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Punta del Hidalgo

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El Heredamiento de la Punta del Hidalgo

[Raúl E. Melo Dait]


El Heredamiento de la Punta del Hidalgo tuvo por base el reparto hecho por el primer Adelantado de Canarias don Alonso Fernández de Lugo, en 1504, al portugués Diego Sardinha, y por otro de 1512 a favor de Francisco Ximénez , Diego Riquel y Antón de Vallejo, por lo que les fueron dadas las aguas del barranco de Tedixe y las tierras que con ellas pudieran regar, bajo condición de hacer las obras necesarias para el buen aprovechamiento de las primeras y hacer un ingenio azucarero, base como sabemos, de la riqueza entonces de las islas.

El Heredamiento comprendía las tierras siguientes: La Laja, por debajo de la ermita; el valle de Acuijar, La Porcuna, Valle Seco, Valle de Arodoque, Valle del Auchón, Valle de Benjía, Risco de Aramuiga, Valle de Chinamada, el barranco de Acuija a Chinamada, La Fajana, junto a los Dos Hermanos, y el Tanquillo, arriba de la ermita; Roque Agudo, Paso del Fraile, Cumbre de Juan Perdomo, Paso Roquete, Roque del Carnero, Lomo de Juan García, tierras de Tane, la cumbrecilla de las Escaleras, hacia abajo a dar al Bailadero; Roque de Tonejía y Tacorontillo, Mesa de Tesegre y Lajinas, que bajan al barranco de Taborno.

Hay luego un largo preriodo, casi de un siglo, en el que no conocemos por que manos pasase el Heredamiento, hasta llegar a los comienzos del siglo XVII, en que pertenecía a un riojano establecido en Tenerife, Mateo Díaz Maroto, comerciante rico, que logró ocupar importantes cargos en la Isla; pero al ser condenado un mercader inglés por contrabando, del que había salido fiador Díaz Maroto e hipotecado el Heredamiento fue este sacado a subasta por la Justicia y adjudicado a Jacinto Amado. No obstante, uno u otro debieron pagar la pena impuesta y los gastos, y el Heredamiento lo volvemos a encontrar en manos de los descendientes de Maroto, hasta que pasó, a fines del mismo siglo, al presbítero y abogado don Juan Onofre de Castro, en cuya familia continuó hasta que en 1756 lo adquirió por compra don Amaro González de Mesa.

El Heredamiento comprendía en 1701, fecha de la que hay inventario y avalúo, un total de 1608 fanegadas de tierra, más la ermita de San Mateo, vivienda, lagares, bodegas, dornajos y demás dependencias, todo lo cual se valoró en 170.000 reales de plata, sin incluirse las aguas, que estaban en litigio, porque el Cabildo y los vecinos sostenían que eran públicas, ya que el Adelantado así se las había concedido el 29 de diciembre de 1506.

La leyenda ha señalado siempre a la Punta del Hidalgo como lugar desde el que se hacía contrabando en la Isla, y la realidad es que sus condiciones lo hacía el más adecuado para ello. Así ha conservado viva la figura de un famoso capitán de mar, don Amaro Rodríguez Felipe, conocido como Amaro Pargo, apellido de una de sus abuelas, y se han contado sus hazañas en el mar, pero confundiéndolo y aplicándole hechos y circunstancias de otros, al menos de Mateo Díaz Maroto, y así cuando hablan de “Amaro Pargo” y de “Mateo Amaroto” han pensado que es una misma y sola persona, cuando claramente se colige que tras de Mateo Amaroto hemos de hallar la figura de Mateo Díaz Maroto, y lo curioso es que también la leyenda hace a don Amaro Rodríguez Felipe dueño del Heredamiento de la Punta del Hidalgo, cuando en realidad es que no tuvo un palmo de tierra en la misma, como se comprueba por el “libro de la Hacienda del Capitán don Amaro Rodríguez Phelipe”, que se conserva en la Casa de Ossuna, y si su sobrino don Amaro González de Mesa lo adquirió, fue precisamente nueve años después de la muerte de su tío, ocurrida en 1747.