Diferencia entre revisiones de «Iballa»
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A finales del siglo XV en La Gomera ([[Islas Canarias]]), los aborígenes se rebelaron contra su Señor feudal, Fernán Peraza el Jóven, porque éste pretendió abusar de Iballa. | A finales del siglo XV en La Gomera ([[Islas Canarias]]), los aborígenes se rebelaron contra su Señor feudal, Fernán Peraza el Jóven, porque éste pretendió abusar de Iballa. | ||
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Los gomeros rodearon la Torre e intentaron derrotar a sus ocupantes. Sin embargo, un barco español pudo escapar y puso rumbo a [[Gran Canaria]]. Avisado el Gobernador [[Pedro de Vera]], puso rumbo a La Gomera y liberó a los españoles. Los sublevados huyeron a las cumbres de la isla. Vera les avisó que quienes se presentaran voluntariamente serían perdonados por su rebeldía. | Los gomeros rodearon la Torre e intentaron derrotar a sus ocupantes. Sin embargo, un barco español pudo escapar y puso rumbo a [[Gran Canaria]]. Avisado el Gobernador [[Pedro de Vera]], puso rumbo a La Gomera y liberó a los españoles. Los sublevados huyeron a las cumbres de la isla. Vera les avisó que quienes se presentaran voluntariamente serían perdonados por su rebeldía. |
Revisión del 21:56 18 ago 2007
Iballa fue una aborigen canaria procedente de la isla de La Gomera.
A finales del siglo XV en La Gomera (Islas Canarias), los aborígenes se rebelaron contra su Señor feudal, Fernán Peraza el Jóven, porque éste pretendió abusar de Iballa.
Los gomeros, acaudillados por el anciano Hupalupa, tendieron una trampa y dieron muerte a Fernán Peraza. Beatriz de Bobadilla, esposa de Peraza, se refugió con los suyos en la única fortaleza de La Gomera, conocida hoy como la Torre del Conde.
Los gomeros rodearon la Torre e intentaron derrotar a sus ocupantes. Sin embargo, un barco español pudo escapar y puso rumbo a Gran Canaria. Avisado el Gobernador Pedro de Vera, puso rumbo a La Gomera y liberó a los españoles. Los sublevados huyeron a las cumbres de la isla. Vera les avisó que quienes se presentaran voluntariamente serían perdonados por su rebeldía.
Muchos creyeron en las palabras de Pedro de Vera, pero éste los fue metiendo, de uno en uno, en la iglesia para que se confesaran. A medida que iban entrando, fueron apresados y ajusticiados de una manera terrible que aún se recuerda con espanto en la tradición oral de la isla.