Diferencia entre revisiones de «Las Brujas del Bailadero de Anaga»
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{{cita|"...Desde El Bailadero deambulaban, los días de aquelarre, a partir de las doce de la noche, hora en que acababan estas reuniones, un numeroso gentío: las brujas, compuestas con negros ropajes y abrigados sobretodos, sus amigas y esas otras personas que deseaban iniciarse en la práctica de la brujería; todos formando una compacta muchedumbre que, por la enriscada cumbre, bajaban lentamente para ver si encontraban algún caminante al que maleficiar".|Domingo García Barbusano, 1982:116}} | {{cita|"...Desde El Bailadero deambulaban, los días de aquelarre, a partir de las doce de la noche, hora en que acababan estas reuniones, un numeroso gentío: las brujas, compuestas con negros ropajes y abrigados sobretodos, sus amigas y esas otras personas que deseaban iniciarse en la práctica de la brujería; todos formando una compacta muchedumbre que, por la enriscada cumbre, bajaban lentamente para ver si encontraban algún caminante al que maleficiar".|Domingo García Barbusano, 1982:116}} | ||
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+ | == Véase también == | ||
+ | *[[Zugarramurdi|Las brujas de Zugarramurdi]] | ||
+ | *[[Juicios de Salem|Las brujas de Salem]] | ||
+ | *[[Caza de brujas]] | ||
== Referencias == | == Referencias == |
Revisión del 11:31 19 dic 2009
Según las creencias populares canarias las llamadas Brujas del Bailadero de Anaga, eran mujeres que se dedicaban a hacer aquelarres en una zona montañosa del noreste de la isla de Tenerife, llamada Macizo de Anaga (Canarias, España).
Este "bailadero de las brujas" está situado en las cumbres de Anaga, en la dorsal entre San Andrés y Taganana. Se dice que en este lugar las brujas bailaban entorno a una hoguera de ahí el nombre de la zona "El Bailadero".
El historiador Domingo García Barbusano escribió;
"...Desde El Bailadero deambulaban, los días de aquelarre, a partir de las doce de la noche, hora en que acababan estas reuniones, un numeroso gentío: las brujas, compuestas con negros ropajes y abrigados sobretodos, sus amigas y esas otras personas que deseaban iniciarse en la práctica de la brujería; todos formando una compacta muchedumbre que, por la enriscada cumbre, bajaban lentamente para ver si encontraban algún caminante al que maleficiar".
Domingo García Barbusano, 1982:116