Diferencia entre revisiones de «Conquista de las Islas Canarias»
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La conquista de Canarias. Conceptos generales
La conquista de Canarias se llevó a cabo entre 1402 y 1496. No fue una empresa sencilla en lo militar, dada la resistencia aborigen en algunas islas. Tampoco lo fue en lo político, puesto que confluyeron los intereses particulares de la nobleza (empeñada en fortalecer su poder económico y político mediante la adquisición de las islas) y los estados, particularmente Castilla, en plena fase de expansión territorial y en un proceso de fortalecimiento de la Corona frente a la nobleza.
Para su estudio, los historiadores distinguen dos periodos en la conquista de Canarias:
Conquista señorial. Se conoce con este nombre a la conquista llevada a cabo por la nobleza], en beneficio propio y sin una participación directa de la Corona, que otorga el derecho de conquista a cambio de un pacto de vasallaje del noble conquistador hacia la Corona. Distinguiremos dentro de ella la conocida como Conquista Betancuriana o Normanda, llevada a cabo por Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle entre 1402 y 1405 y que afectó a las islas de Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura. La otra fase se conoce como Conquista Señorial castellana, llevada a cabo por nobles castellanos que se apropiaron, mediante compras, cesiones y matrimonios, de las primeras islas conquistadas e incorporaron la isla de La Gomera hacia 1450.
Conquista Realenga. Este término define a la conquista llevada a cabo directamente por la corona de Castilla, durante el reinado de los Reyes Católicos quienes armaron y en parte financiaron la conquista de las tres islas que faltaban por dominar: Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Tuvo lugar entre 1478 y 1496.
Introducción
Los contactos mantenidos durante la Antigüedad clásica entre el mundo mediterráneo y Canarias, quedaron interrumpidos a partir de la decadencia y posterior caída del Imperio Romano de Occidente. Eso no quiere decir que las islas permanecieran en un absoluto aislamiento del exterior o que no se tuvieran alguna información sobre ellas. Durante la Edad Media, las primeras informaciones sobre las Islas Canarias las aportan fuentes árabes que se refieren a islas atlánticas que bien pudieran ser las Canarias. Lo que sí parece evidente es que este conocimiento no supone una alteración del aislamiento cultural de los aborígenes.
A partir de finales del siglo XIII, menudean las visitas de europeos al archipiélago. Las razones de este redescubrimiento fueron:
La expansión económica de algunas regiones de Europa (Génova, Cataluña, Andalucía, Portugal) y la necesidad que éstas tenían de establecer rutas seguras hacia Oriente, en busca de la seda y las especias, y hacia el interior de África, en busca de oro y esclavos, que evitaran los territorios controlados por los turcos en el Mediterráneo oriental. Europa estaba viviendo en la segunda mitad del siglo XIII un cierto crecimiento económico gracias a una mayor productividad agrícola (favorecida por el empleo de nuevas técnicas y herramientos) y un desarrollo, aún tímido, de la actividad comercial. Este crecimiento se verá frenado a inicios del siglo XIV, en el que cual se padece una crisis demográfica y agrícola, que unida a epidemias como la Peste Negra, afectará muy negativamente a Europa. Sin embargo, determinadas regiones logran recuperarse de un modo más rápido. En torno a la actividad comercial comienza a desarrollarse tímidamente la economía mercantil (desarrollándose ya en la Edad Moderna el capitalismo mercantil, la cual precisaba de metales preciosos como el oro que sirvieran para el valor de cambio. El oro procedía del centro de África, y llegaba a Europa a través de las rutas caravaneras, actuando los musulmanes instalados en el norte de África como intermediarios. Los reinos europeos más involucrados en el creciente mercantilismo buscan un modo de llegar directamente a las zonas en donde dicho oro se extraía.
Las exploraciones por la costa africana no habrían sido posibles sin el desarrollo de nuevas técnicas de navegación (brújula, astrolabio, timón axial, etc.) y el desarrollo de la cartografía a través de los portulanos, en uno de los cuales, el Atlas Catalán del mallorquín Abraham de Cresques, de 1375, aparecen representadas las Islas Canarias con sus nombres actuales. También se desarrolla a final de este periodo un nuevo tipo de navío, más apto para navegar en el Atlántico que los navíos mediterraneos; se trata de la coca-carabela.
Motivos ideológicos y políticos. Las monarquías del sur de Europa estaban en una fase expansiva. En el caso de los reinos de la Península Ibérica, la expansión territorial respondía a la dinámica de lucha y reconquista frente a los musulmanes. Por lo tanto la expansión territorial suponía el reforzamiento del poder real, imbuido todo por un espíritu de cruzada en defensa del Cristianismo.
Primeros viajes europeos al archipiélago
Uno de los primeras expediciones europeas por la costa atlántica africana fue la de los hermanos Vivaldi (Ugolino y Vandino Vivaldi]], quienes en la primavera de 1291 partieron de Génova con el propósito de llegar hasta la India por vía marítima bordeando África. La expedición, auspiciada por Tedisio D`Oria y guiada por pilotos mallorquines, sin embargo desapareció tras bordear la costa de Marruecos, sin que jamás se volviera a tener noticias de ellos. Pese a que probablemente esta expedición no llegase siquiera a alcanzar el archipiélago canario, las expediciones que partieron con posterioridad en busca de los hermanos Vivaldi supusieron el "redescubrimiento" de Canarias.
La primera visita documentada fue la de Lancelotto Malocello que, en 1312 se estableció en Lanzarote, permaneciendo en ella durante casi veinte años.
Después de esta visita, el conocimiento que se tiene en Europa sobre las Islas aumenta. La información aportada por los primeros visitantes y la documentación cartográfica, especialmente el Atlas Catalán anteriormente señalado, facilitó las arribadas, unas, las menos, tuvieron un carácter misionero, como fue el establecimiento de una comunidad franciscana en Telde entre 1350 y 1391, pero otras, la mayoría tuvieron un carácter económico, básicamente la captura de esclavos para ser vendidos en los mercados europeos.
Auspiciada por el rey Alfonso IV de portugal, se organiza en 1341 una segunda expedición en la que participan italianos y portugueses, capitaneada por Nicolosso da Recco y Angiolino de Teggia.
En el siglo XIV compiten por el control de Canarias genoveses, catalano-mallorquines, castellanos y portugueses. En el siglo siguiente esta competencia quedó reducida a Castilla y Portugal.
La conquista betancuriana
Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, nobles normandos, protagonizaron la primera etapa de la conquista. Los motivos son básicamente económicos: Bethencourt poseía factorías textiles y tintorerías y Canarias le ofrecía productos tintóreos: la orchilla.
Bethencourt contaba con importantes apoyos políticos en la corte del rey Enrique III de Castilla. Un pariente suyo, Rubín de Braquemont, obtuvo del rey el derecho de conquista de las Islas Canarias para el noble normando. Bethencourt, a cambio de la obtención de los derechos de conquista se convirtió en vasallo del rey castellano. Rubín de Braquemont aportó una importante suma de dinero a la empresa conquistadora. La narración de la conquista betancuriana quedó recogida en la crónica conocida por Le Canarien, recopilada por los clerigos Pierre Bontier y Jean Le Verrier, aunque transformada en dos versiones posteriores, una de Gadifer (la que parece mas fidedigna) y otra del sobrino de Bethencourt, Maciot de Bethencourt
Conquista de Lanzarote. Procedente de La Rochelle, y después de hacer escalas en Galicia y Cádiz, la expedición normanda llega a Lanzarote en el verano de 1402. La imposibilidad humana y material de resistir, favoreció la rendición de Guadarfía y los lanzaroteños. Los normandos se establecieron en el sur de la isla, donde construyeron un fortín y fundaron el obispado de Canarias. Desde allí intentaron el asalto de Fuerteventura.
Conquista de Fuerteventura. 1402-1405. La larga duración no se debió tanto a la resistencia de los isleños, como a las dificultades y divisiones internas entre los dos capitanes de la conquista. El hambre y la falta de recursos obligó a la expedición a replegarse hacia Lanzarote. Jean de Bethencourt viajó a Castilla en busca de socorros. Allí obtuvo del rey Enrique III los medios necesarios y la confirmación de sus derechos exclusivos sobre las islas por conquistar, marginando a Gadifer.
Durante la ausencia de Bethencourt, Gadifer tuvo que hacer frente a la doble rebelión de un sector de sus hombres dirigidos por Bertín de Berneval, que habían reiniciado la captura de esclavos, y de los aborígenes de Lanzarote, que se resistían a tales prácticas. Pacificada la isla hacia 1404, se reemprendió la conquista de Fuerteventura a lo largo de aquel año, pero los dos comandantes actuaron por separado, fortificando cada uno su propia zona de dominio (castillo de Rico Roque y Valtarajal). En 1405 culminó la conquista con la sumisión de los reyes de la isla. En una fecha no determinada Gadifer abandonó la isla y regresó a Francia a defender sus derechos, pero ya no regresará a las islas.
Tras la conquista, Bethencourt, dueño absoluto de las islas, marchará a Normandía en busca de colonos y nuevos recursos para continuar la conquista del resto de las islas.
Conquista de El Hierro. Tuvo lugar a fines de 1405. No hubo resistencia por parte de la escasa población aborigen que en gran parte fue vendida como esclavos, repoblándose la isla con colonos normandos y castellanos.
Bethencourt permaneció en las islas hasta 1412, fecha en la que retornó definitivamente a sus dominios de Normandía, dejando al frente de sus posesiones insulares a Maciot Bethencourt.
La conquista señorial castellana
La etapa betancuriana finalizó en 1418, cuando Maciot vendió sus dominios y los derechos de conquista sobre el resto de las islas al conde de Niebla. A partir de este momento la intervención de la corona castellana se acentuó. Entre 1418 y 1445 las islas estuvieron sometidas a permutas y divisiones. Finalmente Hernán Peraza “el Viejo” y sus hijos, Guillén Peraza, fallecido en un asalto a la isla de La Palma (de cuya muerte ha quedado una emotiva endecha*) e Inés Peraza, se quedaron con las islas conquistadas y con los derechos de conquista de las que faltaban. Tras la muerte de su hermano, Inés y su marido Diego García de Herrera se convirtieron en los únicos señores de las islas hasta 1477, fecha en la que ceden La Gomera a su hijo Hernán Peraza “el Joven”, y los derechos de conquista de La Palma, Gran Canaria y Tenerife a la Corona de Castilla.
Durante esta etapa se integró al señorío de los Peraza-Herrera la isla de La Gomera, que no fue conquistada militarmente sino incorporada mediante acuerdo de Hernán Peraza “el Viejo” con algunos de los bandos aborígenes insulares que aceptaron la autoridad del castellano. El dominio de la isla, no obstante, no estuvo exento de revueltas fruto de las arbitrariedades de los señores de la isla con los gomeros. El último, en 1488 (la Rebelión de los Gomeros), provocó la muerte del señor de la isla, Hernán Peraza, cuya viuda, Beatriz de Bobadilla tuvo que solicitar ayuda a Pedro de Vera, conquistador de Gran Canaria para sofocar la rebelión. La represión posterior provocó la muerte de dos centenares de rebeldes y la venta como esclavos de otros tantos en los mercados peninsulares
La conquista realenga
El segundo periodo de la conquista de Canarias presenta las siguientes características que la diferencia del periodo anterior:
a)La dirigió y armó la Corona castellano-aragonesa de los Reyes Católicos. b) La financiación de la empresa corrió por cuenta de la Corona y de particulares interesados en la explotación económica de los recursos de la isla. c) Afectó a las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, las más pobladas y las que ofrecían mejores perspectivas económicas para los conquistadores. d) En las tres islas, pero especialmente en Gran Canaria y Tenerife, los aborígenes mostraron una clara y prolongada resistencia a la conquista.
Conquista de Gran Canaria 1478 -1483
Podemos distinguir tres etapas en la conquista de Gran Canaria:
a) Etapa Inicial. Junio - Diciembre de 1478. El 24 de junio de 1478, desembarcó en La Isleta, la expedición mandada por Juan Rejón y el deán Bermúdez, representante del obispo del Rubicón Juan de Frías, uno de los financiadores de la conquista. Ese día, junto al Guiniguada, se fundó el Real de Las Palmas. Pocos días más tarde tuvo lugar en las proximidades del real el primer enfrentamiento en el que los isleños fueron derrotados. Esta victoria inicial les dio a los castellanos el control de la esquina noreste de la isla.
b) Resistencia aborigen y divisiones castellanas. Fines de 1478 – 1481. La resistencia aborigen en el interior montañoso de la isla, la falta de hombres y medios materiales y las desavenencias internas en el bando conquistador, marcó este periodo. Durante esta etapa Juan Rejón fue destituido por orden de los Reyes Católicos. Su lugar lo ocupó Pedro Fernández de Algaba, que fue posteriormente ejecutado por orden del destituido Rejón. El nombramiento de Pedro de Vera como nuevo gobernador de la isla y la detención de Juan Rejón, puso fin a los conflictos internos que se habían prolongado hasta 1481.
c) Final de la resistencia aborigen y conquista de la isla. 1481-1483. Pedro de Vera, ahora jefe indiscutido de los castellanos, reemprendió la conquista del interior de la isla y el guanartemato de Gáldar. Contó para ello con la llegada de nuevos refuerzos humanos aportados por Diego García de Herrera, que envió un numeroso contingente de gomeros. La captura de Tenesor Semidán, guanarteme de Gáldar, por parte de Alonso Fernández de Lugo, será un factor decisivo para la culminación de la conquista. Tenesor Semidán fue enviado a Castilla, donde fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme y se convirtió en un fiel y valioso aliado de los conquistadores.
Tras la caída de Gáldar, la resistencia aborigen se trasladó a las zonas montañosas del interior, donde Bentejuí, tras unificar a gentes de los dos guanartematos, y contando con el apoyo del faycán de Telde y con las princesas galdenses Masquera y Guayarmina, organizó la última resistencia aborigen. A pesar de algunas victorias parciales (Ajódar, Bentaiga), los aborígenes depusieron finalmente las armas en Ansite, donde, por mediación de [Fernando Guanarteme`]] se produjo la rendición el 29 de abril de 1483. Bentejuí y el faycán de Telde se despeñaron para evitar la entrega a los castellanos
Conquista de La Palma. 1492 – 1493
Alonso Fernández de Lugo, quien tuvo una destacada actuación en la conquista de Gran Canaria, obtuvo de los Reyes Católicos los derechos de conquista sobre las islas de La Palma y Tenerife. Los acuerdos con la Corona incluían, además de un quinto de los cautivos apresados, setecientos mil maravedíes si la conquista de La Palma la realizaba en un plazo de un año.
Para financiar la empresa conquistadora, Alonso Fernández de Lugo se asocia con Juanotto Berardi y Francesco Riberol. Cada uno participaría con un tercio de los costos de la empresa y de la misma proporción, en los beneficios.
La conquista fue relativamente fácil. El desembarco castellano se produjo por Tazacorte el 29 de septiembre de 1492. El conquistador hizo uso de acuerdos y pactos con los aborígenes palmeros en los que se respetaban los derechos de los jefes y la plena igualdad con los castellanos para atraerlos hacia su causa. La resistencia fue mínima, excepto un episodio en Tigalate y una resistencia mayor en el cantón de Aceró (La Caldera de Taburiente). En ella, su jefe Tanausú se hizo fuerte aprovechando las condiciones orográficas de la zona, con sólo dos accesos de fácil defensa que impedían la penetración castellana.
En vista de que el plazo de un año se vencía y ante el temor de perder la prima de setecientos mil maravedíes, Fernández de Lugo propuso una negociación que tendría lugar en los Llanos de Aridane. Fuera de la Caldera, los castellanos tendieron una emboscada a Tanausú, que derrotado y capturado por los castellanos, fue enviado a Castilla como cautivo. En el camino de ida se dejó morir de hambre. La fecha oficial de finalización de la conquista se sitúa en el 3 de mayo de 1493. Una parte de la población de Aceró y de otros cantones con los que había firmado pactos de sometimiento, fue vendida como esclava, y la mayoría se integraría en la nueva sociedad formada tras la conquista.
La conquista de Tenerife 1494-1496
En diciembre de 1493, Alonso Fernández de Lugo obtuvo de los Reyes Católicos la confirmación de sus derechos de conquista sobre la isla de Tenerife y, a cambio de renunciar a la prima prometida por la conquista de La Palma, reclamó el gobierno de la isla, aunque no obtuvo participación en el quinto real.
La financiación de la conquista fue llevada a cabo con la venta de sus plantaciones de azúcar en el valle de Agaete, obtenido tras la conquista de Gran Canaria, y asociándose con comerciantes italianos asentados en Sevilla.
Tenerife estaba dividida en el momento de la conquista en nueve menceyatos. Por su actitud ante los castellanos, cabe distinguir el bando de paz, que se mostró neutral o proclive a los castellanos. Eran los menceyatos del sur y del este (Anaga, Güimar, Abona y Adeje), es decir, aquellos que habían tenido más contacto con los castellanos a través de la actividad misionera (Candelaria). El bando de guerra agrupaba a los menceyatos del norte (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icoden y Daute). Mantuvieron una resistencia tenaz a la invasión.
En abril de 1494, y procedente de Gran Canaria, desembarcó el conquistador en la costa de la actual Santa Cruz con una tropa de peninsulares y canarios (gomeros y grancanarios, sobre todo) formada por unos dos mil hombres de a pie y 200 a caballo. Tras levantar un fortín se dispuso a adentrarse hacia el interior de la isla. Intentó un acercamiento a los bandos de guerra y a Bencomo, mencey del más importante menceyato hostil le ofreció amistad, la aceptación del cristianismo y el sometimiento a la autoridad de los Reyes Católicos. El rechazo de las dos últimas condiciones hizo inevitable el enfrentamiento.
El primer encuentro armado tuvo lugar en el barranco de Acentejo, en el municipio de La Matanza. Una tropa invasora de más de dos mil hombres se adentró por el norte de la isla en dirección al valle de Taoro (valle de La Orotava). El objetivo era doblegar a los guanches en el núcleo de su resistencia. Los guanches esperaron emboscados a los castellanos que, sorprendidos sufrieron un grave descalabro, perdiendo en la batalla el ochenta por ciento de sus fuerzas. Alonso Fernández de Lugo pudo escapar hacia Gran Canaria, donde preparó un nuevo asalto con tropas mejor adiestradas y más recursos financieros aportados por comerciantes genoveses y nobles castellanos. Los guanches, dueños de la situación, destruyeron el fortín construido por los castellanos
Con un ejército mejor armado y entrenado, el Adelantado retornó a Tenerife en 1495. Tras reconstruir el fortín de Añaza, se dirigió hacia los llanos de Aguere (La Laguna), donde en noviembre derrotó a Bencomo, que, cometió el error de presentar batalla en una zona llana. La caballería y los refuerzos aportados por Fernando Guanarteme, fueron decisivos para la victoria castellana. 1700 guanches, entre ellos Bencomo, quedaron muertos en el campo de batalla. Una epidemia posterior diezmó a los isleños.
Un mes más tarde, los castellanos volvieron a penetrar por el norte de la isla en dirección a Taoro. Varios miles de guanches los esperaban en un barranco del actual municipio de La Victoria de Acentejo. La victoria castellana facilitó el hundimiento de la resistencia aborigen y el acceso al valle de Taoro quedó abierto. Bentor, hijo de Bencomo se tiró por la ladera de Tigaiga, consumándose la conquista de Tenerife y su incorporación a la corona de Castilla en la primavera de de 1496, en la zona de actual municipio de Los Realejos.
Los guanches vencidos de los bandos de guerra fueron vendidos como esclavos o trasladados a Gran Canaria, donde muchos escaparon y se mantuvieron alzados durante algún tiempo. Otros escaparon hacia la zona sur de la isla donde encontraron refugio entre los guanches de aquella zona. En agosto de 1502 se produce un pequeño rebrote de rebelión: Ichasagua es proclamado mencey de Adeje, restableciendo lo que se dio en denominar el "trono universal de Tenerife". Una expedición militar española contra los rebeldes, somete la sublevación tras varios meses y tras un acuerdo final con los sublevados, cuyo líder, Ichasagua, se suicida ante los ojos de los emisarios.
Bibliografía
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- BERTHELOT, Sabino. Etnografía y Anales de la Conquista de Las Islas Canarias. Ed. Goya. Santa Cruz de Tenerife. 1978. ISBN 84-85437-00-4.
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- SANTANA, J, MONZÓN, M. Y SANTANA, G. Historia Concisa de Canarias. Ed. Benchomo. Las Palmas de Gran Canaria 2003. ISBN 84-95657-84-8