquistadora, y una segunda, entre 1480 y 1483, en que bajo el mando único del gobernador Pedro de Vera se intensificó la presión sobre los canarios.[2]

Como resultado de la victoria castellana la isla pasó a formar parte de la Corona de Castilla, fue progresivamente colonizada por pobladores europeos y la cultura aborigen desapareció. Los antiguos canarios fueron en parte expatriados y en parte incorporados a la nueva sociedad.


Podemos distinguir tres etapas en la conquista de Gran Canaria: a) Etapa inicial, junio - diciembre de 1478. El 24 de junio de 1478, desembarcó en La Isleta, la expedición mandada por Juan Rejón y el deán Bermúdez, representante del obispo del Rubicón, Juan de Frías, uno de los financiadores de la conquista. Ese día, junto a Guiniguada, se fundó el Real de Las Palmas. Pocos días más tarde tuvo lugar en las proximidades del Real el primer enfrentamiento en el que los isleños fueron derrotados. Esta victoria inicial les proporcionó a los castellanos el control de la esquina noreste de la isla.

b) Resistencia indígena y divisiones castellanas, desde finales de 1478 hasta 1481. La resistencia aborigen en el interior montañoso de la isla, la falta de hombres y medios materiales y las desavenencias internas en el bando conquistador, constituyen las principales marcas de este periodo. Durante esta etapa, Juan Rejón fue destituido por orden de los Reyes Católicos. Su lugar lo ocupó Pedro Fernández de Algaba, que fue posteriormente ejecutado por orden del destituido Rejón. El nombramiento de Pedro de Vera como nuevo gobernador de la isla y la detención de Juan Rejón, puso fin a los conflictos internos que se habían prolongado hasta 1481.

c) Final de la resistencia aborigen y conquista de la isla, 1481-1483. Pedro de Vera, ahora jefe indiscutido de los castellanos, reemprendió la conquista del interior de la isla y el guanartemato de Gáldar. Contó para ello con la llegada de nuevos refuerzos humanos aportados por Diego García de Herrera, que envió un numeroso contingente de gomeros. Se producen las victorias castellanas en la Batalla de Arucas en la que cae el líder aborigen, Doramas. La captura de Tenesor Semidán, guanarteme de Gáldar, por parte de Alonso Fernández de Lugo, será un factor decisivo para la culminación de la conquista. Tenesor Semidán fue enviado a Castilla, donde fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme y, tras firmar con Fernando el Católico el Pacto de Calatayud, se convirtió en un fiel y valioso aliado de los conquistadores, cuya actuación ha sufrido diversas valoraciones por los analistas de la historia: traidor a la causa aborigen para unos, hábil negociador que logró salvar muchas vidas, para otros. Finalmente, el 29 de abril de 1483, y junto a la Fortaleza de Ansite (véase Ansite), se produce la dispar acción de la entrega de unos como Guayarmina Semidán, o el suicidio de otros por despeñamiento como el del líder canario Bentejuí junto con el Faycán de Telde al grito de Atis Tirma (por mi Tierra)[3] .

Fuentes para su estudio

Las principales fuentes para el conocimiento de los hechos sobre la conquista de Gran Canaria se pueden dividir en dos grupos: la documentación oficial contemporánea a los acontecimientos, y las crónicas o relaciones, tanto coetáneas como posteriores.

En el primer grupo se engloban los documentos encontrados por los investigadores modernos en los archivos españoles, como son el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla o el Archivo General de Simancas.[4] Destaca también la información de méritos de Fernando Guanarteme, conocida en la historiografía como «información guanartémica», mandada realizar por su hija Margarita Fernández en 1526 y que aporta numerosos detalles sobre la conquista.[5]

En el segundo se agrupan tanto las crónicas escritas en la península ibérica por autores coetáneos o muy próximos a los hechos, como las confeccionadas en el archipiélago canario en el siglo posterior a la conquista. Entre las primeras, los autores Alfonso de Palencia, Hernando del Pulgar, Diego de Valera y Andrés Bernáldez dedicaron algunos capítulos de sus crónicas sobre los Reyes Católicos a la conquista de Canarias.[6][7]

Entre las obras realizadas en Canarias destacan las conocidas como «crónicas de la conquista» (manuscritos Lacunense, Matritense y Ovetense), que según los investigadores serían copias o extractos del siglo XVI de una crónica primitiva. Esta desaparecida crónica-madre habría sido confeccionada entre finales del siglo XV y comienzos del siguiente por el entorno familiar del alférez mayor de la conquista Alonso Jáimez de Sotomayor.[8][9][10]

Otras dos relaciones históricas estrechamente relacionadas con estos manuscritos son las atribuidas a los supuestos conquistadores Antonio Cedeño y Gómez Escudero. En realidad se trataría de autores espurios y obras confeccionadas tardíamente.[11][12]

Asimismo, sobresalen también en este cuerpo de fuentes tradicionales las obras de Juan de Abréu Galindo y Leonardo Torriani, Historia de la conquista de las siete islas de Canaria y Descrittione et historia del regno de l'isole Canaria respectivamente, confeccionadas en la segunda mitad del siglo XVI y cuyos autores utilizaron para su redacción algunas fuentes que no han llegado a nuestros días.[13]

Las obras de autores del siglo XVII como Tomás Arias Marín de Cubas o fray José de Sosa, solo compilan e interpretan las crónicas preexistentes, siendo a partir sobre todo del siglo XVIII con José de Viera y Clavijo cuando comiencen los estudios críticos y la contrastación de los textos clásicos con la documentación de los archivos, que se intensificará ya en el siglo XX.[14]. Sin embargo, los trabajos de Viera y Clavijo adolecen de mitificaciones y no constituyen aún una investigación verdaderamente científica.


Referencias

  1. Serra Ràfols, 1990, pp. 32.
  2. Morales Padrón, 1978, pp. 22-23.
  3. Abreu y Galindo, J. de, Historia de la conquista de las siete islas de Canarias, en A. Cioranescu (ed) Goya ediciones, Tenerife, 1977
  4. Jiménez González, 1998, pp. 202-203.
  5. López Alonso, 2017.
  6. Morales Padrón, 1978, pp. 41-42.
  7. Jiménez González, 1998, pp. 205.
  8. Cebrián Latasa, 2007, pp. 115-117.
  9. Morales Padrón, 1978, pp. 41-44.
  10. Jiménez González, 2009-2010, pp. 50-51.
  11. Cebrián Latasa, 2007, pp. 114; 118-119.
  12. Morales Padrón, 1978, pp. 54.
  13. Cebrián Latasa, 2007, pp. 110-112; 149-150.
  14. Jiménez González, 1998.